Veo en Reservoir Buds
que me remite a una carta abierta de la IGDA (en inglés) comentada en Gamespot News (en inglés).
Resulta que, mientras las películas nos muestran el mundo de los informáticos como un paraíso donde las corbatas y los horarios no tienen razón de ser, la realidad es mucho más cruda: no hay horarios... porque en la industria del videojuego se trabaja 13 horas al día, 7 días a la semana. Sólo unas pocas empresas (entre las que se cuentan Firaxis y Team17, a las que he comprado algún juego) se pone el énfasis en la calidad de vida del trabajador.
Y lo peor de todo es que la culpa no es sólo de la empresa: es también del programador que acepta su explotación al vender su alma al diablo a cambio del éxito. En palabras de la IGDA:
What's more, game developers are sometimes just as much to blame for submitting themselves to extreme working conditions, adopting a macho bravado in hopes of “proving” themselves worthy for the industry. Our own attitudes towards work/life balance and production practices need to change just as much as the attitudes of the “suits.”
Traduzco:
Es más, los desarrolladores de juegos son a veces tan culpables [como las compañías] por someterse a condiciones de trabajo extremas, adoptando una fanfarronería de machos con la esperanza de "probar" su valor para la industria. Nuestra propia actitud hacia el equilibrio entre trabajo y vida y las prácticas de producción necesitan cambiar tanto como las actitudes de los "encorbatados".
La carta de la IGDA acaba mencionando los éxitos de las compañías más humanas, como las dos que he mencionado antes:
It is sadly ironic that those who strive for success at any cost don't realize that mature and responsible human resource and production practices will more readily bring them what they so desperately seek. That is to say, regardless of the humane imperative, maintaining a strong quality of life is just good business.
Traduzco:
Es tristemente irónico el hecho de que quienes han luchado por obtener el éxito a cualquier precio no se dan cuenta de que las prácticas maduras y responsables en recursos humanos les conducirían más rápido a lo que buscan tan desesperadamente. Es decir, aparte del imperativo humano, mantener una fuerte calidad de vida es simplemente un buen negocio.
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