sábado, 22 de octubre de 2022

Fernán Gómez: El Viaje a Ninguna Parte

Fernando Fernán Gómez: El viaje a ninguna parte, Barcelona: Bibliotex, 2001. 223 páginas.
ISBN:
84-8130-302-X
Precio
Comprado de segunda mano (1€). Originalmente se vendía con el periódico El Mundo.
Descriptores:
Realismo. Postguerra. Historia del Teatro.

El viaje a ninguna parte sigue la historia de un grupo de cómicos de la legua por las provincias de Ciudad Real, Toledo y Madrid en los años 50. Los actores saben que su mundo está en decadencia, pero, picados por el "veneno" del teatro, se niegan a rendirse ante la hegemonía del cine. Escrita como unas falsas memorias por el actor, director y dramaturgo Fernando Fernán-Gómez, puede leerse en clave de documento etnográfico aunque no refleje realmente la vida de su autor.

(Esta reseña quedó como borrador. La descubro hoy, medio año después, en Marzo de 2023. Puesto que ya no recuerdo gran cosa del libro, la publicaré tal cual).

martes, 27 de septiembre de 2022

Otoño

Un ligero frío
me despertó de madrugada.
Llegó el momento de apilar
sobre mi lecho
mantas pesadas.

viernes, 23 de septiembre de 2022

Agridulce

Un cúmulo de circunstancias
me llevó a despertar junto al Prado.

Cuando salí a la calle,
el olor a basura
me trajo remembranzas
a Villa de Vallecas.

Aspirando ese olor agridulce
esperé el 34,
camino del trabajo
y de mi casa.

Madrid, 23 de septiembre de 2022.<

martes, 23 de agosto de 2022

UEHASHI: El guardián del espíritu

Nahoko Uehashi: El Guardián del Espíritu (Moribito 1), Boadilla del Monte (Madrid): SM, 2016. 230 páginas. 20 cm.
ISBN:
978-84-675-9061-6
Precio
Comprado de segunda mano. Ignoro el precio original.
Descriptores:
Fantasía. Heroínas maduras. Mitología Japonesa.

Encontré este libro en el mercadillo de la fiesta solidaria de mi pueblo, y me atrajo la idea de probar a leer literatura juvenil escrita en japón. Además, el planteamiento (con una heroína femenina) era relativamente original (dado que se trataba de un libro viejo; actualmente, está muy trillado). Me lo leí en tres o cuatro sesiones de lectura (las dos centrales, muy intensas) y lo disfruté muchísimo, a pesar de algunos pequeños fallos de traducción (en alguna ocasión los adjetivos dirigidos a un hombre están concordados en femenino). Realmente, aunque publicado en una editorial juvenil (y probablemente al calor de la adaptación anime de la novela, vista la diferencia de 20 años entre la edición japonesa y la fecha de la traducción), es un libro que le gustará a los adultos aficionados a la novela histórica o a la fantasía, pues el worldbuilding (un país ficticio con elementos del folklore japonés) está muy logrado, las descripciones están detalladas en su justa medida y se hace constante uso de la técnica de "mostrar, no contar".

Empezamos el libro con Balsa, una guardaespaldas a sueldo cuyo trasfondo se nos irá dosificando a lo largo del relato, según la trama lo requiera. Al principio no sabemos bien su edad, solo que "en su rostro, exento de maquillaje y curtido por el sol, asomaban los primeros indicios de arrugas", lo que contrasta con la imagen juvenil de Balsa en la portada. Nuestra heroína salva al hijo de la segunda esposa del emperador, lo cual hace que sea llamada a Palacio y se le encargue la misión de protegerlo. ¿Qué le pasa al niño? Sin reventar demasiado la trama podemos decir que hay un espíritu que ha anidado en él, y si esto se descubre tendrá consecuencias fatales para el país.

El esquema, entonces, toma una estructura que nos resultará vagamente conocida por los cuentos de hadas europeos: el niño condenado a muerte al que hay que proteger. No sé si la autora sería consciente de ello, pero la originalidad radica en queel malo es el padre en vez de la madrastra. Además, la protección necesitará de la habilidad guerrera de Balsa, pero también de la magia chamánica e incluso de la diplomacia.

Aunando ese esquema de cuento de hadas (o "viaje del héroe", si preferís esa nomenclatura) y las tradiciones japonesas, y añadiendo la originalidad de que la protagonista sea una mujer en su madurez (no "una joven de treinta años" sino una mujer de treinta que prácticamente ha dejado atrás la idea de formar una familia), la autora ha construido sabiamente una novela fantástica que es, sobre todo, una buena novela.

lunes, 25 de julio de 2022

Byung-Chul Han: Shanzhai. El arte de la falsificación y su deconstrucción en China.

Byung-Chul Han: Shanzhai. El arte de la falsificación y su deconstrucción en China.. Buenos Aires, Caja Negra, 2017. 86 páginas. 20 cm.
ISBN:
978-987-1622-50-4
Precio:
9,90€ en España (incluye 10% de descuento feria libro; sin descuento serían 11€).
Descriptores:
Arte, Filosofía del Arte, Estudios Culturales

Hace unos meses me dio por leer a Byung-Chul Han, el filósofo de moda en estos tiempos, comenzando por los opúsculos que en España ha publicado Herder, a los que puedo acceder a través de la biblioteca escolar Madread. En la Feria del Libro de Madrid encontré este otro librito, publicado en Argentina por la editorial Caja Negra, y, puesto que su extensión era aproximadamente la de los otros que me había atrevido a leer, decidí comprarlo.

La obra se estructura en cinco capítulos que van explicando cinco conceptos esenciales para entender la diferencia entre China y Europa a la hora de entender ideas como originalidad o propiedad intelectual

Quan (權): derecho expone la diferencia de percepción de europeos y chinos en cuanto a la norma. En la mentalidad china no existe el apego al ser, a la esencia, que hay en occidente. Para ellos el cambio no es una ruptura de puntos de estabilidad marcados por lo que era antes y lo que es después; al contrario, ellos consideran que lo normal es el cambio. La raíz quán (權), incluida —por ejemplo— en la palabra rénquan (人權) que nombra a los derechos humanos, designa el equilibrio, la toma de decisiones estratégica que debe hacerse en la vida.

Zhenji (真跡): Original nos habla de la diferencia de percepción del valor de lo original entre China y Occidente. Se empieza hablando de la noción freudiana de la memoria como huella en constante cambio de los acontecimientos del pasado. Esta noción tendría su correlato en la palabra china Zhēnjì, 'huella verdadera', que se usa para designar las obras auténticas. En China, una pintura auténtica puede haber sido pintada y repintada. Además, su valor no lo da la mano que pintó la obra, sino la habilidad del pintor. El pintor aprende con la copia y la prueba máxima de su arte es que logre colocar en el mercado una obra indistinguible del original. Colocar la copia no es éticamente censurable; lo sería, en cambio, decir que es una copia, pues esto afectaría a los intereses del comprador. Esta manera de ver el arte no es tan distinta de lo que funcionó en Europa antes del romanticismo, ni tan distinta de lo que en el arte del siglo XX se ha hecho con la apropiación de pinturas clásicas por parte de artistas actuales. Sin embargo, unas meninas pintadas por Picasso se consideran auténticas, mientras que una pintura china perdida en la marea de la historia y recuperada a partir de las fuentes literarias por la habilidosa mano del pintor Zhang Daqian, el "Picasso chino", se considerará "falsa" en occidente.

Xian zhang (閑章): Sello del ocio es el nombre que se da en chino a una serie de sellos con poemas o sentencias que los coleccionistas van imprimiendo sobre sus pinturas. A diferencia de occidente, la obra de arte no está cerrada, completa, y limitada por la firma de su autor que la autentifica. Es más bien una obra abierta, con espacios en blanco para que los diversos propietarios puedan dejar su huella: nombres, lugares, poemas.

Fuzhi (複製): Copia. El autor comienza distinguiendo entre fǎngzhì pǐn (仿製品: copia imperfecta; el traductor de Google lo traduce como imitación) y fùzhì pǐn (複製品: copia perfecta; el traductor de Google lo traduce como réplica). En la mentalidad china, el fǎngzhì pǐn carece de valor, pero el fùzhì pǐn es una obra de arte tan valiosa como el original.

Para explicarlo se habla de diversos casos. Por un lado, de monumentos arquitectónicos que son ritualmente desmontados y vueltos a construir cada cierto número de años, o que van experimentando reparaciones que sustituyen poco a poco las piezas "originales" por piezas nuevas. Este hecho, que escandaliza a los europeos, no es tan diferente de las continuas reparaciones a las que se somete ha sometido una catedral a lo largo de la historia. El autor, residente en Alemania, pone como ejemplo la catedral de Friburgo. Como lector español, yo podría poner los ejemplos de la catedral de León (obra maestra del gótico español que debe sin embargo su "pureza gótica" a la reforma del siglo XIX) o el monasterio de Santa María la Real en Aguilar de Campoo (cuya "pureza románica" debe también mucho a la reconstrucción del siglo XX). Recuperar la obra original no es recuperar la obra en sí sino la técnica. ¿No es hermoso recrear el ejército de terracota usando la técnica de moldes que usaron los alfareros originales? ¿No hay cierta creatividad en un cuadro hecho a base de impresiones modulares?

Shanzhai (山寨): Fake es el último capítulo del librito y se centra en explicar cómo las imitaciones chinas no son solamente un producto barato, sino que a menudo son una recreación juguetona de la obra, una expresión de creatividad. Hay artículos shanzhai que añaden funcionalidades que no posee el original, o que lo adaptan a la cultura local. El shanzhai se considera una forma de resistencia (Byung Chul Han lo relaciona con un legendario grupo de bandoleros) y, de hecho, creo que en mis estudios de antropología económica me apareció esa palabra para designar a las redes de clientelismo y estraperlo. La conclusión del autor es que el comunismo chino es un comunismo shanzhai, y su futura democracia será también una democracia shanzhai.

El libro es ameno de leer y creo que será interesante para la gente interesada por el arte y la historia del arte, pero también abre los ojos ante dilemas éticos como el del derecho de autor, el plagio y la apropiación. ¿Son plagios Whaam!, de Roy Lichtestein, o Prince de Andy Warhol? ¿O son homenajes? Si yo, alegando el derecho a la parodia, diseño una camiseta que contiene un Yoda o un pato Donald, ¿puedo luego protestar porque esa camiseta sea copiada y adaptada por otra empresa? ¿En qué consiste el arte del artista? Bying Chul Han no contesta estos interrogantes, pero hace que reflexionemos sobre ellos de una manera diferente.

lunes, 18 de julio de 2022

Apollinaire: La Roma de los Borgia

Apollinaire, Guillaume: La Roma de los Borgia. Madrid, Valdemar, 1996. 176 páginas. 17 cm.
ISBN:
84-7702-162-7
Descriptores:
Novela histórica, Literatura Francesa, Renacimiento.

No hay que leer La Roma de los Borgia pensando que se trata de una novela histórica al uso. Más bien es uno de esos frescos de vicio morboso que tanto gustaba escribir a ciertos autores Fin-de-Siécle, como Marcel Schwob o nuestro Valle Inclán. Una de esas delicias que parten de la leyenda negra, más que de la historia, porque saben que el rigor objetivo carece de poesía. En varios lugares se nos insistirá en ello.

Así, este fresco es una pequeña tragedia cuya heroina es Lucrecia, que se nos presenta como víctima de su violento hermano César y su débil padre, el papa Alejandro VI. Todos los extremos de maquiavelismo se justifican en que ese era el espíritu de los tiempos, lo que se esperaba de un príncipe... Aceptadas estas reglas, el lector contempla con deleite la venganza insidiosa de Lucrecia contra quienes la comparan con una cortesana; la ejecución sumaria de testigos peligrosos; el Tíber como depósito de cadaveres nobles y plebeyos.

Cuesta acostumbrarse en las primeras páginas al preciosismo del autor, a su estilo reposado y a su cinismo. Una vez adaptado el paladar, se degusta como un manjar delicioso.

miércoles, 29 de junio de 2022

Discurso graduación CEPA 2022

(Publicado originalmente en  doc.apagada.com).

Estimados alumnos y alumnas:

Muchos me conocéis y otros no. Soy el profesor de lengua de casi todo el nivel dos y por eso me ha tocado dar este discurso de graduación. Espero hacerlo bien y, sobre todo, ser breve.

El propósito de la educación de adultos —o educación de segunda oportunidad, como a veces se prefiere llamarla— no es solo recoger a quienes han sido expulsados del sistema educativo y prepararlos para una vida productiva, sino, sobre todo, acoger a los alumnos para despertar de nuevo el interés por aprender que es inherente a todas las personas. Espero que lo hayamos conseguido.

El camino ha sido largo. Llegasteis aquí con una historia de dificultades a la espalda. Unos iniciasteis vuestro viaje después de fracasos recientes; otros, tras haber abandonado el cuaderno y los libros en una infancia que ahora os parece lejana. A unos pocos afortunados, el sendero se os hizo blando y ligero; pero la gran mayoría ha tenido que desbrozar una trocha en el bosque de la historia, escalar la montaña de los polinomios, y sobrevivir al páramo de la gramática. Ahora que llegáis al final, cobra sentido toda vuestra aventura.

Dar el primer paso y matricularos en el CEPA fue, en algunos casos, todo un logro. Cuando andabais por el primer kilómetro dudabais alcanzar ese título que veíais allá, lejano, en la distancia. Vuestras fuerzas flaqueaban, pero os animamos a continuar y, poco a poco, ya fuese por la ejercitación, por nuestros ánimos o por la mano amiga de un compañero que os echaba un cable, el camino se iba haciendo más llano. Ahora por fin habéis alcanzado la meta, ese título de la ESO que —como nos habíais dicho cien veces— era vuestro único objetivo.

Pero antes dije que el deseo de todo profesor es despertar ese interés por aprender que tienen los niños chicos y que los adultos a veces perdemos. Por eso, espero que sigáis caminando por la senda de los estudios ya sea para iniciar un grado medio o un bachillerato, o simplemente para aprender por vuestra cuenta. Incluso aquellos de vosotros que solo desean descansar de los apuntes, y esos otros —muchos— que necesitan dedicar todo su tiempo a una ocupación con que ganar el sustento deben saber que las puertas de la educación estarán siempre abiertas.

Como también estarán abiertas las puertas de este CEPA, con cuya asociación de alumnos y profesores algunos habéis manifestado ya deseos de colaborar. Sea como sea, aquí estaremos siempre para recibiros con los brazos abiertos.

En nombre de todo el profesorado del CEPA os transmito nuestra felicitación por vuestro título. Enhorabuena a todos y todas, promoción de 2022.

viernes, 20 de mayo de 2022

Eso de la fiebre

No comprendo a la gente que escribe en estados disociados de la conciencia. Alguna vez lo probé, claro, en la adolescencia. A la mañana siguiente, costaba descifrar aquellas letras pergeñadas sobre la libreta. Es cierto que alguna vez lo he hecho por necesidad, como aquella vez que me presenté a un examen de historia del español, o quizá de fonética o morfología histórica, con fiebre. Pero, en general, el chorro de creatividad del cerebro libre de las trabas de la conciencia se ve obstaculizado, precisamente, por las limitaciones que el cuerpo pone a ese cerebro.

Estos días estoy pasando lo que parece ser mi primer covid (he tenido varias veces síntomas compatibles, incluso un doloroso falso cólico, pero esta es la primera vez que una prueba confirma el positivo) y llevo una semana con la creatividad desatada. Pero en cuanto enciendo el ordenador y miro la pantalla, mis ojos comienzan a escocer, por mi espalda corre un chorro de sudor y en mi nariz gotea el tapón mucoso.

Mis ojos son incapaces de funcionar en condiciones de fiebre o febrícula. La televisión me entretiene un par de horas a lo más, luego la apago, incapaz de resistir más tiempo el trabajo de las pupilas. Gracias a la tecnología he leído mucho, escuchando esos sintetizadores de voz que siguen siendo muy malos, pero cada vez menos malos. Y eso me ha dado ideas y más ideas, pero cada vez que he ido a escribirlas he pensado: «¡Qué pereza!».

Y, realmente, si he sido capaz de escribir lo anterior, es porque me he prometido a mí mismo que sería breve.

.

domingo, 10 de abril de 2022

Borja González: The Black Holes / Grito nocturno

González, Borja: The Black Holes. Barcelona, Reservoir Books, 2018. 120 páginas (principalmente il.) Ebook (epub con DRM).
ISBN:
978-84-17125-67-7
Descriptores:
Fantasía oscura; terror; cómic
González, Borja: Grito nocturno. Barcelona, Reservoir Books, 2022. 149+12 páginas (principalmente il.) Ebook (epub con DRM).
ISBN:
978-84-18052-68-2
Descriptores:
Fantasía oscura; terror; cómic

Grito nocturno aparecía destacado en la página web de la biblioteca ebiblio, y me llamó la atención su portada con la silueta de una bruja recortada contra un cielo azul profundo, cielo que quizá da a esa novela gráfica su nombre original en francés: Nuit Couleur Larme, noche color lágrima. La reserva tenía fecha prevista para junio, pero me avisaron de disponibilidad en un par de dias, descargué el libro, lo leí y lo devolví para alegrar el día a otro lector. Después solicité el álbum del que se supone era continuación, Black Holes. Pero realmente no es que haya mucha continuidad entre ambos, más allá de temática y escenario. Pero vayamos a la reseña.

Black Holes se inicia con dos historias paralelas: Teresa, una adolescente decimonónica invadida de romanticismo, encuentra una noche un esqueleto triste en el bosque. Laura, una adolescente de 2016 a la que le encanta disfrazarse, ve un fantasma en el bosque. Las dos historias de adolescentes tristes e incomprendidas van convergiendo hasta que el lector comprende que es la misma historia. El final de la historia de Teresa nos es mostrado; el de Laura queda abierto, aunque se nos sugiere en las ilustraciones de contracubierta.

La historia de Grito nocturno comienza con Teresa, una mujer que regenta un local de ocultismo y viste como una bruja. La adolescente Matilde es su cliente más asidua, y prácticamente la idolatra. Pero Teresa no está satisfecha ni con su tienda de libros y discos siniestros, ni con los fanzines que escribe, ni con la admiración de Matilde. Quizá debería haber hecho música punk, como esa chica que desapareció (cuyo nombre, Cristina, es el de la líder del grupo Black Holes, mencionado una sola vez en el álbum anterior, en la página 88). Así que hace un ritual con el que atrae a Laura, un genio con la apariencia de jovencita otaku. Pero no sabe qué deseo pedirle en esa ciudad de noches tristes.

La estética se caracteriza por escenarios detallados y entintados con la línea clara del estilo franco-belga, y personajes sin rostro, con brazos y piernas esquemáticos y, sin embargo, cierto barroquismo en el vuelo de vestimentas y cabello. En el segundo álbum esto se une a la elección de una paleta de colores donde resalta el azul oscuro de los cielos nocturnos. En el primero, había habido un juego parecido en las primeras páginas (atardeceres rojos en la oscuridad del bosque), pero luego desaparece el rojo como fondo y reaparece como detalle: las mariposas, el cabello de Rosa, la hermana pequeña de Teresa, la sangre.

No hay personajes masculinos, al menos no dibujados. Están el vendedor (o vendedora) de helados, que quizá sea un depravado (pero no estamos seguros de ello), el locutor (o locutora) de radio, y el ojo del bosque. El resto de héroes y villanos son femeninos, quizá para insistir en la sororidad, o quizá para hablar de cierto tipo de relaciones (la admiración por el mayor, el deseo de guiar a la persona más joven, la necesidad de encajar en un grupo, la envidia...) que están más allá de la atracción sexual. Tendré que leer las críticas de otros reseñadores para tener más claves.

viernes, 8 de abril de 2022

Para localizar folklore infantil... (esbozo rápido)

No solo en las páginas web tipo "el huevo de chocolate" o "chiquipedia" se pueden encontrar juegos infantiles. Esta mañana, buscando otra cosa, he visto que la Biblioteca de tradiciones populares españolas dirigida por Antonio Machado Álvarez ("Demófilo") incluye juegos y canciones infantiles en cada número.

Una referencia interesante está en el tomo II, Folklore de Madrid, que a partir de la página 100 trae una monografía sobre juegos extremeños que incluye el "cucú-tras", el "Aserrín-aserrán" y otros.

Por cierto que en ese tomo he descubierto que lo de "perder un tornillo" ya se decía en el Madrid de 1884

jueves, 7 de abril de 2022

Checklists de sintaxis 1. El sujeto.

Las checklist (listas de verficación) son un andamiaje (así lo llaman en la pedagogía anglosajona; el término tradicional español sería muleta) que permite a los alumnos enfrentarse a tareas complejas con cierta autonomía, hasta que adquieran la destreza necesaria para retirar ese apoyo.

En esta artículo pretendo ir desarrollando una serie de listas de verificación para los contenidos de sintaxis.

Nota: se siguen las convenciones siguientes:

  • La cursiva indica que se cita una palabra o grupo de palabras.
  • Un asterisco (*) antes de una palabra indica que algo no es correcto: *Me se ha *acabao la *pinícula.
  • Un guion antes de un grupo de sonidos indica una palabra que termina en ese grupo de sonidos: El plural se hace con ‑s.

Habilidad 1. Identificar una oración y descomponerla en sus componentes inmediatos (sujeto y predicado)

Para verificar que has identificado correctamente el sujeto y el predicado, comprueba que:

  • Has identificado el verbo.
  • El verbo es una palabra que está en primera, segunda, tercera persona, o acaba con las desinencias de infinitivo (‑ar, ‑er, ‑ir), gerundio (‑ando, ‑endo), o participio (‑ado, ‑ido).
    • Ejemplo de fallo: La celebración tendrá lugar en Madrid: celebración no es el verbo, porque no es una forma conjugada del verbo celebrar (no es ni primera, ni segunda, ni tercera persona) y tampoco es infinitivo, gerundio ni participio.
    • Recuerda que las palabras que hacen su plural añadiendo ‑s no son verbos a menos que sean la forma del participio (que acaba en ‑ado, ‑ido y normalmente se usa en masculino).
  • Si el verbo que has encontrado es un participio, lo más probable es que hayas encontrado solo medio verbo. Busca otro verbo justo antes.
    • Ejemplo de fallo: Pepe había comprado chocolate: El verbo no es comprado (participio) sino había comprado (tercera persona del singular del pretérito pluscuamperfecto).
  • Al identificar la persona del verbo no te has dejado llevar por la presencia de pronombres me, te, lo, la, le, nos, os, los, las, les antes del verbo o pegados al final del verbo, sino que has mirado la desinencia verbal.
    • Ejemplo: Si al decir la persona de me pidió un plátano identificas el verbo como me pidió y no como pidió, es un fallo. Debes ignorar el me. El verbo es pidió, solamente.
  • Has comprobado si el verbo se podía cambiar al plural cambiando un sustantivo o pronombre de la oración, o si el verbo se podía cambiar de persona cambiando un sustantivo o pronombre de la oración.
    • Ejemplo 1: Me gusta el chocolate (verbo gustagustan) ⇒ Me gustan el chocolate y el té
    • Ejemplo 2: Viene hoy (verbo vienevienen) ⇒ vienen hoy ⇒ No hace falta cambiar nada para cambiar el número del verbo, por lo que el sujeto probablemente está omitido.
    • Ejemplo 3: Se busca a Jaime (verbo buscabuscan) ⇒ Se *buscan a Jaime y Teresa ⇒ No se puede cambiar el número del verbo ni siquiera cambiando los sustantivos de la oración; probablemente es una oración impersonal.
  • El sujeto no es me, te, lo, la, le... ni sus plurales.
  • El sujeto no comienza por preposición (No es a mí ni a Juan).
  • El sujeto no es mí, ti, sí.
  • Al separar el sujeto del predicado, el verbo ha quedado dentro del predicado.
  • Todas las palabras de la parte que has marcado como sujeto se necesitan entre sí. No puedes mover ninguna al otro extremo de la oración sin mover las demás.
    • Ejemplo: Hoy Juan llegó tardeJuan llegó tarde hoy ⇒ La palabra Hoy no es parte del sujeto porque se puede llevar a la otra punta de la oración.


Ya sé que la lista es demasiado larga para ser realmente eficaz, pero es que hay muchos alumnos que, por ejemplo, dicen: «El sujeto de me gusta el chocolate no puede ser me... Así que es a mí.» Y cuando les dices que el sujeto no puede empezar por preposición (A es la primera preposición de la lista, responden: «Entonces, es

martes, 29 de marzo de 2022

Comienzo de algo

El mundo se encamina a su destrucción. Europa se encamina a su destrucción. España se encamina a su destrucción. Madrid, Carabanchel se encaminan a su destrucción. Y tú mismo corres cada día buscando tu destrucción. Hay quien lo llama entropía. Hay quien dice: ¡ley de vida! Al universo le quedan millones de años por delante, pero tu mundo vive en ese pausado silencio que se extiende entre dos pistoleros que se miran a los ojos esperando cada uno a que el otro intente pulsar el gatillo.
Estamos sin duda en manos de descerebrados impulsivos, y lo que atormenta al hombre de hoy, lo que te atormenta a ti sin duda, es que, siendo tan descerebrado e impulsivo como cualquier dictador de medio pelo, te haya tocado el papel de obedecer, acatar, suplicar, arrastrarte. Es cuestión de voluntad, sin duda. Al menos eso dirían los regeneracionistas, los noventayochistas, los fascistas, los nacionalsocialistas, los coach de países calvinistas o José Antonio Marina. Todo es cuestión de voluntad. El sueño americano está a disposición de quienes quieren vivirlo. Y si no, tenemos a su disposición las pesadillas de Pol-Pot y otros grandes criminales.
29-3-2022

martes, 8 de marzo de 2022

Obsoleto

 Me siento como un ordenador de los tiempos del Windows XP, o como un teléfono Android de primera generación. Mi memoria ya no es lo que era; mi rapidez mental, tampoco; pero lo peor es que me cuesta mucho, muchísimo, actualizarme.

A pesar de haber procurado una buena higiene del sueño, sigo teniendo lagunas mentales y olvidando nombres de autores básicos. Una semana he estado dándole vueltas en mi cabeza a quién podría ser el autor de la Celestina porque me negaba a buscarlo en la red. Finalmente he recuperado la información, pero no ha sido un caso aislado. Por ejemplo, estuve una semana sin conseguir recordar la música de la nana que pocos días antes había estado cantando a mi sobrino.

Y sí, tuve alguna cosa parecida en el pasado (a los doce años olvidé durante varios meses cómo se pronunciaba la z), pero nunca tan a menudo.

La causa podría estar en mi edad, o quizá es que haya tenido covid son saberlo (a algunos conocidos les ha estragado el cerebro). Pero creo que se debe más a falta de uso. A los veinticinco decidí que no valía la pena acumular cultura para difundirla en clase como margaritas a los cerdos; a los treinta y cinco me di la oportunidad de aprender alguna otra cosa, siempre que no estuviera relacionada con la enseñanza de la lengua y la literatura; pero a los cuarenta y cinco ya tenía claro que nunca terminaría los estudios de antropología, que dejé finalmente en la primera ola pandémica. Los estudios, al principio apasionantes, se habían vuelto una carga entre tantas cargas de trabajo.

No sé si volver a la erudición y el estudio a mis casi cincuenta, con la vista ya fatigada y la cabeza perdida, o si, mejor, dedicar esas horas a ir al psicólogo, por si le pone remedio.

Buenos días.

lunes, 28 de febrero de 2022

Philip K Dick: Ubik

Dick, Philip K.: Ubik. Barcelona, Orbis, 1985. 192 páginas. 20 cm.
ISBN:
84-7634-231-4
Descriptores:
Ciencia Ficción, Vida de ultratumba, Poderes psíquicos,

Después de leer el libro de Budrys de la reseña anterior, y quedando medio fin de semana largo por delante, decidí releer Ubik, que probablemente es el libro que más veces he releído. Calculo que lo leí dos o tres veces entre los catorce y los veinte, alguna más antes de acabar la carrera y supongo que esta hará la quinta lectura, aunque al leerlo di con muchas cosas que se me habían pasado o había olvidado. Por ejemplo, el poema-dedicatoria, que en esta edición está en la página de créditos y por eso no lo había visto hasta la fecha.

La portada del libro no da pista alguna sobre el argumento. Orbis usaba ilustraciones futuristas genéricas para sus obras, y en eso se parece a Martínez Roca, editorial de la que licenció esta traducción. Así que diré que Ubik pertenece a una época en que Philip K Dick escribía muchísimos relatos sobre psi, es decir, personas con poderes paranormales.

El disparador narrativo es el siguiente: Rucinter, dueño de una agencia anti-psi dedicada a bloquear los poderes psicológicos de pecognoscientes y telépatas, está preocupado por la repentina desaparición de los psi más poderosos. Así que va a un moratorio, institución donde podrá consultar con el cadáver de su esposa difunta, conservado en hielo. Sin embargo, la presencia de un adolescente muerto (o más bien, semivivo), Jory, interfiere la recepción electrónica de las ondas cerebrales. Privado de esta guía, mandará a sus mejores hombres, entre ellos el protagonista, Joe Chip, a la Luna, tras la pista de que quizá los telépatas se hayan infiltrado en una compañía allí establecida.

No puedo contar mucho más sin destripar el libro, pero es fantástica la ambientación ("worldbuilding", como dicen ahora). En mis años de adolescencia me fascinaban esa liberalidad en la dispensación de drogas (que ya conocía por otros libros del autor), los electrodomésticos a monedas (creo recordar que los recuperan en la película El quinto elemento), las agencias antipsi como posibles vendedoras de humo (pues solo ellas saben si hay un psi espiándonos) y la publicidad personalizada por todas partes. Es el ciberpunk de Blade Runner, aunque sin replicantes.

Pero en realidad la trama de la obra no trata de los psi, sino del viejo mito de la caverna que conoceréis unos por El mago de Oz y otros por Matrix: el problema de la capacidad humana para distinguir la realidad de la fantasía, para saber si dormimos o estamos despiertos, si vivimos o hemos muerto. Y al llegar a este punto, y a riesgo de reventar la novela, he de decir que esta última relectura me ha hecho pensar en It, o en El cazador de sueños, y es que en esta novela también hay un Pennywise, aunque eso no quiere decir que King copiara a Dick. Lo más probable es que ambos, adictos a sustancias tóxicas, hayan llegado por distintos caminos a un mismo tipo de villano.

(A partir de aquí puede haber spoilers. Léalos cortando y pegando el texto aquí o en otro descodificador Rot13).

Ynf znynf yrathnf qrpína ra fh qín dhr Nzraáone unoín pbcvnqb yn fbyhpvóa qr rfgn uvfgbevn ra Noer ybf bwbf. Rf záf cebonoyr ha cyntvb vapbafpvragr. Creb ry ceboyrzn rf dhr ry qvyrzn ernyvqnq-iveghnyvqnq ab chrqr fre ry úavpb crfb qr yn genzn, ab ny zrabf phnaqb yn cnegr, qvtnzbf, vagebqhpgbevn bphcn 70 cátvanf l yn rphnpvóa rf erfhrygn n snygn qr 50 cátvanf cnen ry svany. Nfí, lb ragvraqb dhr n yn genzn yr qn pburerapvn ry urpub qr dhr, ra ha zhaqb pba gryécngnf, gnzovéa ybf zhregbf yb frna. Ra ha zhaqb ra dhr ybf cfv chrqra pnzovne fh ncnevrapvn rkgrean, gnzovéa chrqra, yótvpnzragr, pnzovne pózb ira ry zhaqb dhvrarf fbyb yb unpra n geniéf qr fh zragr.

La lectura de esta novela es hipnótica y lisérgica, como las cosas que PKD se metía al cuerpo (y que en aquella época aún no le habían pasado factura). Procedan con moderación, no sea que, como me pasó en mi adolescencia, se queden enganchados.

domingo, 27 de febrero de 2022

Algis Budris: ¿Quién?

Budrys, Algis: ¿Quién?. Barcelona, E.D.H.A.S.A., (col. Nebulae), 1964. 213 páginas. 17 cm.
ISBN:
Publicación previa a la emisión de ISBN en España.
Descriptores:
Ciencia Ficción, Guerra Fría, Espionaje, Identidad, Biometría.

De la colección de libros de ciencia ficción clásica de mi padre, este era para mí quizá el menos atractivo, no sé si a causa de su portada o por culpa del resumen recogido en su contracubierta. Nunca lo había leído y solo despertó en mí la curiosidad por hacerlo una reseña (por otra parte, negativa) de Jacques Sadul en su Historia de la ciencia ficción moderna, que escuché en la versión radiada por Alberto García en el podcast Verne y Wells Ciencia Ficción (1:18:00).

El libro de Budrys imagina la continuación de la guerra fría 10 años en el futuro de su autor. El doctor Martino, que trabajaba en el proyecto secreto K-88,  resulta gravemente herido en una explosión. Por algún azar del destino, el laboratorio ha sido situado en una zona próxima a la frontera con Rusia —luego nos dirán que Uzbekistán, aunque los detalles geográficos que aparecen a lo largo de la novela son tan caprichosos que parece que el autor no se haya molestado en consultar un atlas—. Por ello son los rusos quienes rescatan al científico, operado a vida o muerte con sustitución de varios órganos y miembros por piezas mecánicas.

Debido a la presión internacional, los rusos devuelven al científico al bloque de los "aliados" (es curioso que lo hagan en Ginebra: ¿con qué país del Pacto de Varsovia hace frontera Suiza?). Pero nadie puede comprobar la identidad del doctor Martino: sus facciones han desaparecido tras una máscara de metal que no puede retirarse; sus ojos han sido sustituidos por máquinas, por lo que la foto del iris no concuerda; lo único que coincide con el original son las huellas dactilares de la mano derecha, pero las cicatrices del hombro hacen sospechar que pueda haberse implantado ese brazo en otro cuerpo.

A partir de ahí se suceden en tramas paralelas la juventud de Lucas Martino y los esfuerzos del agente Rogers por comparar las actividades del hombre de cabeza de metal con las que realizaría Martino.

Me llamó la atención la parte en que se nos habla del joven Lucas, un muchacho que (al estilo de las heroínas de Austen) tiene delante su futuro y evita salirse del plan trazado a los dieciocho: ahorrar el salario de un año para poder estudiar en el MIT y luego enterrarse en una vida al servicio de la investigación. Por eso evita comprometerse en lo amoroso, que para él es simplemente una forma de encajar en la sociedad.

El doctor Marino, años después y oculto tras su casco metálico, intentará recuperar todos los lazos que rompió, pero es tarde para ello. Solo le quedará la esperanza de vivir sus últimos años aislado de la sociedad bajo la atenta mirada de los hombres del agente Rogers.

Al final de la novela, y después de el hombre-máquina desvele su verdadera personalidad a un Rogers a punto de alcanzar la edad de retiro, hay un par de capítulos que funcionan como una especie de epílogo en que se nos cuenta el lado ruso de la historia. Los giros que hay llegado este punto (que enlazan con las dos teorías de Rogers acerca del doctor: su deserción al lado ruso y su sustitución por alguien que lo conoce lo suficiente como para suplantarlo) añaden una nueva luz a la historia, pero no mejoran el lento ritmo de los capítulos centrales.

Con todo, me parece un libro interesante en estos tiempos en que se discute sobre el uso de la biometría para verificar identidades: las contraseñas pueden compartirse, por lo que no son seguras, pero el cuerpo puede cambiar. La voz, la imagen, pueden hoy falsificarse. Que todo esto haya sido planteado a finales de los 50 (la versión original fue publicada en 1958), resulta sorprendente.

Tan sorpendente como que el autor hubiera imaginado que diez años después de su época los bloques se hubieran cerrado aún más (el bloque ruso-chino se imagina como una única nación), o que se esperasen para la siguiente década tales avances en transplantes e implantes cuatro años después del primer transplante de riñón y diez antes del primero de corazón.

Por lo demás, la traducción de Francisco Cazorla se resiente del desconocimiento de giros o elementos de la cultura norteamericana que ahora cualquier español conoce por la televisión; supongo que habrá ayudado la censura a que algunos párrafos queden como abruptamente cortados (y quizá también sea la censura culpable de la árida vida sentimental del joven Martino). Pero que más me ha chocado es la abundancia de comas entre sujeto y predicado, e incluso algún adjetivo especificativo entre comas explicativas.

De todos modos, si la encuentran por ahí (y no ha sido pasto de los insectos, como el resto de las Nebulae de mi familia paterna), échenle un vistazo a esta novela.

martes, 15 de febrero de 2022

¿Qué cordones es un sistema digital interactivo?

 Mi jefe de estudios me pasa las preguntas de la encuesta SINCE (Sociedad de la Información y la Comunicación en los Centros Educativos) para que, mirando el inventario de ordenadores y líneas de teléfono, lo rellene.

En el "cruce" AU003 (es decir, el dato o pregunta AU003) me piden el número de aulas del centro que disponen de "Sistemas digitales interactivos".

De acuerdo con el artículo  Sistemas interactivos digitales: La realidad aumentada de Pedro Cabrera, un "Sistema Interactivo Digital es un medio informático que permite la interacción entre usuarios y computadoras, donde el usuario es quien determina el transcurso de la acción de forma autónoma y, al mismo tiempo, provoca una respuesta impredecible." Quitando lo de "impredecible", la definición podría servir para definir una calculadora, pero dejándolo, vale para cualquier ordenador, móvil, tableta... Para cualquier cachivache electrónico, en definitiva. Incluso MS-DOS podría mandarte a escaparrar en un momento dado si escribes en la pantalla algo distinto a lo que él espera.

Por si acaso, he respondido "3", imaginándome que se refieren a los monitores táctiles (que en realidad los alumnos no usan de manera interactiva, porque siguiendo las normas COVID, evito que se acerquen a la pizarra). Pero me he quedado con la duda.

lunes, 14 de febrero de 2022

Lecciones de una jam.

 Este año me apunté por primera vez a una jam de videojuegos. En otras ocasiones me había aprovechado de estas competiciones para conseguir usar gratuitamente herramientas de creación de juegos (concretamente, construct3, cuya licencia anual es carísima para usarlo treinta días al año), pero esta vez, animado por un correo de la gente de DragonRuby, me planteé aprovechar la ocasión para intentar llevar hasta el final algún proyecto que nunca hubiera conseguido sacar adelante.

Las normas de la Jam eran las siguientes:

  • El juego tendría una resolución limitada (84x48 monocromo).
  • Se podrían usar herramientas de creación de juegos.
  • No se podría reutilizar código.
  • No se podrían reutilizar tipografías, sprites ni sonidos, excepto los disponibles en la propia página de la jam.
La primera norma fue la que más me gustó. Nunca se me dio demasiado bien dibujar, pero tenía un trasfondo dibujando UDGs (sprites) para Spectrum y tipos de letra para MsDOS. Sin embargo, el resto me parecían un poco limitantes y en cierto sentido, desequilibradas.

Si no podías reutilizar código pero sí podías usar herramientas de creación de juegos, la gente que usara directamente código tendría que programar sus propias rutinas para TODO, mientras que los que empleasen herramientas de creación de juegos no tendrían que preocuparse por detalles como "cómo renderizar una spritefont". Y eso me preocupaba, porque yo estaba usando processing, un lenguaje bueno para renderizar tipografías vectoriales, pero que no contaba con soporte para spritefonts (y de las tipografías disponibles en la página de la jam, la única con una licencia aparentemente válida era una spritefont).

Mi proyecto se fue al traste y será probablemente el deshonroso ganador de la cucharilla de palo. Después de haberme quedado despierto de madrugada para conseguir algo compilable, porque me habían dicho que aunque no estuviera completo subiera lo que pudiera, he leído comentarios crueles como "este tío se apuntó a una jam para subir su basura". Pero voy a valorar las lecciones que he aprendido en el viaje.

  1. Planifica desde el principio. Apliqué el principio del NaNoWriMo según el cual "planificar no es escribir" (luego, los escritores dicen lo contrario). No conté como "reuso de código" el probar cómo hacer ciertas cosas (por ejemplo, cómo crear un display virtual de 84x48 no difuminado y darle la caprichosa paleta de colores elegida en la jam). Pero, sin embargo, perdí luego mucho tiempo porque no había planificado ciertas cosas, o porque me salí del plan.
  2. Antes de apuntarte, mira bien las fechas. En mi zona de tiempo, la jam empezaba un sábado a las 9 de la mañana, cuando yo contaba con la tarde del viernes anterior. A cambio, acababa el lunes a las 8 de la mañana, algo realmente poco aprovechable.
  3. Antes de apuntarte, pídele a tu familia y amigos una agenda. Porque luego resulta que contaban contigo para un sinfín de tareas que tú no esperabas.
  4. Usa una game engine. Ciertas cosas es muy difícil hacerlas con una game engine, pero con ella no te pasarás la mitad del tiempo buscando la raíz de un error.
  5. Usa archivos distintos para cada clase/objeto. Yo estoy malacostumbrado por Qbasic y VBA, dos entornos en cuyo IDE puedes saltar rápidamente de una rutina a otra, de un objeto a otro, sin tener que estar continuamente pulsando CONTROL-F para averiguar cómo se llamaba exactamente ese método que permitía recorrer dos los objetos de cada habitación y pintarlos en pantalla.
  6. Usa un único ordenador. Si la jam te va a pillar en casas distintas con distintos ordenadores, desiste. Porque git *a veces* te dice que ha enviado los cambios y luego no lo ha hecho, como me pasó cuando llegué a mi casa a las 21:30, actualicé desde git, estuve editando el código y a las 23:00 el compilador me dio error porque algo que había cambiado (en otro ordenador, en otro lugar) estaba como al principio. Gracias a Dios, además de git había usado robocopy y pude emplear la vieja herramienta fc de MsDOS para combinar los cambios a mano, pero perdí una hora en el momento de más tensión. 
  7. Céntrate en lo importante. No planifiques por adelantado los detallitos cuando todavía no has escrito una línea del interfaz. Para el usuario, lo importante es el interfaz. He perdido horas, por ejemplo, averiguando por qué un papel pintado del fondo de la pared de una habitación no tenía el patrón que yo buscaba. (Y es algo que en mi vida cotidiana me pasa mucho).
  8. Céntrate en lo importante. No pierdas el tiempo preparando una Spritefont que tenías por ahí para ofrecerla a la comunidad para la próxima jam. 
  9. No subas nada si no está completo. Si te han dicho "no importa, sube lo que tengas", te lo han dicho por decir. En realidad, el jurado de una jam es como el de un concurso literario: no quiere mierdas, quiere obras de calidad. 
  10. No te apuntes a jams. Te hacen perder una enorme cantidad de vida social, quedas mal con tu familia (Y ahora, ¿quién me va a hacer de canguro?) y con tus amigos. Hace que se te acumule trabajo en casa (porque para completarlo necesitas más de las 7 horas semanales de trabajo en casa que indica el contrato) y, sobre todo, hace que te sientas como un idiota.
Dicho todo lo anterior, me lo he pasado como un enano. Fuera de jam he tardado muy poco en resolver algunos de los principales errores del juego, que anoche no veía por dónde agarrar. Pero la aplicación sigue siendo fea, horrible y ENORME (processing genera minijuegos de 100 megas, porque incrusta la máquina virtual java en el .exe). Algún día subiré una versión arreglada a itch.io o a github. Pero ahora tengo unos exámenes que corregir, un sobrino al que atender y unas estanterías por colocar.  

lunes, 31 de enero de 2022

Recuerdos de pandemia I. El lector.

No puedes recordarlo, Juan, porque entonces no habías nacido aún. Una enfermedad asolaba el mundo. El gobierno, tras meses de mensajes tranquilizadores, había descubierto que la plaga estaba aquí y no habría más remedio que encerrar a la población. Luego los jueces declararían ilegal el confinamiento por una cuestión de forma, pero en aquellos días se detuvo incluso a quienes habían convertido un alto monte en su eremitorio.

Es por eso que nos sentimos enormemente afortunados cuando pudimos salir a pasear guardando rigurosos turnos —según la edad de cada quién—. Yo podía salir a primera hora de la mañana, sin alejarme más de un kilómetro de casa (kilómetro que acababa algo más acá del arco de entrada del parque de San Isidro, aunque muchos amigos tuve que olvidaron la condición de la distancia). Alguno de esos días sustituí el paseo por un viaje a una lavandería automática que abría a hora temprana; creo que fue entonces cuando vi al lector en el kiosco de la calle de la Oca, en esa plazuela que hay junto a la boca del metro.

En aquel momento en que los ancianos de los pueblos no podían labrar sus pequeños huertos de subsistencia porque no constutuían actividad económica, seguían (en cambio) abiertos los kioscos de prensa, pues ni la radio ni la televisión ni internet habían acabado de sepultar aún la vieja idea de que los periodistas de verdad publicaban en papel.

Me preguntó si tú recordarás los viejos periódicos en papel, Juan. Eran unos grandes manojos de páginas, muchas veces sin grapar, que ofrecían las principales noticias del día una tras otra, sin tener en cuenta quién las estaba leyendo ni qué había comprado últimamente.

Había páginas ocupadas enteramente con grandes anuncios estáticos, mientras que los negocios más humildes compraban pequeños recuadros, privados también de animaciones e incluso de color. Ya habían desaparecido en gran parte de la prensa las esquelas con que se anunciaban funerales, las páginas de programación de unos canales que ya casi nadie veía, la cartelera de espectáculos donde se anunciaban cines, teatros, exposiciones a las que, total, nadie iba a acudir durante el confinamiento.

Se vendía prensa en papel por mantener vivo el oficio de periodista, a pesar de que en aquella época se creía que la enfermedad viajaba en gotitas de saliva que íbamos pegando a los objetos porosos y llevábamos luego a boca, nariz y ojos con el dedo. De hecho, en aquellos momentos las bibliotecas cerraban, y todavía pasarían meses antes de que ofrecieran préstamos previa cuarentena del libro. Quedaban todavía dos cursos escolares en que a los profesores se les pediría que por favor se abstuvieran de emplear recursos en papel, pero los kioscos nunca habían cerrado.

Pues bien, en aquel de la calle de la Oca, por la que arrastraba yo el carro con mi edredón recién lavado, hojeaba el periódico un parroquiano anciano que había salido de su casa un par de minutos antes de su turno. Allí contemplé horrorizado cómo acercó el dedo a la boca y lo humedeció con la lengua. Así impregnado de sus humores lo pegó a una esquina del papel y la volvió. Con el mismo procedimiento pasaron, una a una, las páginas del ejemplar antes de que lo doblase cuidadosamente para dejarlo en el mismo montón del que lo había sacado.

Aquel lector de pandemia que, bien informado por el principal diario del país, llevaba los fómites de su boca al papel, del papel a su boca mientras lo leía es, Juan, símbolo de la humanidad con que te cruzarás en tu vida.

domingo, 16 de enero de 2022

52 Retos 2022: 1. Carta desde el futuro

Este relato contesta al reto de escritura número 1 de los «52 retos de escritura para 2022» del blog literup.es, cuyo enunciado (lo que ellos, en correctísimo español, llaman prompt) es el siguiente: Has recibido una carta de tu yo del futuro, que te escribe de aquí a 30 años. ¿Qué te dirá?


Querido José:

Te hago llegar esta carta desde el futuro. La máquina del tiempo no me permite enviarlo más atrás de 30 años, así que no podré prevenirte contra tus errores de adolescencia y juventud. Tampoco quiero agobiarte con mis achaques de anciano próximo ya a los ochenta. Solo quiero darte una gota de optimismo. Las cosas no saldrán tan mal como piensas. Es cierto que donde yo vivo el hombre ha perdido sus derechos, las corporaciones son todopoderosas y la definición de "propiedad" ha cambiado para que nos hagamos a la idea de que lo nuestro no es nuestro, sino de la empresa que lo fabricó y nos lo alquila, o del estado que nos permite utilizarlo a cambio de nuestros servicios. Pero vivimos. Vivimos y una nueva generación, adaptada a estos nuevos tiempos, nos releva con un ímpetu y una energía que no encuentran obstáculo en lo que sus mayores consideramos una grave incomodidad.

Juan, Andrés, Adrián están bien, son felices y han encontrado su hueco en la vida. Tú también has encontrado un androide que cuide de tus achaques en tus años de vejez para que puedas continuar trabajando hasta los 90.

Así que no te desesperes. El futuro será extraño, pero estará vivo.

Un saludo,
José


(Comenzado el 5/1/22 y terminado el 16/1/22)

lunes, 3 de enero de 2022

Harrow: Las diez mil puertas de Enero

Portada y lomo del libro
Harrow, Alix E.: Las diez mil puertas de enero. Barcelona, Roca, 2021. 398 páginas. 24 cm.
ISBN:
978-84-18014-95-6
Descriptores IBIC:
FA, FM
Descriptores:
Fantasía, baja fantasía.

Enero Demico es una niña huérfana de madre que vive en la mansión del patrón de su padre, a quien aquel mantiene recorriendo el mundo en busca de objetos antiguos.

Un día, Enero ve como se abre para ella una Puerta, un lugar que conecta su mundo con otro. Y aunque esa puerta se cierra, la experiencia cambiará algo en ella.

Pero el cambio definitivo llegará cuando encuentre un libro llamado Las diez mil Puertas, que despertará en ella el deseo de buscar esos lugares donde las fronteras entre mundos son tan tenues, así como la siguiente pregunta: ¿quién está cerrando las puertas?

Con una exquisita ambientación a caballo entre el final del siglo XIX y el comienzo del XX (o entre Drácula y Huckleberry Finn) y una imaginación desbordante que crea mundos con una pincelada y nos retrotrae a los clásicos del género, la autora crea una historia sólida, sin cabos sueltos.

Aunque la relación amorosa entre Enero y Samuel parece inverosímil (ese amor sin esperanzas de correspondencia que se mantiene de los nueve a los diecisiete años, a pesar de una larga separación), la protagonista está bien construida y resulta humana en sus decisiones y motivaciones.

El narrador empleado es un doble narrador no fiable que, sin embargo, va ganándose la confianza del lector poco a poco, a pesar de las digresiones que marcan esos fragmentos en que la memoria infantil o la escasez de datos hacen dudar. Creo que este es otro de los aciertos de la novela.

El lenguaje es correcto, a veces un poco empalagoso, y solo he detectado cuatro o cinco erratas a lo largo de cuatrocientas páginas.

Una de las pocas cosas que chirrían en el libro es la constante referencia a Argosy, The Strand y colecciones de literatura de quiosco del mundo anglosajón. Cierto que ello le da un sabor de época especial, pero leído desde España uno se pregunta si sería publicable fuera del propio país una novela con constantes referencias a La Ilustración Española e Hispanoamericana, Ramón Sopena o la Editorial Calleja. Evidentemente, un autor estadounidense tiene garantizados varios cientos de millones de lectores que conocen, aunque sea de oídas, el género ínfimo norteamericano y británico de la Belle Époque.

Lo más destacable de la novela es que, siendo en sí misma una obra cerrada, abre puertas a la imaginación y al recuerdo de otras novelas que quizá llevan demasiado tiempo acumulando polvo en nuestros anaqueles. Y solo por eso merece la pena leerla.

domingo, 2 de enero de 2022

#PceudoCuentos 51: Huesos

(Intentaré participar en esta convocatoria usando el blog en vez de twitter).

Marco no me da jamón; sólo el hueso. De las costillas me da también los huesos, ya chupados. Si come pollo, ni huesos me da. Dice que por mi bien. Aparte de los huesos, me proporciona de vez en cuando un pienso naranja de extraño aroma. A mis compañeros de jaula les gusta, pero a mí me sabe demasiado artificial. Claro que a veces el hambre aprieta, y hay ocasiones en que el almuerzo de Marco no incluye huesos de ningún tipo.

Mi dueño anterior me daba pan duro, pero Marco no suele comer pan. La grasa de sus platos va directa al lavaplatos, ignorando nuestros ojos suplicantes. También dice que es por nuestro bien. Nosotros callamos, claro, para que no nos ponga el bozal. Observamos atentos cómo cambia el papel de periódico en que orinamos, y, cuando sale de la habitación, el más listo de nosotros lee la fecha y comenta, entre susurros, la mala suerte que tuvimos con el amo que nos tocó.