martes, 31 de enero de 2012

Escalofriante la conversación con C. sobre S. El tema ha surgido con motivo de un suceso trágico presenciado por uno de los presentes, y entre bromas y veras ha surgido su afirmación. Todos hemos pensado en S. Pero parece ser que ella ha estado más cerca de lo que los demás hemos llegado a confesar. Lo más angustioso, su desapasionado análisis de las circunstancias. ¿Qué aparta a C. de S.? Parece que pocas cosas (personas). Cosas (personas) que podrían desaparecer cualquier día de estos.

El análisis anterior corrobora la opinión de J. (J. no soy yo, pero podría serlo; otro día trataremos más a fondo sus ideas sobre C. y lo que la rodea). Diremos ahora, como cortesía para el lector, que la opinión viene a estar relacionada con el mal karma (aunque J. no menciona ni por asomo el karma). Y, sin embargo...

Yo he estado razonablemente callado: no tanto como lo habitual, porque llevaba encima dos tercios de cerveza. Quizá he estado más cerca que C. de S., pero por motivos distintos, pues S. escapa, para mi, al análisis racional, y yo soy la persona más irracionalmente partidaria del racionalismo. Por eso, sólo me he acercado a S. por motivos irracionales que escapaban completamente a mi comprensión y voluntad. Aun así, he estado cerca.

Por otro lado, mi negatividad se acerca a la de C., aunque sea en una dirección completamente distinta (de hecho, es el único rasgo que comparto con C., y es una sorpresa que compartamos algún rasgo). ¿Quiere decir eso que, al igual que C., podría acabar algún día con S.?

lunes, 23 de enero de 2012

Nos encantaba escucharle. Su infancia en Calahorra, sua años de estudiante en Zaragoza, sus andanzas en Vitoria y, sobre todo, las historias de sus años mozos en las fiestas cameranas. Siempre quisimos recopilar sus anécdotas, pero, ¿quién las contaría como él? Por eso postergamos la tarea, hasta que ha sido demasiado tarde. Ahora ya no podremos volver a escucharlas de su boca. Aurelio se ha ido. Me lo han dicho esta mañana, cuando llamaba a mis padres para darme un recado. ¡Se fueron tantos este invierno! Y, sin embargo, esta noticia fue un mazazo.

Quizá porque no tuvo hijos, somos muchos los que nos sentimos sus nietos. Suyos y de la Blanqui, Edurne, inseparable pareja, que nos mostraba lo que podía ser un matrimonio bien avenido. No sé cómo será volver a Torrecilla y no verle. Será sentir un vacío, ese vacío que nos recuerda que los vivos caminamos a la muerte.

Descanse en paz.