Estoy de muy mal café porque he perdido la tarde peleando con hojas de cálculo para los alumnos, que no lo van a agradecer. Pero, aun así, intentaré escribir algo rápido para este cuento del miércoles. La idea base del cuento la pensé ayer...
En mi café, la espuma ha dibujado la figura de un barquito. Con un poco de imaginación puedo ver al capitán calentándose con una taza de café, en un extraño mar de color marrón donde las olas forman montañas de espuma. El capitán sopla su café y se forma el dibujo de un navío abriéndose camino entre los blancos témpanos polares y la oscura noche del invierno ártico, los ateridos marineros calentándose un café en que prosigue la mise en abyme de esta ensoñación, de la que me saca el repentino movimiento del suelo. El crucero donde viajo acaba de sortear, con brusco viraje, lo que parece un terrón de azúcar.
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