Los planetas Plasmodia y Flatonia tenían exactamente los mismos períodos de rotación y traslación. Tanto era así, que cuando la reina del caduco imperio de Laterra tomaba su té de las cinco mirando las primeras rosas de mayo, podía estar segura de que allende la galaxia, en su palacio de Ralate, el príncipe Henry estaría tomando su infusión de las cinco mientras brotaban las primeras rosas de mayo.
Los sabios plasmodianos, congregados en el observatorio de Sándwich (a unos pasos de donde la reina toma su té) aseguraban que, cuando Flatonia era solo un mundo informe y estéril, unos ingenieros Laterranos --punto este demostrado por la importancia que concedían a la puntualidad-- desplazaron el planeta al punto necesario para hacer coincidir sus movimientos con los de la Plasmodia natal.
Los sabios de Flatonia, reunidos en Greenway, a un golpe de remo del palacio principesco, refutaban la teoría anterior. Sostenian, en cambio, que había sido Plasmodia la trasladada de órbita por unos Flatonitas tan eficientes que no podían ser sino Ralatienses.
Viendo los aspavientos de unos y otros a través de su microscopio, el Creador se divertía.
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