Bueno, ya está: ya la he visto. El Episodio IV (o sea, La Guerra de las Galaxias) sigue siendo el mejor, pero el III no le desmerece. Contra lo que se pueda creer, hay segundas partes buenas, y terceras, y cuartas, y quintas, y sextas... Cervantes no se equivocaba: mentía descaradamente. Porque estoy seguro de que también él, después del Amadís, leyó las Sergas, y siguió hasta el Amadís de Grecia y toda su descendencia.
La venganza de los Sith se me presenta como una tragedia clásica, o como una comedia de capa y espada. Todo el mundo sabe cómo empieza (está El ataque de los clones) y cómo acaba (está El Retorno del Jedi, que resuelve todo el nudo que comenzó in medias res): la habilidad de los guionistas está en desarrollar los movimientos intermedios sin que la partida deje de tener interés. Me parece que el equipo de George Lucas lo consigue, si bien es reprochable la aparición de una nueva motivación relacionada con el paso de Anakin al lado oscuro: con las escenas del Episodio II, bastaba. Las escenas de amor se reducen; la evolución de la tecnología de la República a la del Imperio se exhibe en medio de espectáculos de fuegos de artificio en medio de una guerra en la que sólo mueren clones y robots.
Y yo me pregunto si George Lucas estaría pensando en alguien concreto, quizá en su tocayo, cuando en el Episodio II hizo que se concedieran poderes extraordinarios al Canciller Supremo, a causa de la situación de inseguridad. No, seguro que, simplemente, se inspiraba en la historia de Roma, o en la de Francia.
Es que la historia es tan puñetera que tiene la manía de repetirse.
1 comentario:
Sí, ese es el problema... Y lo que, a la vez, hace que la película de George Lucas sea una gran obra: el hecho de que, a pesar del maniqueísmo general, mantiene siempre un resquicio de duda acerca del bien y el mal. Quizá por eso, el personaje más interesante de la primera saga es Han Solo: el pícaro que se une a la causa pero que podría dejarla en cualquier momento.
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