Este relato corresponde a la propuesta «52 retos de escritura para 2020» del blog de Literup.com. Concretamente, este relato desarrolla la propuesta «7.¡La fantasía es la protagonista! Esta semana escribe un relato de este género». Entre correcciones y otros se me ha ido el tiempo esta semana, por lo que he escrito un microcuento en el tiempo que he hurtado a la vida familiar.
A veces, abres la puerta de casa y, como en Las puertitas del señor López, acabas en un nuevo mundo.
Allí, las praderas son verdes y frescas, nunca holladas por pisadas de hombre o de vaca. Si te tumbas en la hierba, ni moscas se pegan a tu cara ni cardos atraviesan tu ropa.
Caminas horas antes de encontrar una alquería, donde el extraño es recibido con hospitalidad. La señora de la casa ofrece café y saca unas pastas de la alacena. Su hija echa un terrón de azúcar en tu taza de porcelana, pero te saben más dulces sus miradas lánguidas. La madre habla de la dureza de la vida en el campo, del marido muerto, de la conveniencia de un hombre que tome a su cargo las labores más rudas. Comprendes el mensaje. Te ofreces a partir leña, pues en este lugar posees una complexión atlética que te hace confiar en tu habilidad con el hacha.
Cuando acabas con la pila —las dos mujeres han estado observando con indisimulado éxtasis tu tórax desnudo— está cayendo la tarde. No quisieras abusar de su hospitalidad, pero te queda mucho camino que recorrer. Así que aceptas un lecho preparado precipitadamente en el henar. No exhala el agrio olor de la hierba en putrefacción, sino aroma a trigo recién segado. Te acuestas nervioso, excitado por el nuevo mundo que has descubierto y la perspectiva de la aventura.
Aunque es noche cerrada, no has conseguido dormirte aún cuando escuchas en la puerta unos suaves toques y una voz femenina. Abres.
Al otro lado de la puerta, el recibidor de tu casa, desde el cual llegaste a este mundo.
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