Toco en la orquesta del Titanic,
mas es difícil darse cuenta:
sobre los violines
cantan sirenas.
Pasos histéricos retumban en la pista,
un rag inesperado
hace saltar las notas de marfil.
En la araña tintinean lágrimas
y el champagne explota en chorros jubilosos
Del frío nos aíslan pesados cortinajes;
el arco del virtuoso
lanza chorros de fuego.
Nadie diría
que tras el terciopelo
aúllan sirenas.
Ignoro yo sus cantos,
como el faisán hierático,
como el mero de ojos vidriosos,
como el perrillo que Fifí olvidó en su camarote.
Pues mientras se celebra
el carnaval de la primera clase,
un alma caritativa me salvará de la chusma
que se agolpa, famélica, a las puertas.
Toco en la orquesta del Titanic:
Si no escucháis la música,
estamos muertos.
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