miércoles, 29 de abril de 2009

El cuento del miércoles: en la escena del crimen.

En la escena del crimen, John Pesce examinó el cuerpo del Sr. Smith abierto en canal y colgado de la nuca en un garabato de carnicero, como una canal de ternera. Había dos posibilidades: que aquello fuera obra de un psicópata chapucero o que los hombres de Provolone se le hubieran adelantado. Era la última vez que confiaba en William. «Que parezca un accidente», eso le dijo. ¿Y qué se encontraba? una verdadera carnicería. Pero no había elección: en aquel negocio, nadie te devolvía tu dinero.

La cuisine chez Moya: Salmón al limón

Un plato simple y fácil para solterones vaguetes como yo, que os hará sentiros sanos (especialmente si elegís acompañarlo con agua, en lugar del vino propuesto). El salmón es uno de esos peces cuyo sabor es suficientemente fuerno para no verse afectados por el limón.

Ingredientes (para una persona)
  • Un filete de salmón ultracongelado.

  • un limón.

  • un puñado de cebolla ultracongelada.

  • una pizca de orégano (sería mejor tomillo, pero no tengo).

  • una cucharadita (de café) de aceite.


Elaboración
-Raspar con un cuchillo la piel del limón (sólo la parte amarilla) y reservar.
-Exprimir el limón, y añadir al jugo la piel reservada, la cebolla, el orégano y una cucharadita de aceite. Remover y dejar reposar.
-Untar con la salsa el fondo de una fuente de horno; colocar encima el salmón congelado y añadir el resto de la salsa.
-Hornear a 200°C durante veinte minutos (si sigue congelado, hornear otros 5 minutos).

Acompañamiento sugerido
Vino blanco de la tierra de Cádiz Antonio Barbadillo (de oferta en Lidl, 3,45€).

lunes, 27 de abril de 2009

Qué fácil es actualizar los datos en el censo electoral!!!

La Ü con diéresis te está mirando
En televisión parece muy fácil: actualizar cualquier dato del censo electoral está chupado, hombre. No sé por qué te preocupas. Venga, ve, consulta tus datos, y actualízalos sobre la marcha.

Facilísimo, ¿verdad? Pues no lo es, en absoluto.

Empezando por los plazos. La campaña informativa sobre la necesidad de actualizar los datos ha comenzado la semana del 20; la del 13, como sumo. ¿Y cuál es el plazo? Ocho días, ocho. Sí, sí, como los ocho días "de oro" del corte inglés, sólo que aquí son ocho de verdad, no quince. Además, como la ley electoral sigue sus propios cauces (no forma parte del procedimiento administrativo común), no se pueden realizar los trámites por correo.

Bueno, siempre está la actualización electrónica. Recuerdo que en las elecciones pasadas había algo así como una reclamación electrónica en la página del ayuntamiento.... Pues NO, ya no la hay. Ni tampoco existe ya la posibilidad de cambiar los datos del padrón por internet. Eso último desapareció poco después de que yo, agobiado por los infinitos trámites de mi empadronamiento y cambio de domicilio fiscal, decidiera solicitar un certificado de firma electrónica. Sospecho que la desparición está relacionada con una reclamación, poco posterior, en que expuse al ayuntamiento que la página de cambio de datos no funcionaba ni por H ni por B, pues necesitaba incorporar el certificado al navegador y a java, y aun así tenía problemas... quizá debidos a la diéresis de mi apellido.

Porque ahí está el intríngulis. Mi apellido tiene una diéresis que sólo se refleja, por casualidad, en el DNI. Cuando obtuve mi primer DNI "informatizado" (es decir, la primera serie editada por la FNMT, esa que todavía llevaba la fotografía escaneada en blanco y negro), la oficial que me atendió encontró por casualidad la diéresis de su ordenador, Símbolo que, en Abril de 1999, todavía no habían descubierto los informáticos que elaboran el programa PADRE de hacienda. Como esa diéresis siempre es motivo de susceptibilidades cuando presento el DNI para votar, decidí cambiar mis datos del Censo electoral allá por las antepenúltimas elecciones autonómicas (aquellas que Esperanza Aguirre ganó de penalti injusto en la prórroga, dos tránsfugas a cero).
Por aquel entonces ya hacía AÑOS que existían el estándar UTF-8 y su antecesor, el ISO-8859-1. Es más, creo que quien nos atendió a mi hermana y a mi en el ayuntamiento ya utilizaba un Windows 98 o incluso posterior. Sin embargo, escribir la diéresis se convirtió en un imposible: el sistema (que ya estaba basado en WEB, la misma web que soporta &Uacute [Ú], y por el que alguna empresa privada habria obtenido pingües beneficios) no la soportaba.

Así que cuando me domicilié en Carabanchel decidí probar suerte de nuevo. No recuerdo si tuve que luchar contra la aplicación Web, o si coloqué la diéresis pero el administrativo no la trasladó a la base de datos (tendré que obtener esa información esta tarde de mis padres, cuando les llame, pues en su casa está el resguardo). El caso es que me quedé sin la diéresis.

En las primeras elecciones en que voté en este domicilio (creo recordar que fueron las últimas generales) no me molesté en cambiar los datos, pues alguien cercano lo había intentado y no había podido. Pero, después de comprobar el verano pasado que la soportaban hasta en la Seguridad Social (entidad que seguro que usa mainframes tan antiguos como en Hacienda), decidí intentarlo.

Así que el domingo observé con horror que:
  • Mi inscripción seguía apareciendo sin diéresis

  • El plazo para corregirla terminaba hoy

  • A diferencia de ocasiones anteriores, ahora era imposible corregirla por internet

  • Para corregirla había que pedir cita previa, y aparentemente estaban dadas ya todas las citas de hoy en las oficinas municipales de mi casa y de casa de mis padres


Aun así, hoy he decidido colarme: he dejado el arroz acabando de cocinarse en la olla con el hornillo apagado, y he ido a "hacer tiempo" a la oficina municipal de atención al ciudadano (que, todo hay que decirlo, está al lado de mi casa). Después de aguardar un rato, durante el cual he gozado observando al personal (igual que otros habrán gozado viéndome a mí, todo hay que decirlo), me ha atendido una amable señorita que, ante mi consulta:

—Verá, quiero cambiar mis datos del censo electoral, no es el domicilio ni nada, sólo una diéresis que aparece en mi apellido.

Ha consultado a su compañero, que le ha confirmado que para ello hay que, primero, volver a empadronarse (trámite éste para el que siempre hay largas colas en Madrid), y que, aunque podían darme hora para el padrón, no podían modificar mis datos para estas elecciones...

Así que le he dicho que no, gracias, que ya me empadronaría en verano, cuando tengo tiempo para ese tipo de cosas... No he podido callarme una observación:

—Claro, pero, si hace cuatro años, cuando tenía tiempo para empadronarme, hubiérais puesto las diéresis...

Obviamente, me he callado que el estándar UTF-8 no es de "hace cuatro años", sino de hace quince, y que el 8859-1 es de hace veinte años...

Lo siento, pero es que me dan ganas de colgar retroactivamente a todos los ministros de ciencia y tecnología y equivalentes, y a los responsables del Instituto Nacional de Estadística... Y a todos aquellos que, mientras defendían con uñas y dientes la eñe, se olvidaban de la diéresis y los acentos... Porque no me vale que los admitan ahora.

Y, por cierto, si para modificar un detalle del censo electoral que ESTÁ CORRECTAMENTE REFLEJADO EN MI DNI tengo que pedir hora para empadronarme... ¿Por qué sólo dan un plazo de 8 días para las reclamaciones?

ESPAÑA NO ES UNA EÑE

jueves, 23 de abril de 2009

Una noche y muchos libros...

Aguardaba con especial entusiasmo la llegada de la Noche de los Libros de este año, pero al consultar la programación se ha ido bastante de mi interés. En Vallecas, donde trabajo, figuraban varias propuestas interesantes, pero no me apetece tener que moverme desde allí de noche, sin vehículo propio. A la vista de lo que había allí, era de esperar un magnífico despliegue de medios en el centro de Madrid. Pero, la verdad, no me ha acabado de convencer.
Aunque me gusta la literatura, no me he interesado nunca por conocer al autor en vivo, y quizá por eso no me llama la atención ninguna de las charlas y presentaciones de libros en las distintas librerías. Por otra parte, aunque me llaman la atención dos actos sobre E. A. Poe (uno en el Ateneo y otro en el Instituto Cervantes), tengo ciertos reparos hacia ellos. El primero es que nunca he pisado el Ateneo, donde se celebra el acto más interesante, y esperaba morirme algún día sin haberlo pisado. El segundo es que los dos tienen pinta de celebraciones frikis, y el frikismo es para mí un vicio solitario que no ha de ser compartido socialmente.

En fin, que supongo que al final iré a ver algo sobre Poe... Al fin y al cabo, puedo ir a dormir después a casa de mis padres, que está al lado.

miércoles, 22 de abril de 2009

Pózb qrfpnetne qr Fpevoq.pbz fva grare dhr unprefr han phragn

AVISO: Esta entrada describe un método que ya no funciona. Lea esto
WARNING: This article describes a method no longer working. Read this.

NIVFB: Rfgn ragenqn qrfpevor ha zégbqb dhr ln ab shapvban. Yrn rfgb.
JNEAVAT: Guvf negvpyr qrfpevorf n zrgubq ab ybatre jbexvat. Ernq guvf.


Abeznyzragr ab choyvpb rfgr gvcb qr gehpbf... Nhadhr ybf hfr...

Yb fvragb zhpub, creb fv unl nytb dhr zr erivragn fba rfbf fvgvbf jro qbaqr gvrarf dhr unpregr han phragn cnen cbqre qrfpnetne pbfnf. Fé dhr rf han cbyígvpn pbagen ry "yrrpuvat", rf qrpve, pbagen rfnf cátvanf "puhcnfnaterf" (nfí genqhpra "fnathvwhryn" b "fnonaqvwn" úygvznzragr ra ynf cryíphynf qr greebe) dhr raynmna qverpgnzragr n yn qrfpnetn, l ab n yn cátvan qbaqr rfgáa ybf abzoerf qr ybf nhgberf.

Nfí dhr ndhí in zv zégbqb cnen qrfpnetne qr Fpevoq.pbz. Shapvbaneá unfgn dhr fr qra phragn, nfí dhr cebphera ab nohfne (qrfqr yhrtb, ry zégbqb dhr qrfpevob ab rf ohrab cnen "yrrpurf").

Ry zégbqb erdhvrer dhr gratnzbf vafgnynqn han vzcerfben CQS (unl inevnf vzcerfbenf CQS tenghvgnf; ra pnfb qr arprfvqnq, cbqrzbf vafgnyne han vzcerfben CF (cbfgfpevcg) vzcevzvraqb ra ry chregb Svyr:, l yhrtb raivne ry erfhygnqb n han cátvan qr pbairefvóa qr qbphzragbf, b erpbairegveyb pba tubfgfpevcg, dhr rf cerpvfnzragr yb dhr unpr PhgrCQS, ry erfhygnqb aúzreb 1 qr "serr cqs cevagre" ra Tbbtyr).

  1. Ve ny yvoeb dhr fr dhvren qrfpnetne, cbe rwrzcyb Ybf Pnagbf qr Znyqbebe (ab fé cbe dhé, chrf rf záf oryyn yn rqvpvóa phonan qr ybf pnagbf, nhadhr fh vagebqhppvóa frn zrabf cebyvwn).


  2. Ra ry qbphzragb vapehfgnqb, chyfne ry vpbab "Fpevoq" (yn qrfpevcpvóa qvpr "noeve rfgr qbphzragb ra fpevoq".


  3. Ra rfgr zbzragb, urzbf novregb ry qbphzragb pbzb fv npnoáenzbf qr raivneyb abfbgebf n Fpevoq. Cbe gnagb, ny vzcevzve ry qbphzragb, éfgr ab fnyqeá ra oynapb (pbzb fhprqreín ra pnfb pbagenevb).


  4. Unprzbf pyvp qrerpub fboer ry qbphzragb vapehfgnqb l fryrppvbanzbf "Cevag Vcncre"


  5. Ra ry phnqeb qr vzcerfvóa, ryrtvzbf han vzcerfben dhr chrqn vzcevzve n CQS, CF, QwIh, Zvpebfbsg ZQV, Zvpebfbsg KCF, VCncre b ny gvcb qr qbphzragb ryrpgeóavpb dhr abf vagrerfr, l nprcgnzbf.


  6. Rfpevovzbf ry abzoer qr nepuvib l nprcgnzbf.


RQVPVÓA: Fv fóyb dhvrerf ry grkgb, chrqrf bograreyb pba yn bcpvóa cnen vapehfgne ry qbphzragb ra yn cátvan jro, fryrppvbanaqb yn bcpvóa qr vapyhve ry grkgb pbzcyrgb.

El cuento del miércoles: Transporte limpio

—Habría que inventar alguna vez —dijo Manuel sacudiéndose el polvo— un medio de transporte más limpio. Estoy harto de estas partículas residuales.
—No te quejes —respondió Felipe a los pocos segundos—. Si hubiéramos viajado en un destructor, habrían tenido que recomponerte con injertos.
—Ya lo sé, pero... ¿No habría alguna forma de moverse sin experimentar esta horrible sensación de mareo?

Manuel y Felipe estaban en la entrada de servicio del Quinto Ministerio, para tramitar los papeles de residencia del nuevo mayordomo de Manuel, que había resultado estar fabricado en Saip. Las importaciones de Saip estaban temporalmente restringidas a causa de una rebelión que duraba ya diez años, y había que consultar el Archivo Diplomático para comprobar que el viejo Ramón no hubiera llegado de manera clandestina. Los trámites hubieran sido más simples si el archivo hubiera dependido del Centésimo Cuarto Ministerio —Relaciones con Saip—, pero, en la última reestructuración, se habían centralizado los archivos diplomáticos de las diversas colonias y estados satélite en el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Después de medio minuto de atenta lectura de los carteles, Manuel decidió interrogar a uno de los bedeles.
—Disculpe, ¿el archivo diplomático?
—¿Ha pedido cita para la consulta? Si no lo ha hecho, debe rellenar un impreso M-5-7098215 y pedir número para las ventanillas de la cuarta planta. El impreso y el número se solicitan en la misma planta, pero primero ha de acreditarse en el mostrador de seguridad.
—Bueno, creo que tengo cita... pero no estoy muy seguro. Tengo esto.
—Déjeme que vea... Ah, es una simple diligencia de remisión. La solicitud cursada en el Ministerio Centésimo Cuarto es transferida al Archivo Diplomático... Un asunto de Saip, ¿Verdad? Entonces, dicha solicitud debe ser revisada. ¿Le ha llegado una carta a su domicilio?
—No, creo que no...
—Voy a comprobarlo... —dijo el bedel, escaneando rápidamente el código de barras de la diligencia antes de proseguir— A ver... ¡Aquí está!. Debería haberle llegado esta notificación de no conformidad —y tendió a Manuel un grueso sobre que había sacado de su manga.

Antes de que pudieran examinar el documento, el bedel salió corriendo para atender a otra persona que hacía gestos histéricos desde el teletransportador.

—¿Qué dice el papel?
—Básicamente, se nos recuerda que el estado de rebelión en Saip hace necesaria la clasificación de los archivos correspondientes, y que se ha de hacer constar dicha situación en cualquier documento en que se nos pida certificación oficial de la fecha de entrada en el país.
—Pero, ¿eso no es lo que le dijiste al empleado cuando presenté la solicitud de residencia en el ayuntamiento?
—Habrá que probar suerte en la cuarta planta. ¡Vaya trastos más...!

Sin necesidad de oír a Manuel, Felipe respondió a la salida del teletransporte:
—Pues creo que en Saip usan camiones.

Sobre el IVA...

El otro día leí un ¿disparatado? artículo en que se proponía rebajar la presión de las cotizaciones sociales sobre los empresarios y equilibrar las cuentas subiendo el IVA. Es cierto que en España tenemos unos impuestos directos muy altos, pero, a cambio, tenemos un IVA muy bajo (lo descubrí una vez que intenté comprarme el antivirus por internet, pero en Europa... Me obligaban a hacerlo en Irlanda, con un IVA del 18%. Desde entonces, lo compro en USA).

Para el que quiera saber por qué nuestro IVA es tan ¿bajo? (más bien, moderado) puede ser edificante la lectura de este artículo sobre la introducción del IVA en España.

Además, os recuerdo que la introducción del IVA fue seguida de una serie de promesas de eliminación del resto de impuestos indirectos... En el caso de alcohol, tabaco y gasolina, dicha eliminación nunca llegó...

Y luego se quejan de que los impuestos "directos" sean altos...

domingo, 19 de abril de 2009

Cómo crear los discos de recuperación de un Acer Extensa

Nota: Este procedimiento está dirigido a un Acer Extensa 5620Z. Supongo que en otros modelos de Acer del mismo año (2008) funcionará de forma parecida.


Nota2: En caso de pánico (por ejemplo, si resulta que no se crearon los CD en su día y el sistema está completamente destruido), pulse ALT-F10 durante el arranque (en la pantalla del logotipo de ACER) si necesita recuperar el sistema desde disco duro. OJO: SE DESTRUIRÁN TODOS LOS DATOS. ALT-F10 sólo funciona si "D2D recovery" está activado en el setup (pulse F2 en el logotipo de ACER para cambiar esa configuración). Si quiere recuperar sus datos antes de destruirlos, pida a algún conocido que cree un disco de rescate Bart PE para poder acceder a sus datos y salvarlos en CD antes de reiniciar.


Introducción


(ir a Instrucciones)

Cuando a mi padre le regalaron un portátil Acer Extensa 5620Z por su jubilación, me llamó la atención que en el mini-manual de "primeros pasos" no apareciera el procedimiento de creación de discos de seguridad.

Ese Acer era el primer portátil con windows preinstalado que poseía alguien de mi familia (mi portátil previo lo compré sin sistema para instalar linux, y venía con sus discos de drivers para el caso de que se instalara windows), pero no el primero que veía: mi vecino, que a menudo me consultaba para casos informáticos, había tenido un portátil IBM, un Toshiba y uno o dos HP (no recuerdo cuántos), y el primero llevaba sus discos de rescate, mientras que los últimos incluían un programa para generarlos.

Durante mucho tiempo no le di más vueltas al asunto, pero, al ver que varios conocidos eran afectados por virus, decidí que había que hacer algo. Primero pensé en utilizar Microsoft Backup, pero descubrí que, a diferencia del Microsoft Backup de Windows XP, el de Windows Vista Home carece de una utilidad para generar discos de recuperación de sistema. Vaya, qué windows más bonito y más inútil. En todo caso supongo que, como en Windows XP, en Vista seguirán sin haber tenido en cuenta la necesidad de crear archivos pequeños que quepan en discos externos formateados como FAT o en CD-Roms.

Así que seguí buscando. Los ACER incluyen una utilidad de Shadow Copy, "NTI Shadow", que no deja muy claras sus ventajas frente a Windows Backup (parece estar optimizada para actuar como servidor de backup en disco USB; además, no queda muy claro si es una versión completa o la típica versión de prueba que te deja tirado cuando quieres recuperar tus archivos).

También incluyen una utilidad de ACER llamada e-recovery. ¿Sería ahí donde estaban los discos de rescate?

Al abrir E-Recovery, lo primero que aparece es un mensaje sobre la necesidad de establecer una contraseña, y mi padre no es muy bueno a la hora de manejar contraseñas. Seguramente, fue eso lo que me hizo desistir de seguir investigando dicha opción. Pero, consultando en el manual, queda claro que es precisamente e-recovery el programa encargado de hacer copias de seguridad y rescates del sistema.

Instrucciones



  1. En la barra de ACER, hacer click en e-recovery. También se puede acceder desde el menú inicio->Todos->Acer Empowering Technology->Acer E-Recovery
  2. .
  3. Si nos pide que establezcamos una contraseña, introducir una contraseña fácil de recordar y un recordatorio relativamente evidente (para mi padre podría ser: "Primer pueblo del tomo censurado").
    Es cierto que conociendo esa contraseña cualquiera puede acceder a los datos de nuestra copia de seguridad y, mediante ellos, ver nuestros documentos más secretos. Pero creo que a este nivel lo más importante es poder recuperar los datos. En todo caso, si nuestro disco duro no está cifrado, ¿para qué establecer una contraseña?

  4. En la parte inferior de la ventana aparecen tres opciones: "Hacer copia de seguridad", "Crear disco" y "Reinstalar". Nos interesa la segunda opción "Crear disco".

  5. Lo primero que necesitamos es generar los discos de rescate de windows. Necesitaremos 9 CD-R o 2 DVD-R. Lo ideal sería utilizar 1 DVD-R y 2 CD-R, porque realmente vamos a grabar 4,90 gigas (el primer DVD-R no puede ser un DVD9 de alta capacidad); sin embargo, no he probado esa posibilidad.
    1. Preparar 9 CD vírgenes o 2 DVD vírgenes
    2. Pulsar en "Crear Disco Predeterminado."
    3. Seguir las instrucciones.

  6. A continuación, nos interesa una copia de todos los drivers y aplicaciones propias de ACER. Para hacerla, necesitaremos 2 CD-R o 1 DVD-R (ocupa 1 giga, por lo cual sería ideal poder reaprovechar el último DVD del juego anterior, pero es IMPOSIBLE).
    1. Preparar 2 CD Vírgenes o 1 DVD virgen)
    2. Pulsar "Crear Controlador y Disco de Segurad de la Aplicación"
    3. Seguir las instrucciones.

  7. Finalmente, con "Crear disco de seguridad de la configuración" podemos hacer un backup de nuestra configuración actual. En principio, dicho backup se guarda en disco (ocupa varios gigas) y no he podido comprobar aún si existe la posibilidad de almacenarlo posteriormente en CDs.

miércoles, 15 de abril de 2009

El cuento del miércoles... en la madrugada del jueves: Imitando al maestro (II).

(Leer la primera parte)

En nuestro descenso del Amazonas a bordo del María habíamos podido cargar las baterías de los ordenadores, y por eso no nos importó utilizarlos para fines personales, como examinar detenidamente las fotografías del grupo. Lo que nos había parecido un defecto de iluminación producido por el paulatino deterioro de las baterías —el color de los rostros cada vez más desvaído a medida que pasaban los días— fue evaluado de otra manera cuando Diego Sánchez, nuestro fotógrafo, se dio cuenta de que el bonito bronceado que lucíamos en las primeras imágenes no podía ser un error, y que nuestras pieles habían adquirido un color pálido más propio del norte de Europa que de la tórrida España.
Nuestra palidez no era, sin embargo, sonrosada, sino que tendía hacia un mórbido color azul que con el paso de los días tendió a volverse grisáceo.

Los cuatro días que duró la travesía los pasamos encerrados en los camarotes, aprovechando el aire acondicionado, una rara comodidad en buques de ese tipo. Sólo salíamos de nuestro refugio por las noches o para fumar algún cigarrillo, ya que Diego era bastante intolerante a este respecto.

El tercer día, a eso de las cuatro de la tarde, habíamos acabado una partida de Carrilé cuando uno de mis ayudantes, Pedro Suárez, salió un momento a fumar, no sin antes advertirnos que contáramos con él para la siguiente partida. Minutos después, visto que no aparecía, salí a buscarle a cubierta. Pregunté a los marineros, y me dijeron que había ido a popa, donde estaban los excusados. Allí no encontré ningún rastro de él. Después de probar suerte en su camarote, comuniqué la noticia al resto de mis compañeros y al capitán del buque, que, antes de organizar una minuciosa búsqueda por las reducidas dependencias de la nave, comprobó con sus prismáticos que no hubiera en el agua indicios de una caída accidental. Al no hallarle, hubimos de suponer, con todo, que había caído por la borda y le dimos por muerto.

Al llegar a Santarem, llamamos a Brasilia para ponernos en contacto con la embajada, y después declaramos ante las autoridades locales. Después, tomamos un avión a Río, desde donde volvimos a la península.

La vuelta fue penosa, porque tuvimos que pasar largas horas declarando ante la policía a nuestra vuelta. Donde las autoridades Brasileñas sólo habían visto un caso de mala suerte (nadie asumía que el buque tuviera que volver a buscar el cuerpo), los españoles vieron una grave negligencia. Sin embargo, no fue eso lo que más nos preocupó.

No llevábamos ni dos noches en España cuando me llamó Sánchez, alarmado. Inicialmente pensé que habían decidido acusarlo de la muerte de Suárez: nadie ignoraba que el fotógrado acumulaba una gran cantidad de deudas de juego a favor del desaparecido. Sin embargo, todos habíamos visto cómo permanecía en el camarote, jugando a las cartas: en todo caso, deberían sospechar de mí, que había salido.

El asunto de la llamada de Sánchez era otro: estaba muy preocupado con su piel. Decía que, al ducharse, se le habían desprendido jirones, como si se hubiera quemado con el sol. Me preguntaba si tenía alguna relación con la extremada palidez que habíamos desarrollado. Yo le tranquilicé: seguramente, el sol de Río había atacado a nuestra piel escasamente pigmentada.

Fue lo último que supe de Sánchez. Después, desapareció, y, como saben, los periódicos extendieron infundadas sospechas sobre su persona. Pero es ahora, cuando he comprendido el alcance de sus palabras. Así que haré lo mismo que Suárez, lo mismo que Sánchez, lo mismo que he sugerido a mi ayudante que haga, si quiere preservar a su familia de la locura. Huiré, de noche, a la playa, y, en un lugar solitario, me despojaré de la ropa y comenzaré a nadar alejándome de la orilla, para que nadie pueda ver mis pies membranosos ni mi piel cubierta de escamas...

lunes, 13 de abril de 2009

Desmayos...

Está decidido. Ya no puedes seguir durmiendo con esa sensación en el vientre. Sales del cálido lecho a la atmósfera helada del cuarto y caminas hacia el excusado. Está junto a tu alcoba pero, aun así, se hace largo el camino.
No has terminado de orinar y sientes de forma repentina un rayo candente que sube hacia tu nuca. Entonces recuerdas lo que te dijo el doctor. Antes de que te abandonen las fuerzas, te aferras a la pared y te retiras a tu cuarto. Mientras te derrumbas sobre el lecho te preguntas por qué te cuesta ahora dormirte, si era la adrenalina lo único que, según la medicina, te mantenía despierto.

lunes, 6 de abril de 2009

No me gusta...

No me gusta que me enlacen desde páginas privadas a las que yo mismo no puedo acceder, por ejemplo desde malogra. Así que quienes vengan de dichas páginas tendrán que tomarse la molestia de saltarse mi script de redirección (por ejemplo, ocultando los referrer o bien cortando la dirección y pegándola en la barra de direcciones), hasta que tengan la cortesía de decirme por qué me han enlazado, si hablan bien o mal sobre mí y por qué no quieren que nadie vea su página.

(Nota: Si sois redirigidos aquí, podréis acceder al resto de mi página haciendo clic en el menú del lateral).

miércoles, 1 de abril de 2009

El cuento del miércoles... en la madrugada del jueves: Imitando al maestro.

No está muerto todo lo que yace bajo el cielo y, con el paso de eones, hasta la muerte puede morir.
HPL


Durante las pasadas semanas, los medios han especulado con las causas del repentino fallecimiento del doctor Mendoza. El estado de salud del eminente herpetólogo se había ido deteriorando desde su vuelta de la expedición herpetológica del Amazonas. Un informante anónimo nos ha permitido identificar un perfil de blogger que el doctor activó en los últimos meses. Para su mejor comprensión, nos hemos tomado la libertad de organizar todas estas notas.

Todos se preguntan el origen de mi enfermedad. La medicina tropical no parece haber topado hasta la fecha con síntomas parecidos a los que me afectan. Y, mientras tanto, contemplo, cada día, como mi rostro se desfigura y mi piel se torna gris y apergaminada. Los médicos me preguntan por qué lugares he pasado, qué alimentos he probado, si he consumido agua de origen sospechoso. ¿Cómo, Dios bendito, voy a poder responder a sus insensatas preguntas? ¿Podrá mi cordura soportar sus inquisiciones?

El objeto de la expedición herpetológica del Amazonas fue localizar ejemplares de una nueva especie de reptil avistada por los garimpeiros de la cuenca alta. Las descripciones de nuestros informantes diferían en muchos puntos, pero coincidían en un par de aspectos fundamentales. Se trataba de un lagarto de gran tamaño, similar (algunos afirmaban que mayor) al dragón de Komodo. y sus hábitos eran, al parecer, nocturnos.

Guiados por un grupo de gentes del lugar, llegamos a la zona donde había tenido lugar la mayor parte de los avistamientos. Se trataba de un antiguo poblado que sus habitantes habían abandonado ante la invasión de los buscadores de oro. Muchas de las chozas albergaban todavía utensilios indígenas. Uno de los garimpeiros me dio, como un trofeo, el esqueleto de una pequeña mano, como de simio. Puesto que dichos animales quedan lejos de mi especialidad, pregunté la especie:
—É a mão de um macaco?
Los garimpeiros rieron.
—não, mas uma criança!
Horrorizado, dejé caer la manita infantil al suelo, y salí de la cabaña sin querer indagar el contenido de los recipientes de barro que se veían en un rincón.

Junto al poblado indígena existía una balsa maloliente, que en un principio supuse creada por los propios garimpeiros. Los mineros nos dijeron, sin embargo, que formaba parte del poblado y estaba destinada a almacenar sus aguas residuales. Me sorprendió que no empleasen el río como cloaca, pero no quise tomarme el trabajo de traducir las pormenorizadas explicaciones del guía.

A pesar de lo que piensan los médicos, en todo momento cuidamos de beber exclusivamente el agua embotellada que traíamos con nosotros. Habíamos previsto la posibilidad de que se agotase, y por ello nos habíamos provisto de un alambique. Más que al cólera o a la disentería, habituales en la zona, temíamos a la alta concentración de metales pesados en el río. También habíamos preparado un abundante suministro de víveres en conserva, pero he de reconocer que en ciertas ocasiones cedimos a la tentación de la caza.

La primera noche, colocamos nuestras cámaras en los puntos de paso habituales de la fauna del lugar. Dado el gran tamaño del lagarto supusimos que sería terrestre, pero tuvimos la previsión de montar un par de plataformas de observación para criaturas arborícolas. Las modernas técnicas de detección de movimiento, unidas a la transmisión inalámbrica de imágenes, nos permitieron establecer un puesto único de control en una tienda habilitada al efecto. A lo largo de la noche, haríamos turnos de guardia para avisar a los demás si alguna de las cámaras avistaba la criatura que buscábamos.

No fue hasta la semana siguiente que nos dimos cuenta de que faltaba José. Era el más anciano de los garimpeiros, y el patrón no había puesto ninguna objeción a que se nos uniera, pues su vista ya no le permitía trabajar en los lavaderos. A pesar de su sangre mezclada, tenía la piel inexplicablemente pálida, pero siempre lo achacamos a su elevada edad. Después, cuando faltó, sus compañeros nos dijeron que apenas tenía 35 años. Tampoco nos extrañó demasiado: 35 años son muchos para pasarlos entre la asfixiante atmósfera húmeda de la selva y los nocivos vapores del azogue. Después, a lo largo de la ruta de vuelta, pude comprobar que muchos de los trabajadores tenían el aspecto de José.

Con un perro que nos prestó el patrón, seguimos el rastro de José hasta el tronco de un árbol. Allí vimos, por primera vez, las huellas del gran lagarto que íbamos buscando. Seguramente el garimpeiro, tras encontrar casualmente al animal en el transcurso de una salida en busca de leña, había trepado al árbol para refugiarse, quizá con resultado mortal: en las copas, a mas de diez metros de altura, acechaban horrores mucho peores. Aunque no pudimos hallar su cadáver, celebramos un pequeño responso. Después, volvimos a la base de aquel árbol para tomar un molde de las huellas.

A los dos días desapareció otro de nuestros guías, Simão. Era un hombre duro, uno de los capataces del patrón: el resto de los garimpeiros sentían auténtico pavor cuando se les aproximaba. Las cámaras registraban cómo había salido del campamento de noche, quizá para cazar: nos aterró la idea de que incluso uno de los más rudos guías locales pudiera ser presa de un depredador.

Como en la ocasión anterior, perdimos su rastro al pie de un enorme árbol.

Las dos semanas siguientes transcurrieron sin problemas, pero también sin resultados productivos. Los diversos miembros de la expedición aprovechamos para tomar muestras de varias especies, pero no apareció por ningún lado aquel enorme lagarto cuyas huellas habíamos visto. Finalmente, decidimos volver a Manaos para, desde allí, emprender el regreso a la costa.

La última noche, el patrón nos invitó a una fiesta en su casa. Acudimos por puro compromiso, y obsequiamos a nuestro patrón con unas botellas de brandy de Jerez cuyos principales consumidores fuimos nosotros mismos, pues sabíamos que la ingestión de cualquier bebida podía afectarnos, especialmente si la acompañábamos con hielo. Después de la cena nos hicimos unas fotografías. Creo que fue durante el viaje de vuelta, al ver en el ordenador todas las fotografías del viaje, cuando nos dimos cuenta de cómo se había diluido nuestro color de piel.

(CONTINUARÁ)

ScriptFrenzy 2009 arranca...

Sólo una breve entrada para recordarles que el 1 de abril comienza el ScriptFrenzy, ese absurdo reto consistente en escribir un guión (para TV, cine o cómic) o una obra de teatro de 100 páginas en 30 días. Anímense, que aún están a tiempo...

Más información: www.scriptfrenzy.org.

mi guión de 2007