Admirable el artículo de Paloma Pedrero este sábado en la trasera de "La Razón". Admirable, digo, como ejemplo de la ignorancia que una generación entera tiene acerca del mundo de los videojuegos: "¿No llevan las películas una recomendación de edad?¿Por qué, entonces, los videojuegos violentos no la llevan?"
Me pregunto si habrá acompañado alguna vez a sus hijos a comprar videojuegos. Pues, en ese caso, sabría que no sólo llevan recomendaciones de edad, sino que —a diferencia de lo que ocurre en el cine— se indican los motivos que han llevado al fabricante a clasificar el juego: violencia, palabrotas, desnudez parcial, etcétera. Si compramos a nuestro hijo un videojuego que en los iconos de clasificación PEGI lleva un "+18", un puño y una jeringuilla, no podemos quejarnos si luego se trata de un juego hiperviolento.
PEGI es un sistema de autocontrol, al igual, por cierto, que ocurre actualmente con el cine. Y es cierto que no aparece en los videojuegos "independientes", por limitaciones evidentes de su productor —tampoco podemos esperar que estén clasificados muchos cortometrajes—, como tampoco en las descargas ilegales de cualquier tipo de contenido. Para este último caso, mis recomendaciones coinciden con las de Paloma: nunca deje al chaval "aparcado" frente al ordenador... y procure no cederle el puesto de administrador único de la computadora.
Para más información: http://www.pegi.info/es/index/
(Por cortesía, se ha enviado una copia de este artículo al diario citado).
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