Al final de un día de mierda,
te vas a la cama
y entonces la hueles:
la mierda en el zapato.
La mierda en el zapato,
al final del día
cuando piensas
que no queda ya nada que pueda pasarte;
cuando sientes
que no estaba todo perdido, que aún quedaba algo
por perder
y no eras consciente de ello.
La mierda en el zapato
que te obliga a seguir despierto,
a deshacerte de ella, a derrochar detergente,
a lavarte las resecas manos
y escribir
un poema de mierda.
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