VENEZIA, Mariolina: Hace mil años que estoy aquí, Madrid, Gadir, 2007
336 páginas
ISBN: 84-935237-9-8
Género: Narrativa Italiana / Novela Histórica / Costumbrismo
Precio: 19,24€ [oficial] (2 euros mercadillo Schönstatt 2011)
336 páginas
ISBN: 84-935237-9-8
Género: Narrativa Italiana / Novela Histórica / Costumbrismo
Precio: 19,24€ [oficial] (2 euros mercadillo Schönstatt 2011)
Esta novela traza las andanzas de una familia del sureste italiano (ese sureste de grandiosas mansiones recubiertas de frescos y míseros hogares excavados en la roca) desde el comienzo de la unificación hasta la década de 1990. Tiene algo de mil y una noches, algo de novela histórica, algo de costumbrismo y, aunque ni la autora ni el redactor de la solapa lo confiesen, un nosequé de realismo mágico que comienza recordando a García Márquez (por ejemplo, en el episodio de la fuente de aceite con que comienza la obra) y acaba remitiendo a Isabel Allende.
La historia se estructura en torno a las diversas generaciones de la familia del personaje que cierra la novela, comenzando por un terrateniente que vive en pecado y continuando por sus hijas y nietas, pero saltando en cada momento a otras historias de cada época: el bandolerismo del siglo XIX, la emigración de comienzos del XX, la guerra mundial y las promesas incumplidas del gobierno, la represión fascista y los experimentos socialistas, el descubrimiento de riqueza en la Puglia que no revierte sobre la población, las migraciones interiores, la liberación sexual, los paraísos artificiales de la década de 1970, las ilusiones rotas, una y otra vez, por el choque entre las esperanzas y la realidad.
Parece ser, confiesa la autora, que hay mucho de memoria de su propia gente en el relato, y por eso el fondo costumbrista que ya se ha mencionado: se describe perfectamente qué se comía, cómo se vestía, cómo se hablaba, qué hacían o dejaban de hacer las mujeres en cada momento de la historia. Y ese es uno de los encantos de esta novela, que transporta al lector a un mundo donde comer todos los días era un lujo al alcance de pocos. Y lo hace sin caer en ese síndrome de los Picapiedra que tan a menudo lleva a los escritores a poner pensamientos actuales en mentes decimonónicas.
Pero quizá sea eso, también, lo que ha hecho que esta deliciosa obra pasara desapercibida entre tantas novelas históricas al uso.
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