jueves, 12 de julio de 2012

G. K. Chesterton: El candor del padre Brown.

CHESTERTON, G.K.: El candor del padre Brown, Madrid, El País, 2004
268 páginas
ISBN: 84-96246-77-9
Género: Narrativa Británica / Novela de detectives
Precio: 1€+periódico [oficial] (1 euro mercadillo Gandía 2012)



La colección de cuentos policíacos El candor del padre Brown es, junto con El hombre que fue jueves, una de las obras más conocidas de Chesterton. Suele ser un libro recomendado a los adolescentes, pero no sé hasta qué punto podrán estos disfrutar de las referencias religiosas e ideológicas que salpican por todas partes la figura de su protagonista, un curita enclenque, con cara de inocencia (de ahí el "candor" que se le atribuye en el título) pero que resulta un sabio conocedor de los entresijos del alma humana. A su lado, los franceses Valentin y Flambeau, a quienes el racionalismo y la lógica impiden comprender los motivos ocultos que impulsan al hombre hacia el mal.

Realmente no puedo decir cuál fue la idea del autor al crear este personaje. Como más conocedor de la literatura e historia española que de la británica, me resulta fascinante que se defienda el catolicismo de Brown a través de lo mismo que se utiliza para atacar el del Magistral de La Regenta: el polémico sacramento de la penitencia, que otorga a los católicos un perdón que es inalcanzable para los calvinistas (grupo atacado continuamente en esta colección de relatos), pero contamina el alma del sacerdote haciéndole conocedor de oscuros secretos. Para Chesterton, el catolicismo es perdón: Brown busca continuamente la contrición de los ladrones y asesinos, sin importarle excesivamente las leyes de los hombres.

En cuanto a la trama policiaca, normalmente el autor nos oculta toda la información necesaria (y en algún caso, como esa «habitación cerrada» que es el relato «el jardín secreto», llega a recordar los trucos más trapaceros de Agatha Christie), aunque en los últimos cuentos el autor juega limpio y deja que el lector reconstruya los hechos, así que quienes buscan en este tipo de lecturas un rompecabezas que armar se verán defraudados.

En cambio, brillan la pintura de ambientes, el retrato de tipos, la descripción de costumbres y la sátira social, que nos sumergen en la Gran Bretaña de finales del siglo XIX y comienzos del XX, un tiempo en que la complicada sencillez de este cura de aldea parece ya totalmente fuera de lugar, y precisamente por ello triunfa.

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