Es curioso cómo surgen los asuntos que trato en este diario. A menudo, cuando camino por la calle, un detalle llama mi atención, y pienso: «debería escribir esto en el blog». Frecuentemente, construyo un artículo completo en mi cabeza, que obviamente habré olvidado cuando me siente ante la pantalla. Y lo más habitual es que, con el paso de las horas, decida que no vale la pena escribir una línea. Pero, de repente, el mismo detalle surge acá y allá, y al cabo de una semana o dos se ha convertido en una conjunción de referencias que me impelen a escribir algo sobre el tema.
Digo esto porque, en el caso que vamos a tratar, he visto cientos de referencias a lo mismo (bueno, ellos no sabían que era lo mismo) y necesito organizar, de alguna manera, mis ideas.
Voy en el metro. Enfrente, un adulto joven con lo que parece un libro de ciencias naturales escrito en inglés. Inmediatamente deduzco que se trata de un profesor de un centro bilingüe. Y eso me lleva a mi primera idea. A saber:
1. En los (cada vez más numerosos) centros bilingües, las ciencias se enseñan en inglés. ¿No existe el peligro de crear una generación carente de vocabulario científico castellano?
Días después, un artículo sobre la transmisión del conocimiento científico llama mi atención. Se da la circunstancia de que mi hermano estuvo, durante una temporada, interesado en el tema, y lo aprovechó como asunto para un trabajo durante el curso de formación de profesores (otra cosa es que J. A. Marina —desconociendo los diversos significados de la conjunción O en español, que desde luego no se limitan a los reseñados por lógicos y matemáticos— se lo aceptara).
En el artículo, de nuevo, una referencia a la lengua:
2. Uno de los elementos que ha facilitado la difusión universal del conocimiento es el uso del inglés como lengua franca.
Efectivamente: como dice el artículo, Mendel fue un perfecto desconocido durante 30 años, y sólo cuando alguien rescató y tradujo sus trabajos se consiguió divulgar sus descubrimientos. El ruso Mendeleiev podría ser otro ejemplo. Por lo que a mí respecta, comprendo la necesidad de la lengua franca: ¡Me molesta tanto que a Antti Aarne le diera por nacer en Finlandia! Gracias a Thompson, un americano, he podido leer algo sobre sus trabajos.
En cualquier caso, resulta curioso tratar de promocionar la lengua española en Internet y, a la vez, promover el uso de otro idioma en ámbito científico. De hecho, la gente usa el inglés en Internet porque sabe que encontrará más lectores si emplea dicha lengua; es decir, por la misma razón que al escribir papers.
Más tarde, un artículo en alguno de los cinco o seis diarios que leo diariamente (¡¡y además, de gorra!!), probablemente en El País, menciona que un tal Maalouf (en el periódico no aclaran si se trata del famoso escritor Amin Maalouf) propone el conocimiento de una «segunda lengua materna», que no sea el inglés, y su asociación a un conocimiento cultural. Es evidente que el señor Maalouf se refiere al francés, pero aquí hay algo que no cuadra... Veamos la segunda idea:
3. El inglés es la lengua franca del comercio y la ciencia, pero parece que la «excepción cultural» exige el uso de una lengua distinta.
Finalmente, algo que no sé si será parte del circo nacional, pero que desde luego es una idea que llevaba tiempo rondándome la mente: los andaluces proponen enseñar eusquera, gallego y catalán para facilitar la movilidad de los trabajadores. Realmente, es una idea interesante que quitaría razón a quienes apoyan el favoritismo hacia trabajadores de una autonomía excusándose en el "privilegio por razón de idioma" que tienen catalanes, gallegos y vascos en su tierra. Sin embargo, sospecho que podríamos rescatar la idea del artículo anterior y concluir:
4. Si conocer una «segunda lengua» y una «segunda cultura» es una ventaja, ¿por qué no conocer la segunda lengua y segunda cultura de la propia nación?.
EDICIÓN (16-VI-8): Pequeños arreglos de estilo
1 comentario:
Te cuento algunas de mis experiencias:
estuve dando clase a una niña que había cursado primaria en un centro bilingüe, con lo que, efectivamente, sabía bastante inglés. Pero sus libros(especialmente el de naturales) era de un nivel bajísimo ya que parecía más encaminado a enseñar inglés que ciencias (de hecho, por eso yo le daba clases: estaba suspendiendo todas las asignaturas menos inglés)
Por otro lado, enseñar inglés es algo que no se puede eludir, ojalá a nosotros nos hubieran metido en una inmersión lingüística desde los 4 años. Pero, claro, si eso va a espolear tus conocimientos científicos... Como siempre, buscar el medio entre ambos saberes sería lo ideal (teniendo en cuenta que un niño de 4 años puede perfectamente aprender inglés, español y cuantas lenguas quiera y de una forma mucho más fácil que lo hace un adulto)
Y por último, sobre conocer las otras lenguas de España, también me hago yo esa pregunta. Fuera de lo que es el ámbito catalán, vasco, gallego, astur, etc. se desconoce la lengua e, incluso, dentro de estos ámbitos. Pero, ya sabes, cuestiones políticas y prejuicios lingüísticos (sobre todo lo 1º)
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