viernes, 29 de septiembre de 2006
Monitor vertical...
P.D. Si tuviera una casa tan grande como la finca de mi amigo Pancho, yo también me compraría un recreativo.
miércoles, 27 de septiembre de 2006
Arte del equilibrio
La política es el arte de brindar una a Dios y otra al Diablo.
Mientras desde todas las instancias de la administración se nos alaba el reciclaje,
Mientras se suben los tipos de interés para desmotivar el consumo,
La administración incentiva la compra de nuevos coches, ordenadores, y electrodomésticos,
Y el achatarramiento de los antiguos.
La política es el arte del equilibrio.
martes, 26 de septiembre de 2006
Cómo resetear el contador del depósito de tinta gastada de una Canon S330
El lunes pasado mi Canon S-330 Photo comenzó a mostrar el siguiente mensaje de error:
"El depósito de tinta usada está casi lleno"
En ese momento, dirigí todo mi odio hacia los técnicos que habían imaginado tal mensaje de error, sin proporcionar al usuario ninguna ayuda, ni en el monitor de impresión ni en la página web (buscando en español en Google, veo que las impresoras de la serie ip muestran, en tales casos, un consejo adicional: "mande la impresora al servicio técnico"). De todos modos, es de agradecer que Canon avise de que la impresora está a punto de finalizar su vida útil: ni mi antigua HP ni la de un amiguete dieron ningún mensaje al respecto, y ambas murieron con una montaña de tinta que llegaba al eje del carro.
Perder la HP fue frustrante, pero fatal. En el sentido de que estaba destinado a que se estropeara, pues no he visto impresora HP buena desde mi vieja Deskjet-500C (entre el hard estropeado de hp que poseo o he poseído cuento un escáner de gama alta, muerto a los dos años, una grabadora de CD y una Deskjet 950C, impresora que podemos considerar "de gama media" porque soportaba Centronics y USB cuando el primero estaba cayendo en desuso). Si bien me resigné a perder esa impresora, le tengo amor a mi S330, en cambio. Especialmente porque es una de las impresoras más baratas de mantener que conozco. Así que trataré de arreglarla.
¿Cómo solucionar el problema? Lo primero que deberíamos hacer es limpiar el depósito de tinta usada, que no es sino el lugar donde los cartuchos descansan cuando no usamos la impresora. Si lo miramos, veremos un charco de tinta que a veces crece hasta amenazar la integridad de la impresora.
Sin embargo, limpiándolo no resolvemos TODO el problema. Las impresoras usb baratas, como esta Canon, tienen sensores muy simples. Del mismo modo que calculan la tinta disponible en el cartucho contando las veces que se ha utilizado la impresora (lo cual produce problemas cuando la impresora es utilizada por dos ordenadores distintos), calculan la posibilidad de que el depósito de tinta sobrante se llene basándose en la cantidad de páginas impresas a lo largo de la vida de la impresora. Por tanto, después de limpiar el depósito hay que poner el contador a cero.
La manera de hacerlo es la siguiente:
- Apaga la impresora.
- Pulsa el botón "continuar" y, manteniéndolo pulsado, presiona "encender". Mantén pulsados ambos botones.
- Manteniendo pulsado "encender", suelta "continuar".
- Sigue manteniendo "encender". Pulsa y suelta "continuar" por segunda vez.
- Sigue manteniendo "encender". Pulsa "continuar" por tercera vez y suelta ambos botones a la vez.
- Parpadearán luces verdes y luego quedarán fijas.
- Cuando la luz verde sea fija, pulsa "continuar" 4 veces.
- Pulsa "apagar". Si la impresora no se apaga, púlsalo otra vez.
- Desenchufa el usb de la impresora y desinstala el driver de Canon (este paso es necesario porque al resetear la impresora, Windows le asignará un nuevo "número de serie", que impedirá que funcione con el driver anterior; pero si no desinstalamos el driver antiguo, se mantendrá el error de depósito lleno) .
- Enchufa el usb de la impresora y enciéndela. Windows te pedirá el driver (si no sabes dónde está el CD, obtenlo de la web de canon).
lunes, 25 de septiembre de 2006
Berreando
Porque la finca de mi amiguete es uno de esos latifundios de caza que tanto se ven por el sur de España, y el animal más común es el ciervo. Si hubiera tenido una cámara medio decente, habría hecho unas cuantas fotos de los astados, pero mi máquina no tiene zoom. Seguro que Juan cuelga unas pocas.
Pero no dedicamos todo el día a ver animalillos. Otros atractivos del lugar eran un horno de leña (riquísimo el cordero, oiga) cuyo calor residual nos dio para cocinar la cena. Estaba ubicado en una sala maquillada de bar (no faltaban ni las luces ni la máquina recreativa) cuyo contenido debíamos tratar de agotar ("liquidación por reforma", podríamos haberlo llamado). Lo más gracioso del bar era la existencia de una cadena musical capaz de tocar vinilos, acompañada por una buena cantidad de LPs de los 80. No es necesario decir que pronto desconectamos el ipod y comenzamos a pinchar vinilos, con cierta torpeza (achacable a la falta de luz, o quizás a la lámpara estroboscópica).
En fin, que casi puedo agradecer que llegue el lunes, porque tanta fiesta no puede ser buena para el cuerpo. De ninguna manera.
miércoles, 20 de septiembre de 2006
Más sobre obesidad y desnutrición
EE.UU. 20% de obesidad (Boris dixit). Esperanza de vida sana al nacer (h/m): 67.2/71.3
Benín. 20% de desnutrición. Esperanza de vida sana al nacer (h/m): 43.4/44.5
Por mi parte, prefiero la obesidad.
martes, 19 de septiembre de 2006
De anorexias, modelos y otros
"Exigir que las modelos tengan un índice de masa corporal no inferior al 18, es decir, unos 56 kilos para una estatura de 1,75, puede ser incluso una discriminación ilegal. Porque el artículo 14 de la Constitución establece que todos los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social". Luis Ignacio Parada, que escribe lo anterior en ABC (17/9/2006), es un ejemplo de las cotas de inverosimilitud a las que ha llegado la polémica sobre las modelos de Cibeles. No sólo porque ni yo ni mi cincuentona vecina del 1º vamos a poder aducir tal discriminación si nos rechazan en un casting de modelos, sino porque incluso para formar parte de cuerpos estatales como la policía o los bomberos se discrimina según talla y peso.
Sigue Boris Izaguirre esta tarde (19/9/2006) en Cuatro, insinuando que mayor problema es el sobrepeso. En EEUU, uno de cada cinco tiene sobrepeso, y en Europa vamos por tal camino. Por ello, viene a decir, debería preocuparnos combatir el sobrepeso, y no la anorexia. Boris --a quien, como escritor que es, podemos suponerle tantos conocimientos de nutrición como los que yo tengo, es decir, ninguno-- olvida que los obesos sufren cuotidianamente una campaña de acoso, que es, precisamente, la que hace que algunas personas no obesas caigan en la anorexia. Pero es que a Boris hemos de suponerle, como a todos los periodistas, la creencia en la superioridad moral de los mass media.
En cualquier caso, la nutrición de los españoles debe de ser un problema, a juzgar por un artículo de Paco Rego en el Crónica de El Mundo, este domingo (17/9/2006), según el cual el almuerzo de los niños españoles consiste en huevos fritos con salchichas o con patatas, menú más apropiado para quien tiene que coger de nuevo el camión en media hora. Pero es que hablamos de la generación del llavín, que llega a las tres a una casa vacía y se cocina su comida. Estamos americanizando la dieta, pasando la comida principal del mediodía a la noche: según el mismo artículo, en la cena-promedio, a diferencia del almuerzo, sí hay primer plato.
Y una última reflexión: el desayuno fuerte propuesto a menudo por los médicos, y probablemente inspirado por culturas donde antes de la tarde sólo se toma un bocadillo, ¿no habrá contribuido a incrementar ese sobrepeso del que tanto nos quejamos ahora?
jueves, 14 de septiembre de 2006
Propaganda electoral, ya.
Todo el mundo sabe que en años electorales la propaganda institucional (género cuyo máximo genio, Goebbels, tuvo la decencia última de suicidarse) se intensifica. Es por ello que no me extraña demasiado que el gabinete de prensa de la Comunidad de Madrid gaste el dinero de los contribuyentes en distribuir, con motivo del inicio del curso escolar, un encarte en prensa que pretende lavar la imagen que puedan producir las noticias acerca de módulos prefabricados e improvisación y, ya de paso, alabar las excelencias de la consejería del ramo.
Otros años, este encarte incluía datos realmente útiles para los padres: por ejemplo, en el primer año de esta legislatura se repartió un calendario escolar (¡con una hoja para cada mes!) donde aparecían las festividades escolares, con el fin de que los padres no se dieran a engaño sobre la fecha de comienzo de Navidades y Semana Santa, sobre si los "puentes" eran lectivos o no o sobre la duración de la (creo que ya entonces extinta) semana blanca.
Y este año se podría haber aprovechado también para informar a los padres de ciertas cosas: por ejemplo, que, por primer año, las becas de préstamo de libros han sido sustituidas por cheques de compra de libros, y que estos cheques tienen una duración limitada —así que hay que darse prisa en comprar los libros y no irlo posponiendo hasta final de mes—. En cambio, se han limitado a dar una avalancha de datos (como el de la enseñanza bilingüe) que nada dirán a muchos padres, cuyos hijos han vuelto a caer en el colegio del barrio, lleno de niños que no quieren estudiar y sin ninguna de las ventajas publicitadas.
En fin, que ya sabíamos que los de arriba se ocupan más de la imagen que de procurar que las cosas salgan bien (y por eso se insiste en comenzar antes los cursos aunque ello conlleve improvisación), pero, por si lo dudábamos, ahí está el encarte. Para que quede constancia.
viernes, 8 de septiembre de 2006
Escapadas...
La Rioja, el lugar donde suelo pasar los veranos, está también bastante lejos del mar, pero lo suficientemente cerca como para que casi todos los veranos haya algún día de playa o, por lo menos, de mar: tomamos la autopista y nos acercamos al Cantábrico, ya sea en Laredo, en San Vicente de La Barquera (donde una amiga tiene base fija) o, como este año, en Bermeo.
El 23 de agosto nos acercamos a Bermeo, donde pasamos las últimas horas de la mañana y las primeras de la tarde, y después fuimos a San Juan de Gaztelugatxe, que es esa roca sobre el mar que veis en la foto. Sí, subir hasta allí es una auténtica romería. Y la sorpresa de la jornada fue que Café, el perrillo de mi amiga Güigüi, fue capaz de subir hasta la cumbre por sus propios medios, ante la admiración de los turistas que lo recibieron sorprendidos.
lunes, 4 de septiembre de 2006
Mad Max
En Mad Max se nos presenta un mundo apocalíptico, en que el combustible y los repuestos parecen escasear o ser muy valiosos (la voz de la emisora de radio insiste en que los patrulleros no deben negociar por sí mismos), pero todavía hay suficientes como para que veamos coches parecidos a los que circulaban en los 70, o, como mucho, vehículos "trucados" ("tuneados", diríamos hoy día) con mejor o peor gusto. Véanse dos ejemplos en las imágenes:
Sin embargo, en la segunda película el combustible parece escasear (quizá porque el patrullero se adentró en la zona prohibida) y los buggies predominan sobre el resto de vehículos (una frase parece tratar de explicarlo: cuando el coche de Max es remolcado al interior del fortín petrolero, alguien lo reconoce como "el último de los V8", sugiriendo que los habitantes del fortín no proceden de la zona prohibida, sino que han abandonado las ciudades decadentes de la primera película). Por otro lado, las palabras iniciales de la película atribuyen el apocalipsis a una guerra entre dos grandes potencias, sin aludir a la guerra nuclear (se utilizan imágenes en blanco y negro que parecen sacadas de la II Guerra Mundial).
En la tercera película hay una última vuelta de tuerca: agotado todo el combustible, Max pilota un vehículo arrastrado por camellos que, sin embargo, guarda suficiente gasolina en su interior como para despertar la codicia del Maestro Golpeador (por otro lado, sigue protegido con explosivos, a pesar de su aparente escasez en este mundo). Y no sólo escasean el combustible y los productos tecnológicos: también el agua, que a menudo está contaminada de radiactividad. Porque en esta película, por fin, se nos confirma que el apocalipsis se debe a una guerra nuclear, suficientemente potente como para haber afectado al desierto interior de Australia (resulta curioso que las ciudades de la costa estuvieran intactas en la primera película).
Lo gracioso de todo esto es que el espectador no se da cuenta de las incoherencias en la evolución de la saga, como tampoco se da cuenta de las incoherencias internas a cada una de las películas. Y, qué carajo, a los incondicionales del género nos da lo mismo... ¡si incluso somos capaces de tragarnos Waterworld!