Son casi las 7 y acabo de merendar para darme un respiro tras imprimir y fotocopiar materiales para mañana. Materiales que, en parte, serían innecesarios si juanito (nombre ficticio) y sus secuaces hubieran traído el libro esta mañana. Pero como 7 de los 26 alumnos se iban a París, los demás se han tomado el día franco (nunca mejor dicho), y para asegurarse de ello, han dejado el libro en casa. He intentado solventar la situación con ejercicios en la pizarra que nadie ha copiado y sólo un alumno ha accedido a resolver en el encerado, así que me he rendido: positivo para él, negativo para los demás, y desastre general (total, a estas alturas, qué voy a hacer: ¿expulsarlos?). Para evitar la repetición de la jugada, mañana llevaré una fotocopia: no hacerla supondrá la pérdida de 1 punto en la evaluación y eso, habiendo múltiples alumnos de 4'9, es mucho.
Pero no son sólo esos angelitos los que me preocupan. Me comprometí con un grupo a que la lectura fuera voluntaria (debido a que, tras olvidar numerosas veces la ubicación de la lista de lecturas recomendadas, al final les recomendé el libro del tercer trimestre a finales de abril o comienzos de mayo), y necesitaba un ejercicio para mantener ocupado al resto del grupo. Pensaba reutilizar ejercicios de ortografía, pero debí de tirarlos al contenedor de papel en la última limpieza de carpetas.
Lo que más me preocupa de todo esto es que tanta fotocopia supondrá muchos más materiales para corregir. Aunque con 2º D he descubierto un nuevo método: contar los ejercicios hecho (por ejemplo, 1 de 10). Cuando el 90% de los alumnos completan 0 de 10, es una solución bastante eficaz.
Y ahora os dejo, que tengo que comenzar a corregir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario