miércoles, 8 de abril de 2015

Las estatuas también mueren - Reseña

"Las estatuas también mueren"
Dirección: Chris Maker, Alain Resnes, 
Fotografía de Ghis Cloquet.
Música: Guy Bernard.
30 minutos. Blanco y negro.
(Proyección en formato DVD en el Reina Sofía, 8 de abril de 2015, 19:30; 2ª proyección el 23 de abril a la misma hora).


"Cuando los hombres están muertos, entran en la historia. Cuando las estatuas están muertas, entran en el arte. Esta botánica de la muerte, es lo que nosotros llamamos la cultura.”

El museo transforma los objetos cultrales (en sentido antropológico) en objetos culturales (en sentido artístico), en obras muertas. Lo que hoy es un objeto de uso, mañana será un objeto artístico o histórico. Habrá perdido su esencia. Esa es la primera lección de esta película, que aprendemos mediante el recurso al arte dadaísta (cuya gracia está, precisamente, en aplicar a los objetos de hoy la mirada que el arqueólogo lanzará mañana).

La segunda lección la aprendemos a través de un espectacular montaje de fotografías de esculturas (principalmente los relieves que adornaban un palacio) de Benín. África tiene, al igual que Europa, una historia.

Sin embargo, esta idea -que es la que destacan la mayoría de las críticas- es enterrada inmediatamente por el recurso a la "foto fija" de un África primitiva que explica la diferencia entre el antiguo arte (enraizado en una concepción mágica del mundo) y el actual. Se insiste demasiado en materiales de archivo que muestran ese "primitivismo". Y aunque a continuación se critique la llegada del hombre blanco y la llegada, con él, de nuevos sistemas económicos, políticos y religiosos (de nuevo recurriendo a materiales de archivo que remontan a la Guerra Mundial), no se evita caer en una sustantivización de "lo africano" (o "lo negro", por usar el término de la época).

Está claro que este documental, a pesar de su carácter reivindicativo y sus intentos de concebir otra mirada etnológica diferente a la del colonialismo, no puede evitar ser hija de su época.

Por lo demás, admirables la fotografía de Cloquet y la música de Bernard.

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