martes, 13 de mayo de 2008

Me gustan los planes que salen bien...

Martes. El plan de hoy me obliga a ir a mi apartamento, dejar los trastos del trabajo, coger un par de cosas para mis padres, ir a su casa, acompañar a mi hermana a comprar un libro voluminoso (que yo cargaré), recoger una memoria para mi portátil que compré por internet (la casa de mis padres es el sitio ideal para enviar las compras por internet: si no están ellos, hay un portero) y volverme a mi piso.
Me molesta este plan, porque este viernes volví a llamar a Ya.com para que me enviasen de una vez por todas un router de sustitución (llevo muchísimo tiempo esperándolo: menos mal que sólo se me ha roto la parte del WIFI) y dije que se me podía localizar a las 3, pero a pesar de mi idea inicial he estado comiendo todos los días en casa de mis padres.

Al llegar al apartamento, compruebo el buzón. Ningún aviso de entrega, pero... ¡Coño, si está aquí, por fin, el borrador de la renta! Llevaba esperándolo desde abril y me ha llegado, como pronto, el 10 de Mayo. No sé si habrá llegado tarde (le han adelantado diversos envíos desde la República Checa y otros países del primer mundo), o es que sólo decidieron remitírmelo cuando hice llegar a hacienda la sugerencia de que aunque al pedirlo con la declaración del año pasado usé mi firma electrónica puedo quererlo en papel porque puedo haberme quedado sin internet.

Dejo mis trastos, cojo las mercancías para mi casa, recupero fuelle bebiendo un poco de coca-cola y me dispongo a salir. Estoy cerrando la puerta cuando aparece el bueno de Patricio (mi vecino) y me dice:
—Tengo un paquete para tí.

¡Coño, el router nuevo! Cuando pedí el anterior, avisé a Patricio para que pudieran dejárselo a él, (no sirvió de nada: después de jugar al gato y al ratón con la compañía de transportes, pedí que lo enviaran a casa de mis padres, por la razón arriba expuesta), pero esta vez no dije nada. Feliz, introduje el router en mi casa y volví a cerrar.

Llego a casa de mis padres. Hago un par de tareas domésticas (menores: no es cosa de echarse flores) y me siento a ver la TV con mi madre, actividad que he desarrollado en mis visitas desde que vivo solo (no es cosa de ir, ponerse en el ordenador, comer y volver a ponerse en el ordenador, dejándola sola). Entonces me alarga un paquete que ha llegado para mí.

¡Coño, el comic Maus de Art Spiegelman edición argentina que compré de saldo en abebooks y que no esperaba hasta dentro de 10 días! ¿Es posible que mi dicha sea tan completa? Pues sí, porque al volverme a mi casa (con el cómic, la memoria y dos o tres cosillas más), y después de haber tomado la precaución de comprar un poco de cerveza para celebrarlo, he probado router y memoria y ambos parecen funcionar a la perfección. Al nuevo router (un SMC: me extraña que los de ya.com no hayan ejercitado la garantía sobre mi viejo linksys) le falta la característica de asignar IP internas fijas según nombre de host, pero la suple con un DHCP que no caduca nunca. ¡Y además incluye un nuevo juego de microfiltros, un ladrón para el teléfono y otro cable de red! Y aunque la nueva memoria ha fallado al final del paso 7 (o al principio del 8) del memtest, creo que se debe a que el portátil estaba ya echando humo, después de 3 horas encendido sobre una superficie que retiene el calor.

Así que es el momento de meterse una cervecita al pecho, por lo bien que lo hemos hecho...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues nada, que el resto de tus días sean tan dichosos como el descrito. A mí me ha pasado al revés, el club de historia ha decidido amargarme el día enviándome los libros equivocados y ahora me veo pegando etiquetitas de devolución, cosa que detesto...

Unknown dijo...

Ya ves, hombre de poca fe, que a veces las cosas salen como tienen que salir ;)

Anónimo dijo...

A mi me pasó al revés. Primero llega el Oral del piso, con recargo, que no sé porqué no vino la primera vez y yo, claro, no me acordé de ir a pedirlo. Y luego, bajo al buzón y encuentro un aviso de que me ha tocado una cámara de una tal PROMOGROUP. Y ERA UNA TIMO !!!. Aún así, me tomo la cervecita, por lo mal que ha ido la mañana.