Es una pena que sea año electoral. Una auténtica pena, porque se recurre a la política estomacal en un momento en que la inteligencia de izquierdas y derechas debería unirse para aprovechar la ventaja que tienen los demócratas ante la debilidad de los terroristas.
Sí, habéis leído bien. He dicho debilidad. A algunos puede pareceros extraño que hable de la debilidad de los terroristas cuando todavía está en nuestra mente el reciente atentado, en que perdieron la muerte dos personas. Sin embargo, todo nos hace pensar que, dicho atentado no fue sino el último estertor de una bestia que puede vencerse y aniquilarse: nos lo indican los atentados en sí, realizados, aparentemente, sin la adecuada preparación (la policía parece haber encontrado rápidamente a los terroristas gracias a un par de errores de novato); nos lo indica el absurdo mensaje de excusa de los terroristas (según el cual pretendían volar un edificio sin matar a nadie... ¡angelitos!) y nos lo indica finalmente la resignada disposición de Batasuna a participar en una manifestación de la que, sospechamos, se enfrentan al riesgo de acabar como Bono en aquella otra. Mejor dicho, se enfrentarían a dicho riesgo: no hay tantos que crean que se puede marchar con la serpiente sin envenenarse, y por eso diversos partidos han ido descolgándose de la manifestación. No voy a criticarles por ello, pero se pierde una interesante ocasión para humillar a los humilladores.
Pero más terrible es que también se pierde la de afianzar la victoria, ahora que todas las conciencias, incluso aquellas de cuya existencia dudábamos, parecen agitarse al unísono. Porque alguien tiene que levantar el estandarte del triunfo Y reclamar para sí el botín electoral. Los demócratas siguen, erre que erre, discutiendo si aquellos que se ven en la cima del monte son galgos, o quizá podencos, mientras pierden la ventaja que les separa de ellos.
1 comentario:
A mí me da mucha pena que hacer política signifique decir siempre lo contrario de lo que el gobierno o la oposición afirman. Así, desde luego que da igual que el parlamento sea variado, con diferentes partidos y puntos de vista porque, en realidad, sólo están esperando que alguien diga blanco para todos decir "¡negro!"
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