miércoles, 13 de noviembre de 2024

Cuatro textos y un esbozo escritos durante el examen final (aproximadamente 8 de junio 2024).

1- [Se siente un siseo...]

Se siente un siseo. Te sacudes, estremecido. En la cocina el gas se escapa. Cierras la llave, abres la ventana.

Es un peligro ese quemador que se apaga antes de cerrarse del todo. Esta vez fuiste capaz de escucharlo desde la habitación (al otro extremo de un largo pasillo), pero ¿tendrás siempre tan buen oído?

2- [Cada vez son más los que mueren....]

Cada vez son más los que mueren. Tratas de olvidar tu propia fragilidad mirando al pequeño que corretea, pero eso solo despierta en ti recuerdos de otro pequeño que corretea, pero eso solo despierta en ti recuerdos de otro pequeño, años atrás, que eras tú mismo, y una sensación mezclada de nostalgia y miedo. Porque realmente no es tu propia muerte la que te asusta, sino la de quienes tienes alrededor y ¡se exponen a tantos peligros los niños! Y así, triplemente asustado (por ti mismo, por los que son mayores que tú y por la generación que viene), continúas la partida. Aún podemos aguantar otra mano.

3- Un palmo de narices

La factura no tenía ni pies ni cabeza. Y encima, costaba un ojo de la cara. Estaba hasta las narices de que le tomaran el pelo. Aquella gente, que tenía más cara que espalda, se le había subido a las barbas. Estaba en su mano plantarles cara, enseñar los dientes y dejarles con un palmo de narices.

[[Borrador 1 del anterior:] Estaba hasta las narices de que le tomaran el pelo. Es que les dabas la mano y te tomaban el brazo. Se le habían subido a la barba.]

[[Borrador 2 del anterior:] Estaba hasta las narices de que le tomaran el pelo. Aquella gente, que tenía más cara que espalda, se le había subido a las barbas. Estaba en su mano plantar cara y dejarles con un palmo de narices.]

4- [Marta ya no está]

De vez en cuando pienso en gente y de repente me doy cuenta de que ya no están, que no volverán nunca. Como el otro día, que pensé en quedar con Jorge y me dije, vamos a avisar también a Marta y luego recordé a que marta la habíamos visitado en el cementerio a principios de primavera. De vez en cuando pienso en gente y me preocupa que puedan irse tan silenciosamente como Marta, sin que apenas confiesen que están gravemente enfermos.

5- [Esbozo de un inicio]

Cuando era pequeño tenía una tía moderna que trabajaba y conducía y nos llevaba a preescolar en su coche.

sábado, 9 de noviembre de 2024

No volveré a ser joven (reflexiones de un boomer)

"Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante"

—Jaime Gil de Biedma, Palabras póstumas 1968.

Los miembros más jóvenes del "baby boom" ya rozamos (en mi caso, superamos) los cincuenta años, y eso supone la llegada a las puertas de la jubilación, antesala de la vejez y la muerte, de una generación que tuvo como una de sus principales señas de identidad el culto absoluto a la juventud. No es la primera vez que sucede, diréis. Evidentemente.

Ya hubo un culto absoluto a la juventud en la época de las vanguardias y los fascistas, en que vivieron su juventud mis abuelos (aquel aprendiz de maestro republicano que paseaba por el Madrid de preguerra, ¿sería futurista?). También lo hubo en los sesenta, en que vivieron la suya mis padres. Pero padres y abuelos supieron madurar, mientras que muchos miembros de mi generación parecemos no haberlo hecho: vestimos camiseta y vaqueros, tenemos un miedo absoluto a quedarnos atrás en la tecnología (el famoso FOMO) y, sobre todo, ayudados por la generación anterior, hemos ido inventando términos que atribuyen cualidades positivas a las generaciones siguientes (de ahí los "nativos digitales"), aunque luego, cuando alguna de esas generaciones creció, acabásemos diciendo que era "de cristal" porque no le gustaba el mundo que le habíamos legado.

La culpa, claro, siempre es de los padres. Fue su generación, quizá, la primera que quiso seguir siendo joven a través de sus hijos, aniquilando con el fin de la dictadura la autoridad del anciano (aunque no en todos los casos), imponiendo en España el que sustituyó al usted, soñando regalar a los hijos el futuro que ellos no habían tenido. La publicidad vio un nicho de negocio en dirigirse a los menores de 18 y, ahora que en algunos países los ancianos comienzan a ser más numerosos que los niños, no sabe cambiar el mensaje, quizá porque los estudios se realizan en Estados Unidos, una nación donde la gente sigue casándose joven y teniendo niños, aunque menos que antes, según acabo de ver en la pirámide de población.

¿Cómo enfrentarnos a la definitiva madurez? ¿Cómo enfrentarme a ella? Hace unos años que me di cuenta de que bailar house empezaba a ser inapropiado, dada mi decrépita edad, pero sigo teniendo muchos comportamientos juveniles, infantiles o, más bien, de viejo que quiere recuperar su juventud perdida, como añorar aquel ordenador hoy obsoleto que usaba a los catorce años, o aquel otro también obsoleto que manejaba a los veinte; hacer jueguecitos o distraerme con jueguecitos banales; comportarme como un auténtico "cuñao" yo, que creía haber atenuado la sabihondez de mi adolescencia con la dosis de realidad y empatía que aportan los años.

No volveré a ser joven, y aquí estoy, escribiendo en el mismo blog que comencé a escribir hará veintitantos años, cuando, apenas rebasados los treinta, todavía tenía la esperanza de seguir siéndolo. Disfruten de su juventud, si aún la retienen. Y, si no, no la añoren: mándenla al carajo, y vivan el presente con alegría.