El otro día averigüé que fue Polanyi (
La gran transformación) quien dijo algo tan evidente como que el mercado no se regula por sí solo. Esta verdad como un templo —supongo que más que a Polanyi debería atribuírse al sabio Pero Grullo— es difícil de aceptar para los neoliberales, que se estrellan una y otra vez contra ella.
Para Fukuyama (
La gran ruptura), "El capitalismo moderno prospera con la infracción de lar normas, de modo que se desechan viejas sociedades, comunidades y tecnologías a favor de otras más nuevas y eficaces". Sospecho que eso no es sino una nueva manera de aludir a lo que Marx llamaba el espíritu revolucionario de la burguesía: para Marx, las crisis del sistema capitalista se debían a que la clase dominante cambiaba las formas de producción a una gran velocidad, mientras que las relaciones de producción no cambiaban. Pero en todo caso, es interesante esta idea del capitalismo como "quebrantador de normas", por lo que tiene de naïf.
Aunque el liberalismo económico rompa constantemente normas morales y legales, no lo hace sin crear primero otras nuevas, a menudo más restrictivas. Restrictivas en el sentido de conceder libertad al gran capital a cambio de edificar una pirámide burocrática que ponga trabas al pequeño capital. Dudo mucho que la cantidad de normas regulatorias del mercado eléctrico
libre en tiempos de Alfonso XIII sea mayor que la cantidad de normas regulatorias del mercado eléctrico moderno, que se supone libre pero lo es a través de una serie de medidas fiscales y burocráticas que obligan al estado —a través de una empresa pública&mdas; a gestionar la red eléctrica de larga distancia. También dudo que las normas que regulaban la construcción de ferrocarriles a finales del siglo XIX fueran menores que las que ahora mismo regulen el liberalizado tráfico ferroviario de mercancías, o dentro de unos años el de pasajeros, con una empresa controlando vías, señales y estaciones y otras manejando los trenes. ¿Supondrá acaso esa liberalización la posibilidad de organizar una línea Getafe Centro-Gandía? Lo dudo mucho. La "liberalización" se limitará a vender paquetes de líneas, siguiendo el esquema del tránsito de pasajeros por carretera, que no podemos considerar en absoluto libre. Por no ser, ni los autobuses turísticos de Madrid son libres, sino un monopolio concedido a Díaz-Ferrán primero y reabsorbido por el propio concejo después.
Si el mercado se regulase solo, sería inconcebible que Merkel presionase a Zapatero, o que Zapatero presionase a Kirchner, para favorecer a las empresas de uno u otro país. Sería absurdo que un político español, de izquierdas o derechas, acompañase a una delegación de empresarios al extranjero. Sería inconcebible que cada estado ayudase a sus bancos, a sus factorías automovilísticas, a sus empresas de construcción. El conglomerado militar-industrial de Eisenhower no ha desaparecido: ha cambiado de rostro. Son empresas informáticas que obtienen contratos para las administraciones públicas y hacen programas que funcionan mal, o que requieren ordenadores más modernos que los poseídos por la administración. Son industrias ferroviarias que venden vagones cuyo diseño obliga a gastar millones en reformar la red de metro, pocos años después de la última reforma. Son constructores a los que estados, comunidades autónomas y municipios encargan grandes proyectos urbanísticos pensando que vendiendo inmuebles en el centro recuperarán con creces unos gastos de construcción que en realidad no incluyen los costes de creación y mantenimiento de las infraestructuras de transporte, electricidad, agua y residuos. Son los contratos a las grandes subcontratadoras, que generarán empleo, sí, pero dejarán mucho dinero por el camino.
Si el mercado se regulase solo, muchos tendrían que dejar de chupar del bote. Y no sólo la gente del cine. Pero el mercado nunca se regula solo.