O'DONNELL, Kevin: ORA:CLE, Barcelona, Ultramar, 1987
456 páginas
ISBN: 84-7386-462-X
Género: Ciencia Ficción / Cyberpunk.
Precio: 3 EUR (saldo de Ultramar en los Vips, 2002) o 300 pesetas (saldo de Ultramar en los Vips, 2001. Con el Euro, "los precios no cambian", sólo suben un 66.386%)
456 páginas
ISBN: 84-7386-462-X
Género: Ciencia Ficción / Cyberpunk.
Precio: 3 EUR (saldo de Ultramar en los Vips, 2002) o 300 pesetas (saldo de Ultramar en los Vips, 2001. Con el Euro, "los precios no cambian", sólo suben un 66.386%)
No hay nada que haya envejecido tanto en los últimos años como la literatura de ciencia ficción basada en computadoras. Algo de ello hay en esta novela, en que sorprende que su autor ignorase líneas de investigación de los años ochenta, como las pantallas de plasma (si bien es cierto que el público en general no pudo ver los primeros prototipos en exhibiciones hasta finales de la década), y que al hablar de ordenadores no haya sospechado ni por un momento que el enfoque visual de los Apple Macintosh pudiera generalizarse (en su novela, los ordenadores mejores tienen más teclas). Tampoco queda muy claro si hay interconexión entre los distintos medios: todos parecen unidos a una misma red, pero la pantalla del ordenador no sirve para ver la holovisión, y viceversa. Ah, la holovisión. Otro resto de la cultura de los setenta y primeros ochenta, cuando pensábamos que las 3D abandonarían de una maldita vez las gafas y se popularizarían los hologramas, no como un juego, sino como una industria de entretenimiento narrativo.
Pero, dejando todo eso a un lado, no hay nada más actual que esta vieja novela. La tierra contaminada por... ¿radiación? ¿lluvia ácida? ¿CFCs destructores de la capa de ozono? ¡No! Contaminada por ese CO2 que ahora tanto nos obsesiona, y tan contaminada que se ha creado una Coalición internacional para resolver los problemas. Dicha coalición, poco a poco se ha convertido en el gobierno mundial, propone una solución sencilla: que todos los seres humanos se encierren en sus domicilios, para permitir que las plantas invadan las antiguas calles y absorban el dióxido de carbono.
En este mundo demencial, todo el mundo se ve obligado a trabajar en su propio edificio o "teletrabajar"; hasta tal punto, que las reparaciones domésticas e incluso las urgencias sanitarias o policiales son atendidas por "carritos", robots autopropulsados que pueden controlarse a distancia o trabajar en modo automático, según la carga de trabajo de su operador lo requiera.
Nuestro protagonista también trabaja en su casa. Es un CLE (pronunciado seeleey), o "consultor por lazo electrónico". Recibe una paga a cambio de resolver las dudas de sus clientes acerca de un hiperespecializado campo de interés: la historia de China a finales del siglo XIX (como diría un experto actual en cibercomercio, los productos especializados pueden venderse fácilmente si el mercado es mundial). A lo largo de una semana comienzan a ocurrirle accidentes y, a la vez, comprueba sorprendido que el gobierno está censurando sus respuestas. ¿Qué puede haber tan importante en ese período de la historia para que la poderosa Coalición tenga miedo de alguien que, recluido en su casa, se limita a satisfacer la curiosidad académica de un público minoritario?
El libro, originalmente un relato corto, está muy bien trabado. Cuajado de detalles que parecen insignificantes pero luego revelan su importancia, no hay un solo mcguffin en toda la trama. Se presta también una gran atención al estilo, y se juega con los diversos registros de la lengua, así como con el lenguaje administrativo y periodístico. Pero, como en toda obra de ciencia ficción que se precie, el mayor logro está en la descripción de los personajes y la sociedad en que habitan, definida por el enclaustramiento y la añoranza de esa naturaleza que sólo pueden ver a través de los cristales de sus ventanas.