Lamentablemente, Europa no es sólo la Eurocopa. Es también ese organismo en que una comisión elegida a dedo y basada en el democrático principio de que cada miembro sea de una nacionalidad distinta (imaginemos, en comparación, una España con un ministro de cada autonomía) dicta normas que, a menudo, chocan con los deseos de los ciudadanos. El europarlamento puede oponerse, claro, pero generalmente sólo se le da el derecho al pataleo.
Una de esas normas dictadas por la comisión es la que permitirá semanas laborales de 65 horas. Condicionadas, claro, al acuerdo entre empresario y trabajador, pero ya se sabe que el trabajador, en estos casos, acaba por ceder siempre.
Un escándalo, ¿verdad? Pues sepan que ha pasado desapercibido en una entrada de menos de 1 minuto en el informativo de CNN plus, entre más de 10 minutos dedicados a la crisis del transporte y más de 20 dedicados a la Eurocopa.
¿Y quiénes se oponen a los horarios estajanovistas de la comisión? Pues parece que sólo los países mediterráneos. Asombra ver que Francia, que tanto se movilizó contra la directiva de los servicios, calle ahora. Quizá es que ya ha externalizado toda su fuerza de trabajo en algún país del Este. Luego se quejarán los Alemanes de que se les vayan las empresas fuera.
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