No me apetecía dedicar a este tema la que va a ser entrada 999 del blog, pero se trata de un asunto que me indigna.
En España nos tenemos por muy protectores del patrimonio histórico, pero luego, actuamos como nos da la gana. Especialmente cuando se trata de actuar sobre un edificio laico (recuérdese el caso del edificio desprotegido para construir sobre él un pastiche que mantuviera las líneas del vecino Banco de España, Dios y el Euribor lo hundan en la miseria, o las recientes des-protestas que quieren convencernos de que el ya lejano caso Sagunto fue un mero despropósito electoralista).
Pues bien, nuestro interés por las antigüedades llega a su mínimo cuando se trata de objetos y edificios industriales, ya sean linotipias de una empresa pública que en lugar de enviarse al Museo de Ciencia y Tecnología (¿tiene sede ya?) se envían a la chatarra, ya se trate, como en esta ocasión, de los escasos residuos del neomudéjar industrial, demolidos para hacer una macrooficina.
Es posible que sostengáis (probablemente con razón) que el neomudéjar fue, desde su comienzo, de mal gusto. Un pastiche propio de la cultura tercermundista —o si preferís, periférica— que fue la española a finales del siglo XIX y durante buena parte del siglo XX (quizá todavía lo sea). Supongo que triunfó porque el neomudéjar, basado en el uso de ladrillos, aunaba pretensiones estéticas y baratura. En cualquier caso, buena parte de los edificios más bellos de Madrid (se trata de un superlativo relativo, y por tanto no excluye la fealdad) se construyeron en este estilo. Y casi todos ellos han sido objeto de rehabilitaciones bárbaras, como la Central Eléctrica del Mediodía (actual CaixaForum), en que se construyó una estructura sobre el tejado, se cegaron las ventanas originales y se abrió una nueva (si el edificio no tenía suficiente luz o superficie para construir un centro cultural, lo más respetuoso hubiera sido construir otra cosa).
Pues bien, leo el viernes en un diario gratuito (Diario Qué, edición Madrid, 20 de julio de 2008, página 5 [pdf]) un artículo sobre la ventajosa y benéfica construcción de una sede empresarial en el sur de la ciudad. Y, junto a él, veo la fotografía de un edificio neomudéjar con el pie "se derribará este edificio", así, sin explicación alguna.
La explicación está en un artículo anterior del mismo diario, que lamentablemente no leí: el 23 de abril de 2008, en la misma página (la 5) del diario aparecía un artículo [pdf] en que se avisaba de que se iba a derribar la sede de CLH, sede cuya fotografía, que mostraba el estilo neomudéjar, aparecía debajo. No vi la fotografía y por tanto no pude mandar ninguna carta a la corporación municipal, que parece ya ha decidido que traer a Madrid a los empleados de Repsol repartidos por diversos lugares de la Comunidad bien merece derribar un edificio histórico... y aumentar la huella energética de la capital. Pues no se olvide que, además de derribar este edificio, ensancharán las calzadas de Méndez Álvaro para facilitar el tráfico rodado. Postura muy consecuente con la política de peatonalización de Gallardón.
2 comentarios:
Si yo te contara todo lo que ahi enterrado en Pontevedra para construir encima, pasar una carretera encima, poner una acera encima... Aquí es algo rutinario. Abren, sacan huesos y vasijas y las tumbas (muchísimas) o las murallas antiguas... se cubre y tira palante.
Perdón, quise decir todo lo que hay, lo que hay.
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