A través de la toledana Alhova
he tenido noticia de que el alcalde de Toledo va a cepillarse un enclave arqueológico y paisajístico irreemplazable, pasándose por el forro las advertencias de la Unesco, que amenaza con eliminar su ciudad de la lista de ciudades Patrimonio de la Humanidad. Olé tus huevos, campeón. Ya decía yo el otro día en un comentario a Nepión que políticos como Berlusconi o Gil son absolutamente necesarios, porque, en caso contrario, los nórdicos dejarían de creer en que tras los Alpes y los Pirineos asoma un continente distinto.
La verdad es que en España no se valora mucho estar en la lista de la Unesco, quizá porque aquí tenemos 38 entradas, frente a sólo 5 en Israel (por mencionar otro país del primer mundo con pasado interesante) o 20 en Estados Unidos (un país donde cabe España más de 20 veces). Lo que abunda no se valora.
Lo curioso es que la noticia no ha tenido demasiada relevancia (no me suena haberla escuchado por la tele, y aunque ayer no compré el periódico —por motivos estrictamente laborales), Google News sólo la encuentra en la prensa regional y en
ABC, aunque los preliminares (Advertencia de la Academia de San Fernando del 26 de enero de 2005) sí aparecen en otros medios.
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