jueves, 9 de abril de 2020

Pennac: El hada carabina

PENNAC, Daniel: El hada carabina. Barcelona, Mondadori, 2000. 277 págs., 23cm
Precio:
11.42 euros (precio entre 2000 y 2012)
ISBN:
84-397-0458-5
Descriptores:
Novela Negra - Humor - Literatura Francesa - Interculturalidad.

Compré en 2012 El hada carabina, que ya era entonces un libro viejo —veo que el ejemplar fue editado en el 2000—, con la intención de hacer un regalo de cumpleaños. Todavía recuerdo mi recorrido arriba y abajo de los estrechos pasillos de La Central de Callao, que me llevó a una estantería sobre la se había destacado este libro. Vi que su autor era Pennac, del que había leído Como una novela y El dictador y la hamaca, así que, por una vez, fue decisión fácil. El cumpleaños se pospuso; guardé el libro para otra ocasión en que pudiera regalárselo a la misma persona y, al final, estas navidades lo encontré en casa de mis padres y decidí sacarlo de la bolsa de plástico en que había permanecido ocho años. Pero como en las fechas navideñas es fácil juntarse con dos o tres libros atrasados más unos cuantos regalados por la familia, no pasé del primer capítulo.

Lo traje de casa de mis padres a la mía, pero acá también tenía libros empezados, así que lo eché a la estantería (error: debería haberlo puesto en "la pila") y allá volvió a dormir el sueño de los justos hasta que se me ocurrió hacer un muro de libros, ocasión que me permitió reencontrar varias obras que había comprado compulsivamente y seguía sin haber leído. Y aunque por entonces tenía empezado Los lanzallamas de Roberto Arlt, decidí que una pandemia era una buena razón para abandonar un libro pesimista y deprimente y lanzarse a la lectura de algo optimista o, al menos, alegre.

Pues esa es una de las principales características de esta novela. Nos muestra a unos personajes de mierda que viven una vida de mierda en un barrio de mierda, perseguidos por unos policías no menos corruptos y sinvergüenzas que los propios protagonistas. Y, sin embargo, todos ellos (trileros, buscavidas, mendigos, policías) son extrañamente felices.

La otra característica es el deslumbrante uso del lenguaje que hace Pennac. Obviamente, lo tenemos que intuir a través de la virtuosista traducción de Manuel Serrat Presto, en que podemos calcular el tour de force que ha debido de ser traducir este tour de force en el uso del lenguaje, que salta del argot al vocablo pedantesco, que maneja decenas de referencias a la historia francesa de los sesenta, pero también a la de la Gran Guerra y ambas posguerras, que introduce con genialidad el neologismo a la vez que recupera términos tradicionales.

El argumento es tan complicado (y tan divertido!) como el lenguaje usado. En el barrio de Bellvue, crisol cultural de la región parisina, un policía de la secreta muere asesinado mientras investiga los homicidios de viudas. A la vez, una periodista está indagando qué intereses puede haber tras la excesiva medicación que mantiene drogados a los ancianos del barrio. Todos estos crímenes (y alguno más) serán resueltos en un hábil juego de manos.

Tras la obra laten varios temas. El fin último, nos reconoce su autor, es acabar con los estereotipos. Así, se ponen en evidencia mediante un fino humor los prejuicios contra los diversos "otros": el descendiente de inmigrantes, el anciano, el niño. Planean también en el fondo los temas de la descolonización, la memoria amarga de las diversas traiciones que Francia arrojó sucesivamente sobre la generación nacida hacia 1900, pero con ellas el glorioso recuerdo del papel de nación de asilo que el país transpirenaico jugó después de la segunda guerra mundial.

El resultado de todo ello es una novela que se lee de un tirón y que podría salvaros de la tristeza en una época como la actual.

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