El reciente visionado (en internet) de un facsímil de las Anotaciones de Herrera a Garcilaso, unido a las vicisitudes de mi vida académica y social, me hicieron pensar el otro día en lo divertido que sería reírse de la pedantería, vicio (o virtud, según Juan de Mairena, pero solo si se practica adecuadamente) en que a menudo caigo. ¿Y qué forma mejor que una oda, por supuesto en liras, acompañadas de un abundante aparato crítico? He aquí el resultado, y disculpen si les hiere, pues la intención es, simplemente, burlarse de uno mismo.
Como soy un pedante
he llenado de notas este folio,
pues el autor distante
no ha de ocupar el solio
del erudito amigo del escolio.
he llenado de notas este folio,
pues el autor distante
no ha de ocupar el solio
del erudito amigo del escolio.
Como soy un pedante:
pedante vale “maestro”, y es el nombre que en la antigua Grecia daban al
esclavo que conducía los niños hacia la escuela. Puede leerse como cláusula
causal, pero es dilogía: “como, soy un pedante”, es decir, me alimenta mi
profesión de maestro. He llenado:perfecto
del verbo llenar, ‘henchir, colmar’. El autor indica, no sin cierta malicia,
que la hoja estaba repleta de notas ya antes de escribir su frase. Este folio: folium es la hoja del árbol y, metafóricamente, la hoja de un
cuaderno, es decir, la mitad de un pliego. De ahí que supongamos que queda, al
menos, otra mitad vacía. Autor distante:
autor, persona que es causa de algo
(no necesariamente de una obra literaria), y en latín auctor, del verbo augeo,
aumentar. Hay quien piensa que aquí se están refiriendo a Dios, autor al que se
negaría su solio en los cielos, interpretación completamente herética; sin
embargo este augeo se refiere a quien
acrecienta la distancia entre el lector y el saber. Solio: Trono. “Solia appelantur sedilia in quibus non plures
singulis possint sedere” (Festus, glosae).
Añade el autor que la soledad de quien se sienta en él tiene que ver con la
dignidad del sedente, en este caso el sabio que no se mezcla con la multitud.
Martinet, por su parte, prefiere la prosaica etimología sodium, de sedere. Erudito: ‘el instruido en varias
ciencias y materias’, aunque vale por quien practica la erudición, lectura docta y atenta. Amigo del escolio: escolio es nota, pero etimológicamente está
relacionado con la escuela, lugar donde el erudito ha adquirido su instrucción.
Mis voces son oscuras,
pues es mi vocación de laberinto,
y al acento caen duras
como un mal vino tinto
seré malo pero, en fin, soy distinto.
pues es mi vocación de laberinto,
y al acento caen duras
como un mal vino tinto
seré malo pero, en fin, soy distinto.
Mis voces son oscuras:
sinestesia acompañada de la evidente aliteración de la o, vocal que debe su
oscuridad a la forma cavernosa con que se pronuncia. La voz del poeta es oscura
no porque nadie la entienda, que también, sino porque en la noche se encuentra
con su musa. Vocación: Inspiración
con que Dios llama al estado de religión, y aquí es la musa quien inspira y
llama al poeta hacia su laberinto. Laberinto:
Famosa obra edificada en Creta por Dédalo (padre de Ícaro), símbolo del
retorcimiento, la complicación y el retruécano, pero también del pasatiempo y,
por tanto del ocio tan necesario para la actividad intelectual. Caen duras: porque no caen maduras,
habiéndose obligado a menudo al poeta a publicar su mensaje antes de que hubiera
podido darle su forma definitiva. Como un
mal vino tinto: Al igual que en el primer verso del poema, aquí hay una
dilogía, dilogía perversamente paradógica, ya que el vino tinto no se podría
comer —o quizá sí, siendo especialmente malo—. Por otra parte, también se hace posible la lectura “caen duras” (severas) “como un mal” (como una desgracia), ya
que “vino tinto” (es decir, “[el destino] llegó oscuro”). Tinto es participio irregular del verbo teñir y significa “oscuro” (compárese Río Tinto).
Posiblemente se esté nombrando una bebida popular en España. Malo suele entenderse como 'dañoso, privado de bondad', pero es concebible que se esté retratando al sabio, enfermo a causa de su ansia desmesurada de conocimiento. Por otra parte, “malo pero” recuerda a mala pira, el nombre de la pera en
latín. Sin embargo es difícil asegurar que este efecto haya sido buscado
premeditadamente. Distinto porque el
sabio es diferente al necio, pero también porque su palabra, para el entendido,
es realmente distinta, ya que es clara y no ofrece lugar a discusión; lo cual
contrasta con “oscuras”, palabra en que rima el primer verso de esta
lira.
Si no aguantas la rima,
haberme hecho callar desde el principio:
no es Parnaso la cima
donde clama mi ripio:
gerundio, infinitivo y participio.
haberme hecho callar desde el principio:
no es Parnaso la cima
donde clama mi ripio:
gerundio, infinitivo y participio.
Si no aguantas la
rima: Dejando aparte el posible sentido de prótasis condicional, podemos
comprender el juego (“¿aguantas la rima? ¿sí? ¿no?”) en el que está deleitándose
el autor, si bien no compartimos su alegría en él, pues es nuestro sino enfrentarnos a su mensaje. Aguantar es resistir y sostener;
resistir la rima furiosamente cacofónica de este poema y, a la vez, sostenerla,
mantenerla, servir de base a su prolongación en el tiempo. Haberme hecho callar: Algunos autores entienden que se trata de una
prolongación de la prótasis condicional (si no aguantas haberme hecho
callar…); otros, en cambio, creen que es la apódosis. Se basan los segundos en
la aparición de los dos puntos tras “principio:”, puntos que no figuran en
todas las ediciones. Principio: Dejando
aparte la idea de que Dios es principio, fin y medio de todas las cosas,
podemos hacer básicamente tres interpretaciones de esta lexía. La más aceptada
es ‘norma de conducta’, pues el pueblo tiene por norma hacer callar al vate.
Otros autores creen que hay que restringirse a la primera acepción de la
palabra, ‘primer instante de algo’. Una última interpretación, que relaciona
esta obra con la inveterada costumbre del simposio helénico, sugiere que el
canto del bardo se ha prolongado desde los entremeses hasta la libación
postrera. Por ello se ha publicado esta obra con el título de “brindis al sol”.
Parnaso: Monte en que fingían los antiguos tener su morada las musas, y por ende los poetas; pero en cuya ladera se encontraba también el famoso oráculo de Delfos. Es, por tanto, una asociación de la figura del erudito con el sacerdote. La cima: Hay quien cree que es ultracorrección por sima, ya que las últimas investigaciones apuntan a que el autor pudo ser un hablante del español meridional. Ello haría pensar en un Parnaso invertido (subterráneo) de poetas vergonzantes desde donde el autor clamaría por su perdón; hipótesis atractiva, pero claramente contraria al mensaje que se pretende transmitir. Cima es, pues, la
parte más alta de un monte, en este caso el Parnaso. Obsérvese que hay un claro
error, pues quien clama desde la cumbre no puede arrogarse el papel de un
oráculo situado en la ladera. Es evidente que el autor nunca visitó Grecia. Donde clama mi ripio: Personificación aparte, merece destacarse que ripio
es el cascajo, la morralla, el escombro que, amontonado, puede formar un monte,
en este caso el habitado por los poetas. El proceso, sin embargo, requiere una
fase de consolidación y recubrimiento vegetal que a menudo se malogra por los
intereses económicos de los gestores ambientales. Que el monte Parnaso esté
edificado sobre un lecho de productos reciclados atenta contra el mito clásico
(pues según Pausanias, el monte debe su nombre al hijo de Cleodora), pero no es
inverosímil, ya que la propia Cleodora se dedicaba a la adivinación mediante el
método de arrojar guijarros, ripios. Gerundio,
infinitivo y participio: se trata de las tres formas no personales del
verbo; la primera adverbial y progresiva; la segunda sustantiva y la tercera
adjetival y perfectiva. Resulta oscura la relación entre el ripio (que, como
hemos dicho, es un material de construcción) y estas tres formas del verbo.
Y no me da vergüenza
aturullar las mentes de los necios,
ni dejo que me venza
el temor de los recios
aullidos, griterío y menosprecios.
aturullar las mentes de los necios,
ni dejo que me venza
el temor de los recios
aullidos, griterío y menosprecios.
No me da vergüenza:
Quizá calambur, pues los medos (Μαιδοί)
no se amedrentaban fácilmente. Vergüenza procede del latín verecundia, y está relacionada con vereri, ‘temer, respetar’. Aturullar o aturrullar (de turullo
‘cuerno usado por los pastores a modo de bocina’) significa aturdir o
confundir. Necios son aquellos que no
saben, es decir, todo el mundo (“Sólo sé
que no sé nada”, dice el sabio). Temor
es la pasión que hace huir de aquello que se considera peligroso, pero también
la sospecha, la presunción de algo que no se acaba de manifestar claramente. De los recios / aullidos… ¿genitivo
objetivo o subjetivo? Es decir, ¿teme el poeta los aullidos, o éstos son
muestra de temor hacia él? Es claro que, si tomamos temor en su primera acepción, será el sabio quien huye del recio
bárbaro. Pero también puede ser este quien sospeche hallarse en presencia
de un misterio, y por ello aúlla y grita. Menosprecio no porque el insensato se atreva a despreciar a quien ha de ser su guía, sino porque en ningún caso sabrá darle el valor suficiente.
Quizá te hicieron gracia
mis versos y aumentaron tu contento:
pero es que con audacia
suelen reírse ciento
del mal que merecía su lamento.
mis versos y aumentaron tu contento:
pero es que con audacia
suelen reírse ciento
del mal que merecía su lamento.
Gracia: Aquel don
que se ofrece a quien (por incapacidad o falta de voluntad) no ha podido
merecerlo. En latín charitas, que
suele traducirse como “amor”. Significa también en castellano “burla,
humorada”. Versos: períodos en que el
poeta vierte su mensaje. Está relacionado con el latín versus, que significa “volteado”, “invertido”. De ese modo, hay que
entender a menudo en esta obra lo contrario de lo que dice. Contento: alegre, pero también
‘moderado, reprimido’, ya que propio de discretos es aumentar la contención de espíritu. Reírse ciento: Ciento es la forma no apocopada del numeral cien, y normalmente está restricta a su uso en plural. Compréndase ciento como sujeto de reírse, a pesar de la opinión de quienes
sostienen que se trata de un complemento circunstancial de cantidad. Que merecía su lamento es subordinada
adjetiva, a pesar del verbum dicendi reírse,
que hace pensar en una subordinada sustantiva en función de complemento directo
(pero entonces, ¿qué función atribuir a del
mal?). Un tercer grupo de autores cree que la subordinada adjetiva acaba en
merecía, y lamento es, por tanto,
sujeto de suelen reírse, con evidente
fallo de concordancia —quizá el autor aspirase la S final—. La hipótesis meridionalista (que tampoco hay que descartar) lee "siento", es decir, "me causa padecimiento que se rían". Lamento, en cualquier caso, es dolor que
se expresa con efusión de lágrimas, pues si hasta aquí ha llegado el lector es
que realmente merecía su mal.
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