Y es que vivimos en un país calderoniano. Porque, como dijo Pedro Crespo (no, no me refiero al alcalde de Getafe):
al Rey, la hacienda y la vida
se ha de dar; pero el honor
es patrimonio del alma,
y el alma sólo es de Dios.
Quizá por ello, la reciente sentencia a favor de los afectados por los ruidos aeroportuarios ha tenido que recurrir al derecho al honor en lugar de aludir a la salud o la integridad física. Quedarse sordo no es problema; dejar de poder hablar o perder simplemente la cordura, sí.
Doctrina esta un tanto extravagante, máxime cuando desde otras instancias se menosprecia el derecho a la intimidad de las personas, especialmente cuando entra la informática por medio. Y eso que tal derecho está protegido por el mismo artículo de la constitución.
1 comentario:
Si, esto de los derechos a la intimidad también me parece muy elástico. Yo recibo continuamente propaganda de multiples sectores y todavía no entiendo por qué. He llegado a recibir publicidad sobre productos para la menopausia (anda, que si me toca a los 33, estaba apañada)
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