Antes de sumergirme en la vorágine de la corrección de exámenes, me gustaría hablar en este blog de una serie de asuntos que han suscitado mi interés en los últimos tiempos. Ya, ya sé que no os interesan en absoluto, pero ello no os librará de leerlas.
1) Servicios de atención al cliente y software libre. Estoy acostumbrado a utilizar software libre; por eso, si encuentro un defecto en un programa, escribo a quienes lo han desarrollado, preguntándoles si lo han resuelto en otra versión, o si por casualidad se trata de algo que yo he hecho mal. He seguido esa misma línea de conducta a propósito de la actualización de los controladores para una capturadora de TDT que le regalé a mi hermana y he visto que, al menos en la atención a clientes de habla hispana, las compañías se limitan a dar largas. Si no funciona una feature de la versión anterior que, según la ayuda (no actualizada, pero esa es otra) debería funcionar, se dicen cosas como "Mediacenter 3 no es el mismo programa que Mediacenter 4, y algunas cosas funcionan de distinta manera". Si se pregunta sobre una feature que no existe, pero sería ingenioso incorporar (como un botón en el mando a distancia para escuchar las pelis de Telemadrid en español en lugar de en versión original) la respuesta es "no, no se puede. Use el ratón". Si se pregunta por qué el teletexto ha dejado de funcionar dicen "el teletexto es una característica de la TV analógica, que no es soportada por la TV digital" (mentira cochina: ¿alguien ha conseguido usar los subtítulos DVB en los canales (ahora todos digitales) de Astra? ¡siempre hay que usar los de teletexto!) Si se responde razonadamente a lo anterior, la amable señorita de soporte se despide cordialmente.
En el mundo opensource eso sería cavar la propia tumba, pero, claro... el artilugio en cuestión no es opensource. Ni siquiera es compatible con reproductores multimedia de otra marca.
2) La hora de Galicia. Leo en un breve del periódico que los nacionalistas gallegos han planteado la posibilidad de establecer su propio huso horario, compartido con Canarias, Portugal e Inglaterra. La idea es, por supuesto, incendiaria, pues la competencia en cuestión horaria (como en pesas, medidas, etc.) es del estado. Sin embargo, no por ello deja de ser sensata. Ya hemos dicho aquí anteriormente que lo absurdo es tener la hora de Vilna, la capital de uno de esos europeos estados bálticos donde los rusos son metecos, apátridas o algo así. Si el meridiano de Greenwich pasa por Castellón, que está al este de España, es ilógico tener la hora del este de Greenwich y no la del oeste. Pero a los territorios de su graciosa majestad británica no se puede llegar a pie (al menos eso piensan quienes no han oído hablar de Gibraltar) y Portugal es algo así como un estado de tercera, y por eso España siempre ha querido tener la hora del eje París-Berlín. Tener esa hora en los países catalanes y la otra en la patria de Breogán sería, creo yo, una bonita solución de compromiso, sobre todo porque, con una hora u otra, seguiríamos llegando tarde a todas partes: ¡al fin y al cabo, españoles!
3) Escribir rápido y no revisar lo escrito es un grave error, y por ello yo he mandado a mis conocidos un horrible correo con la palabra "ha habierto". Sí, es explicable: la primera hache ha inducido la segunda (me pasa mucho al escribir a máquina). Pero sigue siendo un fallo garrafal. Aquí la expongo a la vergüenza pública.
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