La multa por vender tabaco a menores será de un millón de euros... importe similar al de la multa máxima por emitir CO2 en exceso. Por cierto, que la multa por emitir una tonelada de CO2 de más es sólo de 100€ (pensaba blogearlo el otro día), mientras que la multa por fumar en el metro es de más de 500€. No me gusta que la gente fume en el metro (y menos que fumen porros, porque en ese caso siguen fumando dentro del vagón), pero que la multa por UNA TONELADA DE HUMO emitida por una empresa sea mayor que la de UNOS GRAMOS DE HUMO emitidos por un individuo (en un ambiente falto de oxígeno, todo hay que decirlo) parece un despropósito.
Otro despropósito de la la ley antitabaco es que no va a prohibir las máquinas expendedoras. Ya llevamos por lo menos 3 proyectos de ley anunciando que se van a prohibir, y nunca se prohíben.
ABSTRACT: A ton of smoke emmited by a company is fined with 100 €; a few grams of smoke emmited by a single man are fined with 500€. Max fine for CO2 emmision equals max fine for cigarrete selling: 1,000,000 €. New anti-smoke laws seem to keep treachering the compromise of stopping automatic cigarrete vending on street (=bar doorways).
2 comentarios:
Fumo. Fumo mucho, además. Rondo la cajetilla y media. Y lamentablemente me gusta fumar. No lo hago en el metro porque entiendo que es molesto para los demás, no porque esté prohibido; tampoco lo hago en los aviones, ni en los autobuses, ni en el cine, ni en el teatro, ni en los edificios públicos. No lo hago en aeropuertos (aquí miento, en Barajas lo he hecho alguna vez, pidiéndole fuego a un guardia civil, incluso), ni en las reuniones, ni en casas en las que no se quieren fumadores (a la ventana si la necesidad aprieta). No lo haré en las cafeterías de los trenes cuando no se pueda (hace mucho que no viajo en tren, así que no sé si se ha prohibido ya). Tampoco en mi puesto de trabajo (aún puedo, de hecho estoy fumando ahora mismo un cigarrito mañanero que me sienta como a Dios), ni en los restaurantes que lo prohiban. Tampoco fumo en supermercados, ni en mercados, ni minimercados. Tampoco lo hago en tiendas (sean éstas cuales sean, con permiso de los estancos), ni en taxis, como tampoco en coches de amigos a no ser que esté expresamente permitido, ni en salas de espera. No lo hago en edificios públicos, ni en centros de salud y hospitales. No lo haría en el Congreso ni en el Senado, a pesar de que se hagan cosas francamente peores. Si fuera a Florida no fumaría en ciertos parques, como tampoco en California, en donde han prohibido fumar en algunas zonas al aire libre. Procuraré no ir jamás a Bután, país que podría convertirse en el primero del mundo que prohiba fumar en todo su territorio.
Eso sí, me alegro de financiar, con mis 25 pesetas por cigarrillo, las autovías públicas, la Sanidad Pública (en mayúsculas, coño), el transporte público, las obras públicas, el sueldo público, la especulación pública, al público en general, el bello púbico, el cumplimiento del Protocolo de Kioto y la madre que les parió.
A veces me pregunto qué pasaría si prohibieran directamente el alcohol y el tabaco. Es una pregunta retórica, claro: todo el mundo sabe qué pasó cuando se prohibió el alcohol en Estados Unidos al principio del siglo XX. Y algunos conocen cierta ¿leyenda urbana? sobre motines en Italia durante una huelga de estanqueros. Por mi parte, me molesta mucho que los menores fumen (me molesta por ellos) y me molesta que la gente fume cigarrillos baratos (que huelen mal) en lugar de una buena picadura de pipa.
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