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miércoles, 26 de junio de 2013

Oda a la pedantería

El reciente visionado (en internet) de un facsímil de las Anotaciones de Herrera a Garcilaso, unido a las vicisitudes de mi vida académica y social, me hicieron pensar el otro día en lo divertido que sería reírse de la pedantería, vicio (o virtud, según Juan de Mairena, pero solo si se practica adecuadamente) en que a menudo caigo. ¿Y qué forma mejor que una oda, por supuesto en liras, acompañadas de un abundante aparato crítico? He aquí el resultado, y disculpen si les hiere, pues la intención es, simplemente, burlarse de uno mismo.


Como soy un pedante
he llenado de notas este folio,
pues el autor distante
no ha de ocupar el solio
del erudito amigo del escolio.

Como soy un pedante: pedante vale “maestro”, y es el nombre que en la antigua Grecia daban al esclavo que conducía los niños hacia la escuela. Puede leerse como cláusula causal, pero es dilogía: “como, soy un pedante”, es decir, me alimenta mi profesión de maestro. He llenado:perfecto del verbo llenar, ‘henchir, colmar’. El autor indica, no sin cierta malicia, que la hoja estaba repleta de notas ya antes de escribir su frase. Este folio: folium es la hoja del árbol y, metafóricamente, la hoja de un cuaderno, es decir, la mitad de un pliego. De ahí que supongamos que queda, al menos, otra mitad vacía. Autor distante: autor, persona que es causa de algo (no necesariamente de una obra literaria), y en latín auctor, del verbo augeo, aumentar. Hay quien piensa que aquí se están refiriendo a Dios, autor al que se negaría su solio en los cielos, interpretación completamente herética; sin embargo este augeo se refiere a quien acrecienta la distancia entre el lector y el saber. Solio: Trono. “Solia appelantur sedilia in quibus non plures singulis possint sedere” (Festus, glosae). Añade el autor que la soledad de quien se sienta en él tiene que ver con la dignidad del sedente, en este caso el sabio que no se mezcla con la multitud. Martinet, por su parte, prefiere la prosaica etimología sodium, de sedere. Erudito: ‘el instruido en varias ciencias y materias’, aunque vale por quien practica la erudición, lectura docta y atenta. Amigo del escolio: escolio es nota, pero etimológicamente está relacionado con la escuela, lugar donde el erudito ha adquirido su instrucción.

Mis voces son oscuras,
pues es mi vocación de laberinto,
y al acento caen duras
como un mal vino tinto
seré malo pero, en fin, soy distinto.

Mis voces son oscuras: sinestesia acompañada de la evidente aliteración de la o, vocal que debe su oscuridad a la forma cavernosa con que se pronuncia. La voz del poeta es oscura no porque nadie la entienda, que también, sino porque en la noche se encuentra con su musa. Vocación: Inspiración con que Dios llama al estado de religión, y aquí es la musa quien inspira y llama al poeta hacia su laberinto. Laberinto: Famosa obra edificada en Creta por Dédalo (padre de Ícaro), símbolo del retorcimiento, la complicación y el retruécano, pero también del pasatiempo y, por tanto del ocio tan necesario para la actividad intelectual. Caen duras: porque no caen maduras, habiéndose obligado a menudo al poeta a publicar su mensaje antes de que hubiera podido darle su forma definitiva. Como un mal vino tinto: Al igual que en el primer verso del poema, aquí hay una dilogía, dilogía perversamente paradógica, ya que el vino tinto no se podría comer —o quizá sí, siendo especialmente malo—. Por otra parte, también se hace posible la lectura “caen duras” (severas) “como un mal” (como una desgracia), ya que “vino tinto” (es decir, “[el destino] llegó oscuro”). Tinto es participio irregular del verbo teñir y significa “oscuro” (compárese Río Tinto). Posiblemente se esté nombrando una bebida popular en España. Malo suele entenderse como 'dañoso, privado de bondad', pero es concebible que se esté retratando al sabio, enfermo a causa de su ansia desmesurada de conocimiento. Por otra parte, “malo pero” recuerda a mala pira, el nombre de la pera en latín. Sin embargo es difícil asegurar que este efecto haya sido buscado premeditadamente. Distinto porque el sabio es diferente al necio, pero también porque su palabra, para el entendido, es realmente distinta, ya que es clara y no ofrece lugar a discusión; lo cual contrasta con “oscuras”, palabra en que rima el primer verso de esta lira.

Si no aguantas la rima,
haberme hecho callar desde el principio:
no es Parnaso la cima
donde clama mi ripio:
gerundio, infinitivo y participio.

Si no aguantas la rima: Dejando aparte el posible sentido de prótasis condicional, podemos comprender el juego (“¿aguantas la rima? ¿sí? ¿no?”) en el que está deleitándose el autor, si bien no compartimos su alegría en él, pues es nuestro sino enfrentarnos a su mensaje. Aguantar es resistir y sostener; resistir la rima furiosamente cacofónica de este poema y, a la vez, sostenerla, mantenerla, servir de base a su prolongación en el tiempo. Haberme hecho callar: Algunos autores entienden que se trata de una prolongación de la prótasis condicional (si no aguantas haberme hecho callar…); otros, en cambio, creen que es la apódosis. Se basan los segundos en la aparición de los dos puntos tras “principio:”, puntos que no figuran en todas las ediciones. Principio: Dejando aparte la idea de que Dios es principio, fin y medio de todas las cosas, podemos hacer básicamente tres interpretaciones de esta lexía. La más aceptada es ‘norma de conducta’, pues el pueblo tiene por norma hacer callar al vate. Otros autores creen que hay que restringirse a la primera acepción de la palabra, ‘primer instante de algo’. Una última interpretación, que relaciona esta obra con la inveterada costumbre del simposio helénico, sugiere que el canto del bardo se ha prolongado desde los entremeses hasta la libación postrera. Por ello se ha publicado esta obra con el título de “brindis al sol”. Parnaso: Monte en que fingían los antiguos tener su morada las musas, y por ende los poetas; pero en cuya ladera se encontraba también el famoso oráculo de Delfos. Es, por tanto, una asociación de la figura del erudito con el sacerdote. La cima: Hay quien cree que es ultracorrección por sima, ya que las últimas investigaciones apuntan a que el autor pudo ser un hablante del español meridional. Ello haría pensar en un Parnaso invertido (subterráneo) de poetas vergonzantes desde donde el autor clamaría por su perdón; hipótesis atractiva, pero claramente contraria al mensaje que se pretende transmitir. Cima es, pues, la parte más alta de un monte, en este caso el Parnaso. Obsérvese que hay un claro error, pues quien clama desde la cumbre no puede arrogarse el papel de un oráculo situado en la ladera. Es evidente que el autor nunca visitó Grecia. Donde clama mi ripio: Personificación aparte, merece destacarse que ripio es el cascajo, la morralla, el escombro que, amontonado, puede formar un monte, en este caso el habitado por los poetas. El proceso, sin embargo, requiere una fase de consolidación y recubrimiento vegetal que a menudo se malogra por los intereses económicos de los gestores ambientales. Que el monte Parnaso esté edificado sobre un lecho de productos reciclados atenta contra el mito clásico (pues según Pausanias, el monte debe su nombre al hijo de Cleodora), pero no es inverosímil, ya que la propia Cleodora se dedicaba a la adivinación mediante el método de arrojar guijarros, ripios. Gerundio, infinitivo y participio: se trata de las tres formas no personales del verbo; la primera adverbial y progresiva; la segunda sustantiva y la tercera adjetival y perfectiva. Resulta oscura la relación entre el ripio (que, como hemos dicho, es un material de construcción) y estas tres formas del verbo.
Y no me da vergüenza
aturullar las mentes de los necios,
ni dejo que me venza
el temor de los recios
aullidos, griterío y menosprecios.

No me da vergüenza: Quizá calambur, pues los medos (Μαιδοί) no se amedrentaban fácilmente.  Vergüenza procede del latín verecundia, y está relacionada con vereri, ‘temer, respetar’. Aturullar o aturrullar (de turullo ‘cuerno usado por los pastores a modo de bocina’) significa aturdir o confundir. Necios son aquellos que no saben, es decir, todo el mundo (“Sólo sé que no sé nada”, dice el sabio). Temor es la pasión que hace huir de aquello que se considera peligroso, pero también la sospecha, la presunción de algo que no se acaba de manifestar claramente. De los recios / aullidos… ¿genitivo objetivo o subjetivo? Es decir, ¿teme el poeta los aullidos, o éstos son muestra de temor hacia él? Es claro que, si tomamos temor en su primera acepción, será el sabio quien huye del recio bárbaro. Pero también puede ser este quien sospeche hallarse en presencia de un misterio, y por ello aúlla y grita. Menosprecio no porque el insensato se atreva a despreciar a quien ha de ser su guía, sino porque en ningún caso sabrá darle el valor suficiente.

Quizá te hicieron gracia
mis versos y aumentaron tu contento:
pero es que con audacia
suelen reírse ciento
del mal que merecía su lamento.


Gracia: Aquel don que se ofrece a quien (por incapacidad o falta de voluntad) no ha podido merecerlo. En latín charitas, que suele traducirse como “amor”. Significa también en castellano “burla, humorada”. Versos: períodos en que el poeta vierte su mensaje. Está relacionado con el latín versus, que significa “volteado”, “invertido”. De ese modo, hay que entender a menudo en esta obra lo contrario de lo que dice. Contento: alegre, pero también ‘moderado, reprimido’, ya que propio de discretos es aumentar la contención de espíritu. Reírse ciento: Ciento es la forma no apocopada del numeral cien, y normalmente está restricta a su uso en plural. Compréndase ciento como sujeto de reírse, a pesar de la opinión de quienes sostienen que se trata de un complemento circunstancial de cantidad. Que merecía su lamento es subordinada adjetiva, a pesar del verbum dicendi reírse, que hace pensar en una subordinada sustantiva en función de complemento directo (pero entonces, ¿qué función atribuir a del mal?). Un tercer grupo de autores cree que la subordinada adjetiva acaba en merecía, y lamento es, por tanto, sujeto de suelen reírse, con evidente fallo de concordancia —quizá el autor aspirase la S final—. La hipótesis meridionalista (que tampoco hay que descartar) lee "siento", es decir, "me causa padecimiento que se rían". Lamento, en cualquier caso, es dolor que se expresa con efusión de lágrimas, pues si hasta aquí ha llegado el lector es que realmente merecía su mal.

martes, 25 de junio de 2013

Checklist para el uso de firma electronica con la administración.

No sé por qué, pero algo que debería ser simple, rápido, eficaz y gestionado por el servidor, como la firma electronica, suele dar un montón de problemas, al menos a mí siempre me los da. A continuación, una pequeña checklist para tratar de corregir errores.
  1. ¿Tienes una firma electronica? Asegúrate de tener una firma electrónica. En caso de que la firma esté en un dispositivo externo (DNI electrónico), asegúrate de haber escrito bien la contraseña.
  2. ¿Has incluido los AC raíz más recientes de la FNMT (Administración Pública, FNMT-RCP y APE) y Camerfirma en tu navegador? Si no lo has hecho, ve a la página de la FNMT y Camerfirma y descárgatelos. (NOTA: en los puntos siguientes, al hablar de certificados, nos referimos a tu certificado personal MÁS los certificados de la FNMT y Camerfirma).
  3. ¿Estás usando Chrome? - El navegador Chrome tiene su propia gestión de los archivos PDF. Eso es estupendo, pero, lamentablemente, alguien decidió (por motivos de seguridad) no incluir el soporte para script que necesitan casi todos los formularios online de la administración española. Por tanto, tienes dos opciones (elige una de ellas):
    1. Cambiar de navegador (Internet Explorer es lo que menos problemas te dará, siempre y cuando tengas la última versión).
    2. Abrir chrome://plugins/, y deshabilitar "Chrome PDF Viewer", lo que debería habilitar "Adobe Reader" (si tienes adobe instalado, claro). Cuando abras el PDF, Chrome intentará disuadirte de ejecutar Adobe Reader, así que tendrás que decirle que sí, que lo ejecute.
  4. ¿Has instalado tu certificado en tu navegador? Puede que hayas instalado tu certificado en Windows, pero eso no garantiza que esté instalado en el navegador, a menos que uses explorer. Comprueba en la configuración de tu navegador que el certificado esté instalado.
    1. Chrome: Menú > Configuración > Ver opciones avanzadas > HTTPS > Administrar certificados.
    2. Mozilla Firefox: Herramientas > Opciones > Avanzado > Cifrado > Ver Certificados
  5. ¿Has instalado tu certificado en Adobe Acrobat? Puede que hayas instalado tu certificado en Windows, pero eso no garantiza que esté instalado en Acrobat (aunque debería). Comprueba en la configuración de Acrobat Reader que esté instalado. Use una de estas dos.
    1. Instala tus certificados en Edición > Protección > Configuración de seguridad.
    2. Ve a Preferencias > Seguridad > Preferencias avanzadas > Integración con windows y márcalo todo (de ese modo, se asegurará de que sus preferencias de seguridad coincidan con las de windows, aunque esto no está exento de problemas).
  6. ¿Has instalado tus certificados en Java? Para instalarlos, tienes que ir al panel de control, buscar Java, y dentro del icono "Java" seleccionar "Seguridad" y "Gestionar Certificados".
  7. ¿Está tu navegador bloqueando Java o Acrobat? Puedes tratar de evitarlo manteniendo pulsado "Control" en Internet Explorer, o bien agregando la web actual a "Sitios de confianza". A menudo, el bloqueo de Java conduce a un bucle sin fin (sale un cartelito pidiendo que aprobemos un applet, decimos que sí, volvemos al mismo sitio donde estábamos, se vuelve a descargar el applet, se nos vuelve a preguntar si la aprobamos). Ese "bucle sin fin" solo se puede evitar si agregamos la ubicación actual a los "sitios de confianza" o bajamos la seguridad del navegador al mínimo.

Supón que has probado todo lo anterior y sigue sin funcionar. ¿Qué puede haber pasado? Si usas un lector de DNIe puede deberse a un capricho de la aplicación del DNIe; también puede suceder que tu nombre tenga acentos en tu certificado pero no los tenga en la administración con la que estás lidiando (esto suele suceder en la Seguridad Social) o puede, simplemente, que hoy los hados no estén de tu parte. Mejor imprimes el dichoso formulario y te vas al registro de tu ayuntamiento, o a una oficina de correos.


Nota sobre certificados digitales y seguridad: es importante que tu certificado digital esté protegido con alguna contraseña, para evitar que el robo de tu ordenador conduzca al robo de tu identidad. Lamentablemente, casi ningún navegador gestiona bien este punto (Internet Explorer pide tu permiso pero, aparentemente, no solicita una contraseña). Admirables excepciones son Java y Firefox.


Edición del 24 de febrero de 2014. Hay otros dos errores posibles que no tuve en cuenta:
"Error 2148532334: El usuario canceló la operación":
Significa que el driver o programa usado no se ha instalado con privilegios administrativos, o no se ha ejecutado como administrador. Por lo tanto, el sistema de seguridad de Windows Vista / 7 / 8 / 8.1 lo bloquea.
"El navegador no puede ejecutar este complemento":
Puede significar varias cosas:
  • Muchos de los navegadores actuales bloquean java por defecto. Debes indicarle al navegador (habitualmente en un mensaje en la parte superior o en un icono en la barra de navegación) que permita usar java (ver arriba).
  • Además, Java 7 exige que las applet estén firmadas con una firma actual (por ejemplo, las de la Agencia de protección de datos no lo están). Para poder usar las app java de firmado en estos sitios es necesario ir al panel de control y bajar la configuración de seguridad de Java, o bloqueará el complemento.
  • Finalmente, las últimas actualizaciones de java exigen que las app incluyan en su "manifiesto" una lista de sitios web en los que pueden ejecutarse (esto ya es para nota). Así que la mayoría de sitios que usaban java ya no funcionan.

lunes, 24 de junio de 2013

Si escuchas con atención comprenderás te darás cuenta de que toda la ciudad murmura contra ti: La portera comenta que entra gente extraña a tu casa; tu frutero murmura que te reservará frutas podridas; la gente del metro, apartando la mirada, se burla de tu aspecto, y hasta tu psiquiatra piensa que eres un paranoico.

—:0:—

Cogió un atlas, se sentó en el sillón y recorrió el mundo en zapatillas. Pero, como no quería marchar los pies, no se apeó en los charcos del Amazonas ni en las arenas del Sahara ni en las sucias calles de la gran ciudad. Y no bajó del sillón hasta llegar a la salita de su casa. a las faldas de su mesa camilla.

—:0:—

No es tan grande la ciudad: actores disfrazados se apean en estaciones fingidas para que parezca que ha merecido la pena el largo trayecto en metro.

(Escritos originalmente el 18/6/13).

Homenaje a Tomeo

Ayer conocí la muerte de Javier Tomeo, autor cuyos cuentos me fascinaron siempre. A modo de homenaje, publico aquí un relato que escribí para el concurso de la UNED inspirándome en los suyos.

A la manera de Tomeo
En los últimos tiempos —clama la vocecilla desde la chimenea, rompiendo el encanto de esta noche invernal— los seres sobrenaturales protagonizan series y películas. Vampiros, licántropos, brujas e incluso demonios han tenido quien los reivindique. Pero —grita, haciéndome derramar el café sobre la cama de Sultán— ¿qué pasa con duendes y trasgos? ¿Es que no caemos bien a nadie?
La resistencia que ofrece la mancha a mis esfuerzos por limpiarla, así como el hecho de que al volver al sofá no encuentre por ninguna parte el mando a distancia, me hacen pensar que el trasgo no anda muy lejos. Irritado por sus travesuras, oso responderle:
—Pero ustedes han aparecido en películas como “El Señor de los Anillos”.
Fuera del cálido salón, se avecina la tormenta. Una corriente de aire abre el balcón y levanta los cortinajes, haciéndolos chocar contra ese portarretratos que me observa desde lo alto del televisor. El marco pierde su equilibrio, y la fotografía de mi boda se hace añicos.
—¡Ja! ¡Goblins deformes, orcos espantosos, trasgos desnarigados! ¿Se pueden comparar con esos ídolos de multitudes que interpretan a chupasangres y lobos?
Barro el desastre del suelo del piso, mientras prosiguen las quejas de la voz entre las brasas.
—¡Incluso los papeles de brujas son representados por jovencitas exuberantes! Y no me venga con que pueden cambiar su apariencia para agradar a los hombres. ¡Su aliento las delataría! ¿Alguna vez olió el aliento de una bruja?
Se esparce por el cuarto el hedor de una ventosidad rancia. Abro la puerta y hago salir a mi bulldog, cuya expresión de culpabilidad delata el origen de la peste. Todavía no llueve, pero el viento sigue soplando con fuerza y ayuda a ventilar la casa.
—¿Y Bowie? —sugiero— ¿no actuó como Rey Trasgo en aquella película de Jim Henson?
—Me dan arcadas —dice, mientras el perro vomita sobre el felpudo de la puerta. Algo le habrá sentado mal—. A pesar de su popularidad y de su evidente magnetismo, Bowie no deja de ser un freak, un bicho raro. Su atracción sobre las personas de ambos sexos era, incluso en su juventud, muy distinta de la que pueda ocasionar un Taylor Lautner entre un corro de muchachuelas.
Hace tiempo que no voy al cine, y no recuerdo muy bien quién es Taylor Lautner. Tendré que preguntar a mi esposa, que está más al día. Pero dejo de hacer caso a la voz, porque he encontrado al fin el mando a distancia entre las páginas de una revista, marcando la fotografía de un muchacho musculoso con rostro ligeramente exótico. Enciendo el televisor con la esperanza de acallar las quejas, pero la voz prosigue:
—¡Incluso en las películas más benévolas pintan a los trasgos como seres perversos e interesados en hacer el mal!
—¿Es que ustedes no son malvados? —intervengo, indignado— ¡Siempre escondiéndose en los rincones, habitando agujeros, viviendo en la oscuridad del inframundo! ¡Es normal que Tolkien les considerase aliados naturales de Sauron!
—Permita que me ría. Las hordas de Sauron, según indican nuestros libros de historia, estaban formadas por levas forzosas. Algunos afortunados pagaron para no ir a quintas, y se salvaron del exterminio. Otros clanes se enterraron bien hondo en la tierra para evitar la llamada a filas, y dicen que de ahí viene nuestra afición a las profundidades.
Los anuncios del chef Tony en la teletienda me sugieren una buena réplica:
—¿Y su bien conocida afición por estropear los guisos y echar sal al café?
—Yo, por lo menos, puedo asegurar que nunca me he acercado a un puchero. Me gusta la carne poco hecha y sin guarnición alguna. Mi médico me prohibió las verduras hace muchos años, tras un empacho de oronjas que encontré en la despensa de un tal Claudio.
—¿Emperador de Roma?
—No viene al caso. Simplemente deseo aclarar la inocencia de mis acciones.
Un trueno lejano indica que por fin ha comenzado la tormenta. No tarda en irse la luz y por un momento me parece ver unos ojos reflejados en el cristal de las ventanas. Son las bombillas de la araña, que han parpadeado brevemente en esta fría y oscura noche de invierno, antes de apagarse definitivamente. Entonces me acuerdo del perro y abro la puerta para que entre en casa. El pobrecillo estará empapado.
Envuelvo a Sultán en una toalla y me siento con él junto al fuego. Contemplando las llamas, me concentro hasta olvidar al intruso que ha perturbado mi noche. A pesar de los ruidos del exterior, la habitación se encuentra por fin en silencio. Siento el pecho del bulldog subir y bajar alternativamente al ritmo de su respiración, que poco a poco se va haciendo más suave.
—Ahora me culparás por las huellas en el piso.
Ignorando la provocación, continúo mirando las llamas hasta que mis ojos se ciegan con su baile hipnótico. Oigo ruidos en el fondo de la casa. María debe de haber despertado. Será mejor que me acueste para no desvelarla. Pero primero debo fregar el rastro dejado por el perro.
Al levantarme, con los ojos todavía llenos de fosforescencias naranjas, me fío del tacto para llegar al servicio y tomar la fregona. Mientras camino de vuelta con el balde lleno de agua, no percibo la presencia de Sultán hasta que tropiezo con él y esparzo nuevas salpicaduras en el salón. Mi mujer grita desde el dormitorio.
—¿Qué estás haciendo?
Encierro al perro para evitar que deje más huellas y me afano con el mocho. Poco a poco, la habitación vuelve a su pulcritud original. Con  todo, un leve sonido de risas parece escapar de entre los troncos que arden en el hogar.
—Creo que vuestra fama es merecida. No irás a decir que no has tenido parte en esto —susurro, mientras vierto agua sobre las brasas.
—Es un síntoma de inmadurez culpar a otros, o a la fortuna, de las propias desgracias. Al menos eso dicen los psicólogos educados en países calvinistas. Por mi parte, no negaré que disfruto observando la torpeza de la gente, como cualquier hijo de vecino. Por cierto, si notas cierto mareo, te recuerdo que el monóxido de carbono es un gas altamente intoxicante.
Haciendo caso al consejo, dejo una pequeña ranura en las ventanas para airear la habitación antes de volver, por fin, a mi cuarto.

No sé si el duende tendrá la culpa o no, pero, al vestirme a la mañana siguiente, echo en falta la billetera en el bolsillo de mis pantalones.

sábado, 22 de junio de 2013

Amigos muy falsos

En inglés se llama "false friend" ('falso amigo') una pareja de palabras muy parecidas de dos idiomas que tienen significados completamente distintos. Por ejemplo, "sensible" (inglés: 'inteligente') y "sensible" (español: 'propenso a sentir emociones'). Muy a menudo los traductores de medio pelo (que no saben inglés o no saben espeñol, o lo más habitual, desconocen ambos idiomas) no detectan que la "amistad" entre las dos palabras es falsa como un billete del monopoly, y crean efectos expresivos sorprendentes, propios de la gran literatura.

Leyendo un libro de economía encuentro la expresión "beneficio revenido". Es posible que esta expresión, mala traducción del inglés "revenue" se haya convertido ya en un tecnicismo entre nuestros economistas. Pero al escucharla no puedo dejar de pensar en beneficios rancios, pasados, caducados, florecidos, mohosos o incluso echados a perder, que es —supongo— lo contrario de lo que el autor quiere indicar.

jueves, 20 de junio de 2013

Otros microcuentos

A veces, el armario de la vajilla se precipita contra el suelo.

TODO TIENE SU RAZÓN DE SER

No les bastaba la voz para expresar su frustración contra el mundo; así, pues, inventaron memoriales, periódicos, formularios, programas de radio y shows televisivos.

PRUEBA DE CORDURA

Avanza hacia el borde del andén y siente el impulso, pero su cordura lo refrena. Así sabe que por lo menos hoy está en su sano juicio.

PIRÁMIDE SOCIAL

El jerarca quiso enseñar a su pueblo la diferencia entre "arriba" y "abajo", pero Epi y Blas no estaban disponibles. Por eso tuvo que edificar la pirámide.

PERSEGUIDO

Intento huir de ti y a todas partes me sigues. Dime, sombra, ¿estás enamorada, o quizá buscas vengarte por una vieja injuria?

(Escritos originalmente el 17/6/13; el primero concebido el día anterior.)

martes, 18 de junio de 2013

Sierpe entre las flores.

Mientras el áspid enrosca su ovillo
en el parterre florido y galante,
la bella Laura camina ignorante
hacia el reptil de aguzado colmillo.

Entrelazadas hacen un pasillo
la madreselva y la lila fragante
para la rosa de piel palpitante
que a la sierpe artera ofrece el tobillo.

Pide auxilio a gritos la anciana doña:
resuena el eco en desiertos jardines
pero agoniza la joven gentil.

Entre el silencio de los querubines
la bella Laura imagina febril
que viene un fauno a sorber la ponzoña.


P.S. Blogger me indica que esta es la entrada 1300 de este blog. ¡Nunca imaginé que llegase a un número tan alto!

viernes, 14 de junio de 2013

Unos cuantos microcuentos.

Unos cuantos microcuentos escritos hoy en el metro.

Recuerde el alma dormida.
Como siempre, me despierta la sensación de que estoy olvidando algo. Hago memoria y recuerdo que estoy dormido.
Al otro lado
Hay, hacia el oeste, unas montañas tan altas que no se pueden cruzar. Mas si se cruzan, hay más allá unos bosques que es imposible atravesar sin extraviarse. Y al otro lado una breve playa, y un océano que abarca hasta el borde mismo del mundo.
Contrafactum becqueriano
No creáis que, agotado su tesoro, / de asuntos falta, enmudeció la lira: me hartaban sus arpegios, y por eso la quemé el otro día.
La libélula vaga...
La libélula vaga de una vaga ilusión es perseguida inútilmente por la princesa hasta que uno de sus pajes, con un cazamariposas, la atrapa y la pincha con alfileres en la prosaica vitrina de donde no debió salir nunca.

sábado, 1 de junio de 2013

Sobre la etimología de 'ámbar gris'

[Original del 16/5/11 - no publicado hasta 1/6/2013]
A muchos os parecerá absurdo escribir un articulito sobre la etimología de "ámbar gris", puesto que parece evidente que vendrá de ámbar + gris, para diferenciarlo del ámbar "de verdad", que es amarillo. Al menos esa es la idea que aparece en varios diccionarios para la etimología de las palabras inglesas "ambergris" y "amber grey", que se supondría proceden del francés "ambre gris", documentado desde el siglo XV.
Sin embargo, héte aquí que, respondiendo a un trabajo de Historia Moderna (Antropología), me tropecé con la palabra "ambrocar" en la Carta Di Andrea Cossali Fiorentino, donde describen así la isla de Mozambique:
Trovasi anche gran quantita di riz, & altri semi, di che questi dell'isola vivono. Vi si trova parimente argento, ambracan, gengiovo, meleghetta & garofani, non come questi d'India, che non sono tanto profitossi, ma di meglior odore & di forma di galla di nostra terra.
[Se encuentra también gran cantidad de arroz y otras semillas, de que viven los naturales de la isla. Se encuentra igualmente plata, ambrocan, gengibre, malagueta (falsa pimienta) y claveles, no como los de la India, que no son tan provechosos, sino de mejor olor y con la forma de las agallas de roble de nuestra tierra.] (RAMUSIO, M. Gio. Battista: Primo volume e terza editione / delle Navigationi et viaggi..., Venetia, stampa de Guinti, 1563, fol. 178)
Está claro que "ámbar gris" se parece mucho, pero que mucho, a este "ambrocan". Pero es que buscando en internet la palabra, aparece en el DRAE:
Sustancia que se encuentra en las vísceras del cachalote, sólida, opaca, de color gris con vetas amarillas y negras, de olor almizcleño, que al calor de la mano se ablanda como la cera, y la cual se halla en masas pequeñas y rugosas, sobrenadando en ciertos mares, especialmente en las costas de Coromandel, Sumatra y Madagascar. Se emplea en perfumería y como medicamento excitante
("ámbar gris", DRAE, s.v.)
Es decir, que el "ámbar gris" se pescaba justo en los lugares de los que habla Ramusio en su viejo libro. En apoyo adicional a mi pequeña teoría, está el hecho de que, según el diccionario histórico, ámbar es cachalote en árabe, y la primera acepción en castellano de la palabra fue la de 'ámbar gris, esperma de cachalote' y no la de 'ámbar, mineral' (Fundación Rafael Lapesa, Diccionario Histórico, s.v. "ámbar" )
Por cierto que mirando el mismo diccionario se observa que en Español el ámbar blanco, negro, gris... son históricamente variantes del 'esperma de ballena', mientras que en otros idiomas se refieren a distintas piedras (por ejemplo, black amber: azabache).
¿Y el ámbar amarillo? Supongo que su nombre procederá de su parecido a la sustancia del cachalote, puesto que en latín y griego, como indica Nebrija en su diccionario, (página 28 de la edición de la RAE de 1989) ámbar de las cuentas, succinum, ámbar, este mesmo en griego, electrum.

Complemento de régimen y complemento predicativo: problemas (1).

Una de mayores dificultades de la sintaxis es la conjunción en una misma ciencia, que debería limitarse al orden y jerarquía de las palabras en la oración, de aspectos morfológicos y semánticos en conflicto entre sí.
Uno de estos conflictos es el que se produce con una frase preposicional en la posición de predicativo, lugar ya de por sí complicado de definir, puesto que su definición, "complemento de un verbo y un sustantivo", es ya paradójica.
Es cierto que las frases preposicionales pueden equivaler a adjetivos, categoría a la que habitualmente pertenece también el predicativo. Pero, puesto que una estructura igual también podría desempeñar el papel de complemento de un verbo, hay que agarrarse a la semántica para comprobar lo que en un adjetivo resolveríamos con una simple prueba de concordancia:
  1. La mujer de Lot se transformó [en estatua]
  2. La mujer de Lot se transformó [en Sodoma]
El sentido de la primera oración está claro:"una estatua" es una cualidad de "la mujer de Lot". En la segunda, también parece más o menos claro que "Sodoma" es el lugar donde ocurre la transformación. Algunos gramáticos dirían que en el segundo verbo "damos por supuesto" el predicativo (es decir: la oración, en nuestra cabeza, es "se transformó en eso". Compliquemos un poco más las cosas:
  1. Selemoh-Ha Leví se convirtió en cristiano
  2. Selemoh-Ha Leví se convirtió en Burgos
  3. Selemoh-Ha Leví se convirtió al cristianismo en Burgos
La segunda oración de esta nueva serie viene a confirmar la suposición de los gramáticos mencionados antes (esto es, que el predicativo está supuesto), pues el sentido tradicional de la palabra "convertir" en castellano es "convertir al cristianismo" (la culpa de este sentido no la tenemos ni la palabra ni yo, sino unos cuantos siglos de historia y una sociedad no tan tolerante como se nos quiere hacer creer). Pues bien: ¿qué ocurre con la tercera oración? Es difícil aceptar que "al cristianismo" es un predicativo: de una parte, la preposición tiene un claro sentido de movimiento, que en la oración parece mantenerse; de otra, el nombre abstracto, aunque nombra una cualidad, no parece lo más adecuado para complementar a otro nombre, ni siquiera por vía de aposición. Dos oraciones con el mismo sentido y, sin embargo, distinta estructura. Entonces, ¿podemos apoyarnos en el sentido para establecer la función sintáctica o no? Ya dijimos que de aquí vienen casi todas las dificultades de esta ciencia.
No hemos apuntado una dificultad adicional: el verbo con el que hemos estado trabajando exige que la preposición sea siempre la misma. Comprobémoslo con la lista de preposiciones:
  1. Juan se convirtió a + sustantivo abstracto (Se convirtió al cristianismo)
  2. Juan se convirtió en + adjetivo o sustantivo (Se convirtió en cristiano, en estatua, en ficción).
  3. Juan se convirtió [ante, bajo, desde, contra, entre, hacia, hasta, para, por, según, sin, sobre, tras]: complementos circunstanciales.
En el primer caso, que es el que hemos presentado como más dudoso, no parece haber mucha diferencia (gramatical) entre "convertirse al cristianismo" o "dedicarse a la espeleología", frase en que el complemento se clasifica como "complemento de régimen" precisamente porque es obligatorio y está limitado a una sola preposición (pues no admite sinónimos: uno no se puede dedicar ni "para" ni "hacia" la espeleología, del mismo modo que tampoco se puede convertir ni "hacia" ni "para" el cristianismo).
El complemento citado sería, por su forma, un complemento preposicional (puesto que su preposición es regida), y por su significado un complemento predicativo (puesto que indica cualidades del sujeto). Si seguimos la idea de Bosque de clasificar entre los complementos de régimen todos aquellos exigidos por el verbo, sin importar si tienen preposición o no, tendríamos ser coherentes y decir que es un complemento de régimen. Sin embargo, estoy seguro de que Bosque lo clasifica como predicativo, puesto que tampoco tiene en cuenta la forma al decir si algo es un predicativo o no (y la casilla de complemento de régimen ha pasado a ser el mismo "cajón de sastre" en que Bosque decía que se había convertido el adjetivo).
(Continuará)

Experiencia

Me llaman la atención últimamente, echando la vista quince años atrás, al momento en que salía de la Autónoma, la cantidad de cosas que he aprendido gracias a la experiencia. Y también la cantidad de cosas que no he conseguido aprender gracias a ella.

Las primeras son especialmente sorprendentes en cuanto a la literatura. A pesar de que el comentario del examen de oposición estaba centrado en la identificación del autor de un texto, nunca me lo tomé muy seriamente. Y, sin embargo, a lo largo de los años, analizando una y otra vez y comentando con alumnos y compañeros de trabajo los mismos cuatro sonetos de Góngora o las mismas cuartetas de Machado, se aprende a descubrir sus mañas, los rasgos de estilo que los identifican. Por ejemplo, hace años, y a pesar de haber trabajado ese texto en la asignatura de Literatura II, cuyo examen era también un comentario de textos, no hubiera dicho que la aliteración (repetición de sonidos) inicial de «Menos solicitó veloz saeta» era un rasgo muy gongorino —de hecho, cuando los compañeros que han estudiado en la Complutense me hablan de aliteraciones, desconfío, hasta el punto de haber escrito una macro para ver si una letra está empleada en un verso con una frecuencia realmente mayor a la que tiene en prosa—. Y ahora, sin embargo, no solo lo pienso intelectualmente, sino que lo veo.

Las segundas, las que por más que lo intento no aprendo, son aquellas habilidades que intelectualmente comprendo, pero que emocionalmente me veo todavía incapaz de poner en práctica. Y es que una cosa es que me convenzan, pues convencido estoy, y otra es que me persuadan.