Mientras el áspid enrosca su ovillo
en el parterre florido y galante,
la bella Laura camina ignorante
hacia el reptil de aguzado colmillo.
Entrelazadas hacen un pasillo
la madreselva y la lila fragante
para la rosa de piel palpitante
que a la sierpe artera ofrece el tobillo.
Pide auxilio a gritos la anciana doña:
resuena el eco en desiertos jardines
pero agoniza la joven gentil.
Entre el silencio de los querubines
la bella Laura imagina febril
que viene un fauno a sorber la ponzoña.
P.S. Blogger me indica que esta es la entrada 1300 de este blog. ¡Nunca imaginé que llegase a un número tan alto!
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