Y es que es difícil distinguir la realidad del sueño. Las palabras "pellízcame, estoy soñando" que aparecen en las películas americanas no parecen ofrecer un buen método para sustraerse al poder de morfeo. Tampoco parece ser buen método el empleado por Segismundo: lanzar al vacío a un criado, y comprobar después si alguien le acusa de su muerte. Ubik (y las películas inspiradas por esta novela) nos sugiere un método: comprobar que la realidad sea coherente. El problema es que mientras permanecemos dentro del sueño no solemos percibir dicha incoherencia, que, sin embargo, al despertar nos parecerá evidente.
Visitando las otras webs del autor de la tira ecol, me encontré con un artículo sobre los sueños lúcidos donde se dice algo muy interesante: los psicólogos han estudiado y clasificado las diversas maneras de descubrir si uno está despierto o soñando. ¿Para qué? Para que, practicándolas obsesivamente, logremos introducirlas en nuestros sueños hasta lograr lo que se denominan "sueños lúcidos", sueños en los que el durmiente despierta y asume el control. Aquí va una pequeña lista. Y no, la prueba de pellizcarse no está incluida.
Estamos en un sueño si...
- Podemos respirar con nariz y boca tapadas.
- Nuestro reflejo en un espejo no coincide completamente con nuestro reflejo real.
- Nos encontramos en una situación extraña y no podemos decir cómo hemos llegado a ella.
- Tenemos más de cinco dedos.
- Los carteles cambian cada vez que los leemos.
- Al mirar el reloj dos veces consecutivas, la hora no coincide.
- La luz sigue encendida por más que pulsemos el interruptor.
- Poseemos "poderes psíquicos".
- Los bordes de los objetos son borrosos o están mal definidos.
Podéis encontrar una descripción detallada de cada una de estas condiciones en la página de Javier Malonda antes citada. Personalmente, me llama la atención que no aparezca esa que todos aprendemos de pequeños: "Estamos en un sueño si, varias veces después de ir al servicio, seguimos teniendo ganas de orinar, o, lo que es peor, nos despertamos empapados"
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