No me gustan las cuotas, y creo que alguna vez lo he dicho en este blog, pero es una alegría pensar, en estos tiempos de crisis económica y de pesimismo, en el gesto de valentía de Rodríguez Zapatero al seleccionar un gabinete formado mayoritariamente por mujeres y, además, poner a alguna en ministerios típicamente masculinos. Porque, no lo olvidemos, crear un ministerio de medio ambiente o de asuntos sociales y colocar en él a una mujer suena a "hemos creado este ministerio para que lo ocupe una mujer" (y en algunos casos, como cierto puesto en la comisión europea ocupado por una nórdica sin estudios hace unos años, parece realmente así). No me gusta la reestructuración ministerial, que se lo pondrá más difícil a quienes ya se manejaran con las diversas webs y oficinas (y, no lo olvidemos, en España cada vez que se remoza una web suele complicarse el acceso a la información), pero el gesto de colocar a mujeres parece sorpendente y elogiable. ¡Si hasta Esperanza, la archienemiga de los socialistas, les ha dado la enhorabuena!
Ese gesto tiene más importancia si miramos a nuestro alrededor. Nuestro país, no se sabe si por lo carpetovetónico, por lo latino, por lo judeocristiano o por lo musulmán, ha sido siempre refugio de un machismo que ahora nos sorprende en quienes comparten nuestras mismas raíces. Ahí está Berlusconi, mofándose como siempre de las mujeres, y una valiente diputada italiana, Wanda Montanelli, cuya lucha por la presencia femenina en el parlamento de su país pasa desapercibida, al parecer, en su propia tierra.
En fin, que parece que hay algo (poco, pero algo) en lo que España va por delante de otras naciones... y para bien.
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