Esta tarde me he acercado al Barrio de Salamanca, y, ya puesto, he aprovechado para visitar la exposición sobre la tumba de Tutmosis III que se ofrece estos días en el Museo Arqueológico Nacional.
La exposición ofrece lo que yo esperaba: la reconstrucción de una tumba egipcia, en este caso la de Tutmosis III. Para alguien como yo, que nunca ha viajado demasiado lejos y que, desde luego, no ha ido a Egipto, siempre es bueno visitar reproducciones de monumentos. Además, mejor eso que ir al lugar donde está el yacimiento y ver solamente una reproducción, como pasa en Altamira. Por mi parte, para reproducciones de Altamira, me basta con la de Madrid. Pero volvamos al tema.
La exposición está diseñada siguiendo una estructura circular en torno a la reproducción de la tumba. Se entra por el sur, donde recibe al visitante la tapa de un sarcófago y, junto a ella, una estatuilla funeraria. Desde ahí se puede salir a izquierda (sala de proyecciones) o derecha, por donde yo me he encaminado. En esa segunda sala hay una maqueta de la tumba y una proyección de un recorrido con cámara subjetiva (lamentablemente, la calidad es casi de aficionado) a través de la tumba, proyección sincronizada con un plano en que se indica en todo momento dónde está la cámara (que lamentablemente mira siempre al frente, sin mostrar en ningún momento imágenes de las paredes laterales, incluso cuando llega a cámaras más amplias). Todo muy high-tech, pero casi de aficionado, sólo faltan los logotipos de windows en las esquinas de las pantallas.
El plato fuerte viene a continuación. A nuestra izquierda, según hemos entrado en la sala de las maquetas, hay una puerta que conduce a una reconstrucción de la cámara funeraria de Tutmosis. Las paredes de la habitación presentan un texto sagrado con sus ilustraciones, y bajo él hay (¡en letra muy pequeña!) una explicación que quizá necesitaría gráficos de apoyo (puede que estén en el folleto, que no pude conseguir). Una puerta a la derecha nos conduce a una sala con forma de C invertida que muestra tapa y caja de un sarcófago, vasos canopos y otros adminículos funerarios. Saliendo por el lado contrario de la C hay un pasillo con una vitrina en esquina con un fragmento del "libro de los muertos" y una estatuilla. Lamentablemente, el foco está estratégicamente colocado para reflejar su luz en el cristal y ocultar los jeroglíficos del libro de los muertos a nuestros ojos. A continuación, estatuillas de dioses, con explicaciones que apenas pude leer porque la sala estaba abarrotada. Desde ahí pasamos a la sala de proyecciones, abarrotada también cuando yo visité la exposición, en que aparte de la proyección hay un par de animaciones por ordenador cuyo significado no me entretuve a descifrar, pero que probablemente se refieren al proceso de restauración de las piezas. Por cierto, que las animaciones están presentadas de forma que más parece estar viendo unos videos musicales en el Real Player que una animación seria y científica.
La impresión general que me ha quedado es que es una muestra muy buena, pero podía ser mejor. Hay un par de detalles que lo fastidian todo: vitrinas con focos que se reflejan en el cristal, textos pequeñitos (yo los puedo leer, quizá algún jubilata no), sala de video estruendosa que oculta a mis oídos las palabras del guía que acompaña a un grupo, animaciones en ventanas pequeñas con un gran marco High-Tech a su alrededor (cuando los High-tech de verdad, como Spielberg o Lucas, ocultan los ordenadores). Y gente, mucha gente. Procuraré volver a visitar esta exposición un sábado por la tarde, hora a la que he comprobado que nadie va a los museos (¡por eso son gratis entonces!), y cuando la exposición lleve unos días más.
Pero visitadla vosotros, y me contáis.
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