PÉREZ GIL, Alicia: Ojos verdes. Cádiz, Cazador, 2019. 180 págs., 15cm
- Precio:
- 5 euros
- ISBN:
- 978-84-17646-23-3
- Descriptores:
- Fantasía oscura - Terror en lo cotidiano - Relaciones laborales - Pasiones turbulentas - Personajes LGTBIQA+
Rebeca llevaba una vida feliz hasta que esos desalmados del sindicato la demandaron. Se siente traicionada por sus jefes, que no han querido dar la cara y admitir que ella solo cumplía sus instrucciones. Se descubre insatisfecha con su relación, construida sobre la seguridad y el confort. Y entonces irrumpen en su vida tres brujas que alterarán su vida. Ella no cree en esas cosas. Pero hay algo que la atrae magnéticamente a ese consultorio espiritual.
El prólogo de Itzíar Mínguez Arnáiz presenta esta novelette como una «copla de terror futurista». Yo diría que es una actualización de la Canción de Navidad de Dickens que quita lo que le sobra y añade el principal elemento realista que falta: la pasión sexual, la atracción fatídica que rompe matrimonios. Es cierto que este libro es copla, como Canción de Navidad es villancico. Y si en los cuentos de navidad británicos del XIX eran abundantes los espíritus, la copla pide embrujos que arrastren el corazón y despierten los deseos más oscuros.
Ojos verdes se construye sobre una tríada, como la novela corta de Dickens y tantas obras de la tradición popular. Pero no es exactamente el presente, el pasado y el futuro lo que se le presenta a la protagonista, sino el yo y el ellos (entiéndase: no un ego/id freudiano, sino más bien una dupla autoestima/«otroestima»). A traves de ello descubrimos que nosotros no construimos el egoísmo adulto a partir de la nada, como hizo Scrooge, sino que poco a poco le vamos dando forma, hasta que se adapta a nuestro cuerpo como un traje a medida.
En ese sentido, la profundización en la protagonista está muy lograda, aunque sea a costa de lanzar por ahí cuatro o cinco personajes terciarios (los del pasado) que son meros tipos, figuras creadas desde el propio prejuicio de Rebeca.
El otro gran acierto es la renuncia al final feliz. Porque la autora sabe que, blancos, negros o grises, preferimos ser nosotros mismos.
No lo conocía, pero me lo apunto. No conocía tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece.
ResponderEliminarUn abrazo.