Es una plaga evidente
y afecta a casi todo el mundo:
¡Lástima de trícromos!
Ellos nunca podrán contemplar
el color vinoso del vinoso Ponto
o el sorprendente brillo del castaño
sobre una cara pecosa:
Para nosotros, el rojo es un acento,
un barniz apenas percibido,
un ligero sabor a glutamato;
nunca una sal que aporta gusto propio.
Y cuando, agradecidos,
admiramos un verde anaranjado,
disfrutamos ese azulado rosa,
procuramos ocultar nuestro disfrute
a los trícromos convencidos
de su superioridad natural.
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