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viernes, 31 de enero de 2014

Presentando DaltonAid [Español]

Lo crean o no, alrededor de un 9% de los varones adultos europeos padecen alguna forma de ceguera cromática. La mayor parte son daltónicos con deuteranopía, que dificulta que distingan el rojo del verde.

A pesar de ser una condición no incapacitante, las personas daltónicas tienen que esquivar la importancia cultural dada al rojo por otras personas. Así, deben trabajar con documentos donde el rojo no se interpreta como un color oscuro, aburrido (así es como lo ven), sino como un color brillante, atractivo o incluso aterrador.

Yo mismo soy una persona daltónica, como muchos de mi familia. Trabajo en un oficio (la educación) en que el "rojo" es el color estándar para la corrección ortográfica, gramatical y de contenido de los textos y para poner notas. Aunque puedo distinguir la mayor parte de mis marcas de corrección por mí mismo, fijándome en detalles como la forma de la grafía o el estilo y color de los trazos, en contadas ocasiones necesito emplear un escáner para comprobar si una corrección menor (como un acento) es mía o del autor original (es decir, del alumno).

Daltonaid intenta responder a esa necesidad. Simplemente descompone la imagen en tres planos de color (rojo, verde y azul) y permite que el usuario seleccione su propia mezcla (de forma que pueda distinguir el oscuro y aburrido rojo al cambiarlo por brillante y animado azul). (Aunque este programa no permite simular el daltonismo, los no-daltónicos pueden experimentar algo similar si seleccionan la opicón "Red from green, Green from green" o bien la opción "Red from red, green from red", quedando un sistema en que rojo y verde se obtienen a partir de la misma frecuencia).

Requisitos del sistema:

  • WebGL - Para separar los planos de color, el programa usa un efecto WebGL. Por tanto, no funcionará sin WebGL
  • Webcam (navegador) o Cámara (teléfono) - Este programa muestra la salida de video de la cámara web y le aplica un filtro de color. La imagen de la wabcam no se almacena ni envía a ninguna parte (Si no lo cree, siéntase libre de usar un sniffer para comprobarlo).
  • Resolución mínima de pantalla: 640x520 píxeles. Los fotogramas de la Webcam se capturan con una resolución de 640x480.

descarga

Presenting DaltonAid [english info page]

Believe it or not, about 9 percent caucasian males have some form of color blindness. Most color blind people have deuteranopy, wich makes them see red as green.

While being a non-incapacitating condition, color blind people have to deal with the cultural value other people give to red color. So they have to deal with many documents where red is not interpreted as a dark, boring color (this is the way they see it), but as a bright, eye-attracting and even frightening color.

Being a color-blind person myself, as many people in my family, I work in an industry (education) where "red" is the standard color for spell checking texts, and checking and grading tests. While I can catch most of the proof marking done by myself, using details such as writing style, trace strenght or line weight, sometimes I need to use a scanner to check whether a minor spell change, such as an accent, was done by the original author or was a spell check done by myself.

Daltonaid aims to solve this need. It simply decomposes the image in three color planes (red, green and blue) and allows the user to do its own mix (so you can distinguish the dark, boring, red colors by changing them into bright blue colors).

Requirements:

  • WEBGL - This program uses webgl effects, and will work only with webgl.
  • Webcam (Chrome) or Camera (android)- This program shows the current video input from the webcam, and applies a color filter to it. The webcam image is not stored or streamed anywhere.
  • Minimal screen resolution: 640x520 pixel. Webcam image is captured at 640x480.

Downloads

miércoles, 29 de enero de 2014

Cuando el destino nos alcanza

No sé si habréis visto la película Cuando el destino nos alcance, una de mis favoritas de los 80. En esa película, los alimentos naturales son muy, muy escasos, y la mayor parte de la gente ha de conformarse con una bazofia llamada SoyLent Green. Se supone que procede de soja cultivada de alguna extraña manera —quizá en cultivos hidropónicos— para sobrevivir a la contaminación. Pero en cierto momento el protagonista se entera de la cruda realidad, que primero se nos ha dejado leer en un grafiti: «SoyLent Green are people». SoyLent Green está hecha con gente, con muertos.

Pues bien, no sé vosotros, pero yo hace tiempo que tengo la sensación de comer SoyLent Green. Y no solo porque me haya acostumbrado a comer productos totalmente industriales como el surimi o las gulas, sino también porque, cada vez que en el super miro los ingredientes de los productos encuentro más cosas extrañas. Y lo peor es que son legales.

Supongo que muchos de vosotros habréis visto en el pasado (todavía se ve en algún producto que no ha actualizado su etiqueta) un cartelito que habla de una norma BOE de 1981. Aquella norma (que entre otras cosas prohibía llamar fuagrás al paté de cerdo, para satisfacción de francoparlantes) especificaba la cantidad máxima de féculas y otros elementos de relleno que podía llevar un producto cárnico. Y os juro que cuando hace un par de años la consulté, no encontré hueco en ella para ese jamón york, 50% de carne, que se ve últimamente en los supermercados

No sé si la actual tolerancia se debe a que por aquel entonces la soja fuera producto de lujo en Europa, no limitada por tanto legalmente, o si la intolerancia de entonces buscaba imponer una legislación protectora de la salud que no compitiera con esa Comunidad Europea a cuya membresía aspirábamos. Pero lo cierto es que la legislación europea ha aprovechado la crisis para arremeter contra la salud nutricional de los consumidores, ayudando enormemente a las grandes empresas cárnicas y cargándose, de paso, a muchos ganaderos y agricultores.

Un último giro es el cambio del concepto de fecha de caducidad. Cuando empezamos a no vender colza desnaturalizada (mis respetos a las familias destrozadas por aquellos canallas) se empezaban a ver fechas de caducidad en productos perecederos, y de consumo preferente en los de larga conservación. Pero poco a poco, empezó el segundo término a ser utilizado eufemísticamente también en productos que realmente caducaban. Bajo su cuenta y riesgo, «espigadores» y consumidores con bajo nivel adquisitivo comenzaron a consumirlos cuando el supermercado los retiraba.

Hace poco, la Unión Europea tuvo una gran idea: permitir la venta, a bajo precio, de esos productos. La retórica oficial oculta que el cambio no consiste en permitir su consumo (cosa que ya se hacía), sino su venta, es decir, cobrar por ellos. Cierto que la rebusca de los «espigadores» producía suciedad y otros problemas, pero, como consumidor que unas veces he tomado latas caducadas hace años y otras he tirado productos estropeados antes de su fecha, me llama la atención que se publicite como segura una decisión que elimina los márgenes temporales de seguridad, y se muestre com bueno para los pobres un cambio que solo les producirá costes económicos.

Sobre otras grandes ideas de la UE, aunque no sé si suficientemente relacionadas con las elecciones que se avecinan, espero hablar la próxima semana.

Buenas noches.