¿Habéis visto en el cielo una luz horriblemente redonda?
Sabed que ese astro arroja contra vosotros la irresistible energía de sus fotones.
Es por ello que, cuando los días se alargan,
renuncio a exponer mi piel a sus rayos como lo haría el vulgo.
Prefiero torrarme lentamente, encerrado en mis ropas,
antes que sentir su lengua de fuego tostando mi piel desnuda.
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