En uno de los países más avanzados en cuanto a la protección de la mujer, sorprenden noticias como la de que el tribunal supremo de Estados Unidos haya desestimado la demanda colectiva contra Wall-Mart.
Precisamente hoy, ordenando mis papeles, me he encontrado una noticia que me recorté de El País: «Wall Mart ... enfatiza que su política prohíbe "cualquier tipo de discriminación a la vez que promueve la diversidad y garantiza un tratamiento igualitario." Pero las más de 100 declaraciones de mujeres que han aportado como base para la denuncia dibujan un escenario muy diferente. Algunas hablan de cómo a los gerentes hombres les gustaba celebrar reuniones en clubs de strippers o cómo no veían extraño reunirse por negocios en los restaurantes Hooters (donde las camareras tienen que tener grandes pechos y llevar faldas mínimas) a pesar de las quejas de las compañeras femeninas.»
En fin, supongo que, como suele suceder en estos casos, la parte demandante ha planteado mal su argumentación y la defensa ha podido desmontarla. En cualquier caso, discriminaciones como la de la gran empresa norteamericana las hay, y las seguirá habiendo, tanto allá como acá. Porque no se acaba con la desigualdad simplemente con leyes. Hay que cambiar a la gente.
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