No es que haya tenido un mal día, pero estoy agotado. Se me cerraban los párpados leyendo a Sturgeon, se me caía el periódico de las manos. Y, cuando llegó la hora de ponerme a corregir los controles, en lugar de conseguir darme prisa, como ayer, tenía que mirar una y otra vez el enunciado para enterarme de lo que decía. Es superior a mí, lo siento. Pero tampoco puedo dormirme: lo he intentado, y a los cinco minutos volvía a estar otra vez despierto. Así que seguiré como un muerto viviente durante toda la tarde, arrastrando mi sombra en zapatillas.
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