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lunes, 10 de marzo de 2008

Varia electoral

Vayan por delante mis felicitaciones a los votantes del PSOE, y mis condolencias a los simpatizantes de IU, entre quienes llegué a contarme. Por lo demás, he aquí unas cuantas reflexiones sobre la jornada de ayer.

1) España es ansí.


Día de votación en un colegio electoral del madrileño distrito de Carabanchel. El colegio, de bote en bote. Pocas cabinas, aunque más que en el instituto donde trabajo. Lo de la cabina me parece importante, porque tan necesario es ofrecer garantías de secreto al votante, como evitar que la contemplación de quienes votan fuera de la cabina influencie al resto de votantes.
Salgo de la cabina con mis dos sobres y me encuentro a una pareja de nuevos españoles (lo denotan sus dudas y su acento) que me interpelan. Podrían haber pedido información al interventor del PP o al guardia, pero me preguntan a mí, lo que hace subir mi autoestima hasta puntos a donde no llegaba desde hace meses:
—Disculpe, ¿hace falta marcar a uno de los candidatos?
Les respondo que en la hoja grande (al fin y al cabo, puede que sean daltónicos como yo) hay que marcar tres cruces, pero que en la pequeña hay que meterla sin hacer marcas. Eso, además, es importante, pues en caso contrario se anularía su voto. Insertando la hoja pequeña, se entiende que votan a todos los candidatos que aparecen en ella.
Momentos después, en la cola, un grupo de personas entre 35 y 45 años se quejan de la hoja del senado. No sólo por su tamaño, pues añaden: "Eso de poner crucecitas es prehistórico".

Primera conclusión de la jornada electoral: los españoles están menos preparados para la democracia que los (latino)americanos. Nos merecemos el sistema de elección indirecta y la ley D'Hont.

2) Bipartidismos.



Durante toda la campaña (y aún diría yo más: durante toda la legislatura) hemos estado soportando el Conmigo o contra mí de ambos partidos. La cosa empezó, sobre todo, en la derecha, pues a comienzo de legislatura IU se ofreció a apoyar al PSOE (lo cual, estoy seguro, acabó restándole votos). El posterior distanciamento entre los dos partidos de izquierda terminó por rematar la jugada.
Comentarios habituales entre los votantes de izquierda: "Muchos votantes de izquierda se abstienen"; "la izquierda está dividida"; "hay que evitar a toda costa que gane la derecha."
Comentarios habituales entre los votantes de derecha: "No me gusta lo que hace Gallardón en Madrid, pero seguiré votando al PP"; "no me gusta Esperanza, pero votaré al PP"; "Rajoy no tiene carisma pero votaré al PP"; "hay que evitar a toda costa que gane Zapatero".

Si a este clima añadimos el tratamiento de los debates televisivos y de los espacios electorales gratuitos en televisión (su ubicación en campañas anteriores obligaba a ver los de todos los partidos), una ley electoral diseñada para potenciar a los partidos mayoritarios de cada circunscripción y la profecía autocumplida (self-fulfiling prophecy) que se deriva de dicha ley, es lógico que se derrumben los partidos minoritarios, a excepción de aquellos que, por ser nacionalistas, saben que pueden obtener un primer o segundo lugar en su circunscripción.

Lo que me impulsa, de nuevo, a expresar mi gratitud a los votantes del partido de Rosa Díez. Quien votó a UPyD, probablemente, temiendo que su voto no iría a ninguna parte. Y, sin embargo, se atrevió a ejercer un voto que, por los inextricables caminos del señor D'Hont, podía haber acabado favoreciendo a PSOE o PP. Y, sin embargo, votó con esperanza. Con esperanza y alegría, por adueñarme de términos tomados de la campaña de PP. Una pena que otros partidos pequeños, interesados en el mismo cambio de la campaña electoral, no se hayan asociado con ellos.

Porque, al igual que en los proyectos de sourceforge, o en mil situaciones de la vida, iniciar un proyecto en solitario suele ser lento, trabajoso e incluso inútil cuando existe la capacidad de unirse a otro proyecto. Rosa Díez ha ganado un escaño, pero Ciudadanos sigue sin cuajar, e Izquierda Unida se ha hundido en la miseria. No digo que pidieran lo mismo (en caso contrario, hubieran permanecido juntos), pero sí planteo, como idea para futuras elecciones, una gran coalición de pequeños partidos en contra de la ley D'Hont. ¡Dios mío, si incluso ha habido dos partidos distintos que pedían el voto en blanco!

En todo caso, no creo que la idea cuaje. Y no sólo por la evidente distancia ideológica entre Alianza Nacional y los partidos comunistas minoritarios, sino porque, como ya dije en el primer punto, a los españoles no les interesa cambiar su sistema electoral, sino, en todo caso, derivar hacia el presidencialismo.

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