Últimamente no sé qué me pasa que no doy pie con bola. Comenzó la cosa en la semana del 3 al 10, laboralmente llena de tareas absurdas (por ejemplo, recorrer diversas estancias del instituto para comprobar que una alumna aprobada en junio a la que, según el ordenador, le faltaba la nota de septiembre figuraba efectivamente como aprobada, tanto en las actas como en el mismo ordenador). Tuvo un punto culminante el miércoles pasado, en que no sólo se averió mi ordenador (que al fin y al cabo estaba en garantía), sino que comenzaron a morir en masa los periquitos a causa del tratamiento contra la enfermedad que había matado al canario —postdata, si compráis aves a personas de confianza, tomad más precauciones que si lo hacéis en una tienda—. Sí, Juan: el famoso pintadito está muerto.
Y ha tenido la puntilla hoy a las dos de la tarde, cuando, tras preparar la comida y poner la mesa, he ido a coger la jarra de agua y ha caído todo el estante correspondiente de la nevera, dejando mi micrococina hecha un estanque.
Ansioso estoy de conocer qué me depara el futuro inmediato. De momento, ya sospecho que el ordenador de mi amiguete Alberto, al que tengo que echarle un vistazo esta tarde, estará irremediablemente averiado.
A mi lo que se me han muerto en fila han sido los peces. Una colisa, luego 2 pinguino, luego otra colisa, luego el chupaalgas, luego el escalar, luego un neón.
ResponderEliminarCon el cabreo me he largado a la tienda y solo he comprado neones, 10 pequeñitos neones. Para gastos estoy yo ahora, que aun tengo que cambiar las ruedas y el aceite antes de las lluvias ...