Un día horrendo en el trabajo. Sobre todo con mis tutorandos, a los que todavía debo la corrección de un examen (pero no es que se hayan rebelado por eso: es que su desidia es completa). Ganas me dan de ignorar las páginas que esperan el bolígrafo y coger la puerta, ir a la Casa de América y escuchar durante horas las palabras que García Márquez dedicó a la saga de los Buendía (no, no hay transmisión streaming del acto: debe de ser que en la fundación telefónica que patrocina la web de la casa de América no tienen dinero para hitech). Pero claro, si no corrijo hoy lo tendré que hacer mañana. Mejor hoy, que aún me dura el cabreo contra ellos.
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