Una de las grandes ventajas de la escritura frente al lenguaje oral es que es menos inmediata. El emisor, al menos aquel que ha sido sometido a una cierta educación y no ha quedado tonto después, se ve forzado a reflexionar sobre las palabras con que manchará el papel. Es cierto que la ventaja anterior se pierde en los SMS y otros mensajes en que la dificultad material o la situación nos fuerzan a la velocidad y el descuido, pero, aun así, podemos considerar que se superpone a todo acto de escritura.
¿Y qué tiene de bueno reflexionar sobre lo que se va a escribir? Pongamos un ejemplo. Camino hacia mi casa el sábado pasado, dando un rodeo a causa de un grupo de gentes (banderas rojigualdas; sólo una con los colores de bolívar) que protestan menos por la muerte de un par de ecuatorianos (idos a vuestra casa, dijeron muchos de ellos hace tan sólo una semana en Alcorcón) que por la política, hasta el año pasado dialogante, del gobierno de la Madre Patria. Gallegos y cachupines es lo que tenemos, que no hay quien nos entienda. Obviamente, me caerían bien si no estuvieran estorbando mi paso, pero esa es otra cuestión. El caso es que escucho cómo una serie de oradores comienzan a proclamar desaforados sofismas tales como «no se puede hablar de paz porque esto no es una guerra» y otros similares, que atraen mi atención por defecto profesional de filólogo. Podría escribir algo sobre ello en mi bitácora, me digo.
Gracias a que no estoy tan loco como para escribir caminando, tengo tiempo de meditar sobre ello. Dejo el asunto macerar en mi mente hasta que llegue el momento de escribir sobre ello. Y el caso es que, cuando la ocasión se presenta, hay cientos de asuntos más importantes en mi mente, gracias a lo cual no escribo un artículo que pueda herir susceptibilidades. Bueno..., quizá lo haya hecho a pesar de todo. Pero, al menos, no me he dedicado a parodiar la pobreza oratoria que se da en uno y otro bando de la sociedad española (un Estudio de las Incorrecciones Ortográficas y Gramaticales en las Comunicaciones Institucionales de la Administración Española sería bonito tema de tesis, pero ¡tan fatigoso!). Así que puedo decir que es una ventaja que la escritura obligue a reflexionar —y la escritura en los blog, tan propensa a las faltas ortográficas, a releer.
sean spcificos sta bn el tma pro falta un poco + x la informacion prestada gracias
ResponderEliminarMuchos acudís a mi blog buscando soluciones para una pregunta de clase, "Cuáles son las ventajas de la escritura". Sin embargo, la intención de este artículo no es discutir todas y cada una de sus ventajas.
ResponderEliminarAconsejo a los interesados en el tema que lean el libro de Cassany llamado "Describir el escribir", donde aparecen algunas características del lenguaje "escrito para ser leído".
Como punto de reflexión, pensad que los primeros textos escritos son registros comerciales, leyes y textos religiosos, es decir, obras pensadas para durar.