Supongo que todos habréis leído (lo resaltaban en Ariadna hace una o dos semanas) que, ahora que todos estamos escandalizados con el maltrato escolar (que ha sido el pan nuestro de cada día durante décadas, pero del que sólo nos preocupamos ahora que han desaparecido casi todas las medidas realmente útiles para acabar con él) se prepara un juego que tiene por protagonista a un Bully, que es como se llama en inglés al macarra del instituto.
Respecto de la palabra bully, precisamente mi primer contacto con ella fue otro juego de ordenador, Skool Daze, que trataba más o menos de lo mismo que este Bully, sólo que con menor profusión gráfica. Pero claro, a los niños de aquella época nos era fácil imaginar en el viejecito que daba clases de historia a alguien conocido, aunque impartiera una asignatura diferente.
Skool Daze, del que se hizo una secuela sin que nadie pusiera el grito en el cielo, era, básicamente, un desafío consistente en acumular el mayor número posible de gamberradas, sin que nos pillasen y sin que los compañeros acabasen con nosotros a golpes. Supongo que en Bully, conforme al espíritu de los tiempos, se habrá eliminado la posibilidad de que los profesores detengan al chico con sólo tocarlo. Y es que ahora los chavales no tienen miedo a los docentes, pues saben que, según la ley, pueden destrozarles la cara sin demasiadas consecuencias. Y si con los profesores pasa eso, pensad en los alumnos.
Lo cual me lleva a pensar que quienes jugarán con este videojuego serán los mismo que jugaban con el Skool Daze: aquellos que, por alguna razón, no practicaban las gamberradas en la vida real. Pues no dudo que al resto le parecerá más divertida, desgraciadamente, la acción en vivo.
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