Seamos deportivos. Habéis ganado. Hemos perdido. No ha sido un fracaso menor de lo esperado, como quieren los de IU. Ha sido un fracaso y punto. Tampoco la vuestra ha sido una victoria anunciada. Ha sido una victoria. Y, de nuevo, punto.
En lo que os equivocáis es en decir que ha habido una "participación baja pero aceptable" (titular de portada de El Mundo de hoy) y en señalar (como decía ayer Teresa Fernández de La Vega —a quien cada día odio más por su oratoria, aprendida si no de Bush al menos de Chiquito de la Calzada— y como dice hoy Felipe Sahagún en la página 4 de El Mundo) que "una participación por enciam del 42% y más del 76% de los votantes a favor del Sí es un aprobado claro en el referéndum de ayer".
No sé si el gobierno había leído el paper de la Convención que comenté hace tres días. El propósito último del referéndum era hacer que la población se sintiera cercana a la Constitución de una Unión Paneuropea, con su tratado constitutivo y todo.
Y si comparamos el índice de participación del referéndum de ayer con otros datos recientes (67,67% municipales 2003; 75,66% generales 2004; 45,14% europeas 2005) llegamos fácilmente a la conclusión de que los españoles no han dado un sí a Europa: Los españoles se pasan Europa por el Arco del Triunfo.
Perdón por la grosería, pero es verdad. Puede quedar duda sobre si todos los votantes a favor del NO estaban en contra de Europa (yo, por ejemplo, estoy a favor de Europa, pero voté NO porque no me gusta esta constitución); pero no queda duda sobre el significado de la abstención.
Es cierto que hay gente que se abstiene por causas de fuerza mayor (por ejemplo, mis padres, que viajaron rápidamente a Logroño al saber que un familiar gravemente enfermo había emperorado); es cierto que otros se abstuvieron por falta de información. Pero, si comparamos la abstención de las europeas y el referéndum europeo con las cifras de las diversas elecciones nacionales, es fácil ver que los españoles no se ven vinculados a Europa. De hecho, y sin ánimo de ofender a nadie, Ruiz Mateos (en su etapa histriónica) consiguió escaños en el Parlamento Europeo, no en el español.
Y esto es un error.
Es un error porque la legislación española emana en gran parte de las directivas comunitarias. Así, la ley Televisión Sin Fronteras, que establecía (un día he de comprobarlo) disposiciones nunca respetadas como aquella de no emitir publicidad (y propaganda, supongo: la publicidad no mató a nadie, mientras que la propaganda asesinó a millones de judíos) durante los espacios informativos.
Es un error porque las empresas españolas van a juzgar a los empleados españoles según el rasero de los derechos laborales europeos. Hace poco, por ejemplo, un grupo de empresarios catalanes visitó los países del Este (ole, ole, deslocalización promovida por las autoridades catalanas) para establecer parques empresariales allí. Si la Constitución Europea, o las Directivas Europeas, sobre seguridad laboral y protección de derechos sociales y laborales hubieran elevado el rasero de dichos países al nivel de España, probablemente no se habrían ido a invertir allí, sino a países del tercer mundo.
Es un error porque la sociedad española, tal como la conocemos hoy, no es sino el resultado de una adaptación a Europa. Es cierto que los españoles no somos franceses, ni holandeses, ni alemanes, ni británicos. Pero consumimos la misma televisión, tenemos cada vez costumbres más parecidas, nos encaminamos en la misma dirección que ellos.
Así que, bien pensado, unos le han dado la espalda a Europa y otros un "Sí", quizá con la nariz tapada, pero "Sí" al fin y al cabo. Europa gana por abandono del terreno, 76-17: el "No" jugaba sin portero.
Pero votar, al fin y al cabo, es un cívico sport, y hemos de ser deportivos. Admitamos la derrota y sigamos compitiendo, todos juntos, en esa gran liga que se juega fuera de casa. Pero, por favor... seamos un equipo.
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