Hoy necesitaba corregir 26 exámenes (en realidad 26 pruebas compuestas por un examen, 35% de la nota, y un mini-examen de lectura, 10% de la nota) en el día, y entregar las medias antes de las dos de la tarde. Aunque parezca extraño (mi ritmo de corrección suele ser de un examen cada diez minutos o más), lo he conseguido. Sacrificando, sospecho, la calidad: respuestas detalladas han sido tratadas exactamente de la misma manera que respuestas escritas de cualquier manera. Además, para que la media ajustara, he reducido a 7 preguntas un examen diseñado para tener 10 (la mitad de 7 son 3,5) con lo cual el examen ha sido quizá demasiado fácil. Además, he tropezado, como siempre, con el problema de qué hacer cuando casi todos los alumnos han acabado. Es casi imposible hacer que se queden quietos en su sitio mientras se está vigilando a los otros, por lo que, al final del examen, se aprovecha para el copieteo (una respuesta que no sabía nadie 10 minutos antes de acabar el examen ha sido contestada correctamente por el 90% de ellos). Creo que la próxima vez, pondré directamente un cero al que no se quede sentadito en su sitio tras entregar el examen.
Y esto me recuerda lo que ha pasado en mi examen de primera hora (es el de mi tutoría, así que puedo permitirme el lujo de corregirlo tarde). El delegado, el bandarra que llega siempre tarde, las dos histéricas que nunca hacen nada y se quedan hablando con su compañera de atrás y el amigo vaguete del listo de la clase han empezado a armar jaleo porque les había dicho directamente que ya tenían el cero tras verlos hablando un par de veces. La cuestión es que se sentían discriminados porque les hubiera puesto el cero a ellos, en lugar de ponérselo (que se lo pondré, no os preocupéis) al vaguete de primera fila que aprovechaba para hablar con su compaño de detrás el momento en que ellos gritaban. Así que, los mismos que se quejaban de que no actuara contra el resto de los copistas eran los mismos que me impedían actuar contra ellos. Un jaleo impresionante. Y encima, ha entrado el profesor de al lado para quejarse. Se me caía la cara de vergüenza.
Quizá haga con estos alumnos lo que he hecho en el grupo de al lado: preguntarles oralmente. Pero he comprobado que es muy difícil que guarden el turno, aunque se les diga que al responder ellos en vez de la persona interrogada se asegura un cero para ésta.
A veces me dan ganas de trabajar en una fábrica de fusiles, o en un destacamento militar. Al menos, ellos matan niños.
Mmmm pif... eres una caja de sorpresas.
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Querido doctor: no has entendido el alcance real de lo que digo. Cuando digo que les dicho que les bajaría la nota, digo que lo he hecho porque, si les pido el examen (estaban hablando a un tono suficiente como para oirlos desde fuera de la clase) no me lo hubieran dado. Punto. Soy el tipo de persona que, quizá por llevar unas 8) enormes gafas, quizá pol hablal un poco lalo, no consigue que le hagan caso sino mediante la coacción... si el chaval habla en voz alta, fuera de la clase. Como no sale, amonestación escrita a casa. etc. etc. Es triste, muy triste.
ResponderEliminar¿Sabes que es lo peor de todo? Que al grupo al que le corregí los exámenes a toda prisa (les advertí que tendría que hacerlo si no aceptaban un examen en otra fecha... ¡y les anuncié la fecha con dos semanas de antelación!) es el grupo al que más aprecio, y el que más me aprecia, precisamente porque con ellos no se ha iniciado el círculo vicioso si-el-niño-grita,-el-profe-grita-más.
Por lo demás, tienes toda la razón. Hay que romper el círculo.
Este... me olvidaba de decirte que el objetivo de la educación secundaria obligatoria, nivel que imparto, es formar personas, no enseñarles lengua ni matemáticas. Por eso se valoran las actitudes, que yo siempre computo aparte en la nota (suelo valorarlos como un 10%). Sí, yo mismo lo comparé con el sistema maoísta / franquista / castrista / pinochetista cuando me presenté a las primeras oposiciones (saqué un 10 en el examen, y creo que esto tuvo algo que ver). Pero, actualmente...
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