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martes, 7 de diciembre de 2004

Mis problemas con el autobús

Como ayer no tuve tiempo de contároslo, os cuento hoy mis problemas con el autobús en mi maravilloso viaje a Zaragoza.

Tenía claro que quería ir a Zaragoza saliendo de Madrid temprano por la mañana. No sabía cuándo volver, ni desde dónde, así que compré por internet un billete de ida. ¿Cómo lo hice? Busqué "zaragoza madrid autobús" y encontré la estación sur de autobuses. Ahí, seguí el enlace hasta la compañía que servía la línea. Había buses buenos y malos. Elegí una hora (las doce en punto) con buses buenos. Compré el billete y el seguro adicional. Además, tuve que pagar una tasa por derechos de expedición (vaya morro: ¡encima de que lo compro por internet!). Leí las condiciones de contratación: el billete podía hacerlo efectivo 20 minutos antes en la taquilla o en una máquina, o diez minutos antes en la puerta del autobús. Como soy un poco paranoico decidí que lo intentaría primero en la taquilla, por si acaso.

Al día siguiente, me levanté a las ocho. Pensaba aprovechar pra trabajar un poco, pero en el messenger me saltó una persona con la que llevaba mucho tiempo queriendo hablar (tenemos horarios incompatibles), y me puse a hablar con ella. Luego escribí mi post de despedida y, como ya no tenía tiempo de hacer nada serio, leí a Nightology y a varios de sus amigos. Salí para la estación de autobuses hacia las diez y media (cuarto de hora para llegar a Atocha, máximo de cuarto de hora de esperar al tren, un minuto para llegar a Méndez Álvaro, con lo que llegaría a las once, con tiempo de sobra para recoger el billete antes de las doce menos veinte.

Mendez Álvaro. Me pongo a buscar las máquinas expendedoras. No hay. ¿Cómo puede no haber máquinas autoventa en la principal estación de autobuses de Madrid? En cambio, en la de Avenida de América, una estación secundaria, hay máquinas autoventa. Busco la taquilla. La empresa que busco se llama Aratesa, lo que hace que me confunda con AutoRes. Media hora más tarde, y cuando sólo tengo a una persona delante de mí en la cola, me doy cuenta de que en el billete pone que Aratesa es de Alsa, no de Autores. Aun así, ya puestos, me espero y pregunto. Obtengo la respuesta que me temía.

Cola de Alsa. Cientos de ventanillas. No sé en cual ponerme. La cola avanza y, cuando estoy sólo a cuatro metros, veo unos cartelitos en tinta gris, cuerpo treinta y dos (lo siento, pero yo desde diez metros de distancia necesito un noventa —y en negro— para ver algo) una advertencia indicando que algo (no se lee qué) se hace sólo en la otra mitad de la hilera de ventanillas. La cola avanza. Ya sólo quedan tres personas delante, y veinticinco minutos. De repente, la vendedora desaparece. Cuando aparece, quedan diecinueve minutos para la salida. Espero que la vendedora tenga compasión, pero la cola avanza cada vez más lenta. Cuando quedan doce minutos, soy el segundo, pero cojo mi maleta y salgo corriendo hacia los andenes: mi última esperanza es pedir el billete al conductor.

Pero en los teleindicadores no está la hora del Alsa a Zaragoza-Barcelona. Información está saturado. Espero. Quedan ocho minutos. Siguen sin anunciar el bus. Me acerco información. Pregunto. El autobús alsa a Zaragoza sale de esta estación dos veces al día, y el resto de los autobuses a Zaragoza salen de otra estación. MIERDA. Yo he dado por descontado que, si algunos autobuses a Zaragoza salían de esta estación que funciona como estación principal de autobuses, saldrían todos desde aquí (al fin y al cabo, se supone que la razón de ser de la Estación Sur de Mendez Álvaro era unificar todas las estaciones de autobuses en una sola). Así que no he mirado la estación que sale en el billete, que es... mi querida estación de Avenida de América.

Tomo el metro, ya sin esperanzas. Llego a Mendez Álvaro a las doce y cinco. Hay máquinas autoventa (pero ya no me sirven de nada). Tras una cola mínima, compro un nuevo billete para el autobús que sale a las dos. Con el billete me dan un ejemplar impreso de la Constitución Europea (vaya, mi hermana lo agradecerá).

Salgo al exterior. Me entregan un periódico gratuito para inmigrantes (que descubro que es una interesante fuente de noticias sobre hispanoamérica). Subo a la "terraza" de la estación y hago una llamada a mi hermano (hay problemas en la conexión; más tarde una operadora de telefónica me confirmará que había incidencias en la zona de Madrid) y otra a quien me espera en Zaragoza (no es cuestión de dejarle dos horas esperándome en la estación de destino). Localizo un café con buena pinta al otro lado de la calle y doy un rodeo para encontrar un paso que me permita llegar a él. Me acomodo en el bar, una especie de cafetería fast-food, pero con bollería de la buena. Con un café con leche, un croissant y la constitución europea tengo para rato. A la una y cuarto ya estoy harto del café. Me levanto, doy una vuelta por la calle, me llego de nuevo a la estación. Es una buena hora para comer, así que me pido un plato combinado (ternera con huevo frito y patatas, acompañada de coca-cola). Con la andorga saciada, subo al bus. ¡Zaragoza me espera!

Mi kit de viaje incluye, además del periódico gratuito y de la Constitución Europea, un libro de Theodore Sturgeon, La fuente del Unicornio, que ya había leído en otra ocasión, y el panecillo de la comida (no suelo comer pan en las comidas). Además, llevo unos cascos en el bolsillo por si el autobús los requiere (no los requiere, porque voy en uno de los buses de refuerzo). Pronto descubro que el libro que he elegido adolece de un serio problema: sus hojas son caducas, y tienen tendencia a aparecer en el pasillo del bus. Así que dedico mi atención a la película (Piratas del Caribe) aunque ya la he visto. Durante la parada intermedia, trato de llamar a mi madre, pues en un mensaje veo que tengo tres llamadas perdidas suyas (qué extraño: mi móvil no ha sonado, y estaba encendido). No hay respuesta. Es decir, ni siquiera me dicen que esté fuera de cobertura.

Llamo al 609 y una amable teleoperadora me pregunta desde dónde y hacia dónde he llamado. No sé si le habrá resultado fácil comprender que he hecho una llamada desde Madrid y otra desde Soria (Esteras de Medinaceli), y que la primera llamada iba a Cádiz y la segunda a Valencia. Me dice que en Madrid había una incidencia, pero que en Valencia no. Extraño, porque no he recibido el aviso de móvil fuera de cobertura. Insisto. Me dice que pruebe a llamar al 609 desde otro móvil, o al catorce-no-se-cuántos desde una cabina. Como no es cuestión de hacer perder el tiempo a esta señorita (explotada laboralmente: hoy hay, precisamente, una huelga de su ramo, bajo el lema "YO NO ROBOT") diciéndole que estoy junto a un autobús que partirá antes de que yo pueda encontrar una cabina, me despido lo más cortésmente que puedo. Dos horas más tarde, consigo contactar con Valencia: parece que los problemas se debían a la cobertura.

A mi llegada a Zaragoza, me despista un hecho curioso: la estación de Autobuses Ágreda es diminuta, pero tiene tres puertas. Gracias al móvil, puedo contactar con la persona que me estaba esperando. Le cuento mi problema con el billete y casi le da un ataque de risa. En cualquier caso, ha sido toda una aventura. Para que luego digan que coger el autobús es aburrido...

3 comentarios:

  1. Es irónico, verdad? Miré toda la información, menos esa, que al final resultó ser la más importante. ¿Por qué? Porque cuando estoy convencido de algo, no lo compruebo. Y yo daba por supuesto que ninguna compañía de autobuses tiene dos autobuses al mismo destino desde estaciones distintas. Ahora sé que la próxima vez deberé comprobarlo.

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  2. Bueno, es que lo de los autobuses es para contar y no parar, porque a mi me ha pasado de todo. Un consejo? NI SE TE OCURRA ir a Bcn en bus, no he visto cosa mas pequeña e incómoda en la vida, y bueno, lo más penoso de todo, es que la película que nos pusieron estaba grabada de TVE1 con los cortes de los anuncios y todo!!! en fin, que entre que el avión es muy caro si no pillas ofertas, el tren... por 30€ mas te vas en avión xDDDD -un robo!- y que hay pocas compañias de autobuses que sean decentes en sus servicios, al final, esta claro que lo que más sale a cuenta es sacarse el carnet de conducir y pagar la gasolina a pachas jaja.
    Un beso

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  3. aisss.. ese post es mio que le dí donde no era xDDD

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