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lunes, 25 de julio de 2022

Byung-Chul Han: Shanzhai. El arte de la falsificación y su deconstrucción en China.

Byung-Chul Han: Shanzhai. El arte de la falsificación y su deconstrucción en China.. Buenos Aires, Caja Negra, 2017. 86 páginas. 20 cm.
ISBN:
978-987-1622-50-4
Precio:
9,90€ en España (incluye 10% de descuento feria libro; sin descuento serían 11€).
Descriptores:
Arte, Filosofía del Arte, Estudios Culturales

Hace unos meses me dio por leer a Byung-Chul Han, el filósofo de moda en estos tiempos, comenzando por los opúsculos que en España ha publicado Herder, a los que puedo acceder a través de la biblioteca escolar Madread. En la Feria del Libro de Madrid encontré este otro librito, publicado en Argentina por la editorial Caja Negra, y, puesto que su extensión era aproximadamente la de los otros que me había atrevido a leer, decidí comprarlo.

La obra se estructura en cinco capítulos que van explicando cinco conceptos esenciales para entender la diferencia entre China y Europa a la hora de entender ideas como originalidad o propiedad intelectual

Quan (權): derecho expone la diferencia de percepción de europeos y chinos en cuanto a la norma. En la mentalidad china no existe el apego al ser, a la esencia, que hay en occidente. Para ellos el cambio no es una ruptura de puntos de estabilidad marcados por lo que era antes y lo que es después; al contrario, ellos consideran que lo normal es el cambio. La raíz quán (權), incluida —por ejemplo— en la palabra rénquan (人權) que nombra a los derechos humanos, designa el equilibrio, la toma de decisiones estratégica que debe hacerse en la vida.

Zhenji (真跡): Original nos habla de la diferencia de percepción del valor de lo original entre China y Occidente. Se empieza hablando de la noción freudiana de la memoria como huella en constante cambio de los acontecimientos del pasado. Esta noción tendría su correlato en la palabra china Zhēnjì, 'huella verdadera', que se usa para designar las obras auténticas. En China, una pintura auténtica puede haber sido pintada y repintada. Además, su valor no lo da la mano que pintó la obra, sino la habilidad del pintor. El pintor aprende con la copia y la prueba máxima de su arte es que logre colocar en el mercado una obra indistinguible del original. Colocar la copia no es éticamente censurable; lo sería, en cambio, decir que es una copia, pues esto afectaría a los intereses del comprador. Esta manera de ver el arte no es tan distinta de lo que funcionó en Europa antes del romanticismo, ni tan distinta de lo que en el arte del siglo XX se ha hecho con la apropiación de pinturas clásicas por parte de artistas actuales. Sin embargo, unas meninas pintadas por Picasso se consideran auténticas, mientras que una pintura china perdida en la marea de la historia y recuperada a partir de las fuentes literarias por la habilidosa mano del pintor Zhang Daqian, el "Picasso chino", se considerará "falsa" en occidente.

Xian zhang (閑章): Sello del ocio es el nombre que se da en chino a una serie de sellos con poemas o sentencias que los coleccionistas van imprimiendo sobre sus pinturas. A diferencia de occidente, la obra de arte no está cerrada, completa, y limitada por la firma de su autor que la autentifica. Es más bien una obra abierta, con espacios en blanco para que los diversos propietarios puedan dejar su huella: nombres, lugares, poemas.

Fuzhi (複製): Copia. El autor comienza distinguiendo entre fǎngzhì pǐn (仿製品: copia imperfecta; el traductor de Google lo traduce como imitación) y fùzhì pǐn (複製品: copia perfecta; el traductor de Google lo traduce como réplica). En la mentalidad china, el fǎngzhì pǐn carece de valor, pero el fùzhì pǐn es una obra de arte tan valiosa como el original.

Para explicarlo se habla de diversos casos. Por un lado, de monumentos arquitectónicos que son ritualmente desmontados y vueltos a construir cada cierto número de años, o que van experimentando reparaciones que sustituyen poco a poco las piezas "originales" por piezas nuevas. Este hecho, que escandaliza a los europeos, no es tan diferente de las continuas reparaciones a las que se somete ha sometido una catedral a lo largo de la historia. El autor, residente en Alemania, pone como ejemplo la catedral de Friburgo. Como lector español, yo podría poner los ejemplos de la catedral de León (obra maestra del gótico español que debe sin embargo su "pureza gótica" a la reforma del siglo XIX) o el monasterio de Santa María la Real en Aguilar de Campoo (cuya "pureza románica" debe también mucho a la reconstrucción del siglo XX). Recuperar la obra original no es recuperar la obra en sí sino la técnica. ¿No es hermoso recrear el ejército de terracota usando la técnica de moldes que usaron los alfareros originales? ¿No hay cierta creatividad en un cuadro hecho a base de impresiones modulares?

Shanzhai (山寨): Fake es el último capítulo del librito y se centra en explicar cómo las imitaciones chinas no son solamente un producto barato, sino que a menudo son una recreación juguetona de la obra, una expresión de creatividad. Hay artículos shanzhai que añaden funcionalidades que no posee el original, o que lo adaptan a la cultura local. El shanzhai se considera una forma de resistencia (Byung Chul Han lo relaciona con un legendario grupo de bandoleros) y, de hecho, creo que en mis estudios de antropología económica me apareció esa palabra para designar a las redes de clientelismo y estraperlo. La conclusión del autor es que el comunismo chino es un comunismo shanzhai, y su futura democracia será también una democracia shanzhai.

El libro es ameno de leer y creo que será interesante para la gente interesada por el arte y la historia del arte, pero también abre los ojos ante dilemas éticos como el del derecho de autor, el plagio y la apropiación. ¿Son plagios Whaam!, de Roy Lichtestein, o Prince de Andy Warhol? ¿O son homenajes? Si yo, alegando el derecho a la parodia, diseño una camiseta que contiene un Yoda o un pato Donald, ¿puedo luego protestar porque esa camiseta sea copiada y adaptada por otra empresa? ¿En qué consiste el arte del artista? Bying Chul Han no contesta estos interrogantes, pero hace que reflexionemos sobre ellos de una manera diferente.

lunes, 18 de julio de 2022

Apollinaire: La Roma de los Borgia

Apollinaire, Guillaume: La Roma de los Borgia. Madrid, Valdemar, 1996. 176 páginas. 17 cm.
ISBN:
84-7702-162-7
Descriptores:
Novela histórica, Literatura Francesa, Renacimiento.

No hay que leer La Roma de los Borgia pensando que se trata de una novela histórica al uso. Más bien es uno de esos frescos de vicio morboso que tanto gustaba escribir a ciertos autores Fin-de-Siécle, como Marcel Schwob o nuestro Valle Inclán. Una de esas delicias que parten de la leyenda negra, más que de la historia, porque saben que el rigor objetivo carece de poesía. En varios lugares se nos insistirá en ello.

Así, este fresco es una pequeña tragedia cuya heroina es Lucrecia, que se nos presenta como víctima de su violento hermano César y su débil padre, el papa Alejandro VI. Todos los extremos de maquiavelismo se justifican en que ese era el espíritu de los tiempos, lo que se esperaba de un príncipe... Aceptadas estas reglas, el lector contempla con deleite la venganza insidiosa de Lucrecia contra quienes la comparan con una cortesana; la ejecución sumaria de testigos peligrosos; el Tíber como depósito de cadaveres nobles y plebeyos.

Cuesta acostumbrarse en las primeras páginas al preciosismo del autor, a su estilo reposado y a su cinismo. Una vez adaptado el paladar, se degusta como un manjar delicioso.